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AGRUPACIÓN DE PEÑAS AMIGAS DE LA ZONA SUD

REVISTA DE DIFUSIÓN
"RECUERDOS DE NUESTRA TIERRA"
AÑO 5 - REVISTA
22


 La Carreta

Durante el siglo XVIII y parte del siglo XIX, quienes deseaban viajar desde Buenos Aires a las ciudades del interior, Tucumán, Cuyo, debían atravesar una penosa ruta, no exenta de peligros. Antes que nada, debía decidirse si se viajaba a caballo o en carruaje. En el primer caso el cliente iba siguiendo el camino de postas consiguiendo caballos de remuda, si lo prefería llevaba su propia tropilla. Si esto no era de su gusto, podía viajar en "galera", carruaje de cuatro ruedas, sin elásticos, suspendido en sopandas de cuero, con una puerta trasera y asientos como para seis u ocho personas. Pero hasta mediados del siglo XIX en que se estableció el servicio de mensajerías, quienes deseaban viajar de esta forma debían adquirir el carruaje o alquilarlo. Así, pues quienes no tuvieran tantos recursos ni prisa por llegar, podían convenir su viaje con el capataz de alguna "tropa de carretas", le aguardaban largos días, con sus noches al tranco pesado de los bueyes, no se encontraría tan insoportable el camino si se sabía descubrir los infinitos encantos y la grandeza del cielo. Plaza de las Carretas. .Viva la Confederación Argentina,. Mueran los salvajes unitarios. El sábado será fletada una tropa de carretas con frutos de ultramar, yerba, azúcar, hierro etc., Con destino a Salta, por el camino de postas. Los interesados concurran a la plaza del hueco de Salinas, donde para tratar encontrarán al capataz Braulio Funes ". Más o menos así decía este aviso anacrónico de la "Gaceta Mercantil" y allá nos vamos, a la plaza de las carretas a "mercado de frutos" comienzan entonces los preparativos para partir, los troperos van de aquí para allá, cada uno desarrollando sus tareas diferentes, el trajin se va apagando al caer la tarde y entonces junto a las ruedas se encienden los fogones que entre mates y consejas ponen un poco de solaz en la vida dura de los troperos. Cuando los grillos y las estrellas se desvanecen con la claridad el alba, las faenas adquieren su ritmo febril y la boyada va llegando del potrero. La partida de la tropa de carretas tiene un extraño dramatismo de aventura que nadie sabe con certeza que día llegara, ni que peligros la acechan más allá del horizonte. La Tropa de Carretas. Por razones económicas y de seguridad las carretas nunca iban solas. Van en caravanas de unas 50 agrupadas en escuadras. Cada una lleva bueyes de remuda y de consumo y los caballos necesarios, secundan al capataz tres ayudantes, seis boyeros que cuidan la hacienda, un maestro carpintero que cuida la salud de las carretas y carreteros o picadores que atienden los bueyes de cada vehículo. Las carretas avanzan en hileras, cualquier bache las sacude y les arranca chirridos que se oyen desde muy lejos. ¿Cómo es una Carreta? Ya es hora de hacer un descanso y el capataz ordena hacer un alto junto a un arroyo. El sol fuerte fatiga a los bueyes, las carretas se han estacionado formando un círculo, las bestias son llevadas por los boyeros para que coman y beban, mientras tanto los carreteros buscan un lugar para descansar. Sus ruedas de dos metros de diámetro retobadas con cuero. La caja está formada por una viga o timón de más de 6 metros de largo llamada "pértigo" y otras dos mas reducidas, unida a aquella mediante varas llamadas "teleras", los costados y el techo cubiertos de junco tejido , paja o totora, sobre un esqueleto de varas de mimbre, a esto se le llama" quincha "y se cubre con cueros de toro con el pelaje hacia afuera para protegerlo de la lluvia. En las carretas no se encuentra hierro alguno, ni un sólo clavo, todo es madera. Las carretas mendocinas son diferentes a las tucumanas, las primeras son más anchas puesto que en sus viajes no atraviesan caminos estrechos, ni montes espesos. Los Bueyes. Los boyeros arrean las bestias y las ubican en cada yugo, atándoles fuertemente las astas con las "coyundas" o tientos, a ellos suman una yunta de bueyes llamados "cuatreros del medio" y otra más" cuatreros delanteros", a una distancia de dos metros y medio entre sí. Listos entonces para partir, entre silbos y rezongos los bueyes empiezan a tirar, acicateados en las ancas con las pican as del carretero. La" picana de cuarta ", es una larga caña de tacuara de cinco o seis metros de largo adornada con plumas de ñandú, con una aguda punta, ésta llega a alcanzar a los" cuatreros del medio ", para los pertigueros, lleva una picana corta" picanilla ". Todo está previsto para que los bueyes lleven la carreta a destino. Cosas de la Huella. El aguacero ha sido tupido y el campo luce húmedo, color esmeralda, se respira el aire a lluvia, el pantano del cañadón se presenta como un desafío al paso. . i Hay que cuartear con dos yuntas de rocines! - ordena el capataz. Los bueyes" rocines" tienen fama por su tenacidad para vencer los obstáculos, son capaces de cruzar el río hocicando el aire apenas sobre el agua. En efecto cruza la tropa la cenagosa trampa del pantano. El grito intempestivo del chajá anuncia la presencia del malón. Los salvajes haciendo temblar el aire con sus alaridos se acercan en tropel infernal y circundan varias veces la tropa de carretas, luego se alejan entre una polvareda fugitiva. El peligro ha pasado. Pero un boyero ha muerto, los demás entonces lo sepultan junto al camino y clavan una cruz junto al camino. Las carretas parten ante la orden impuesta por el capataz, tambaleantes siguen su camino y la cruz de palo cada vez más pequeña y lejana, se pierde en la inmensidad.

Información extractada de Enciclopedia Estudiantil. Editorial Codex S.A. Colaboración de la Sra. Prof. Celia Pavón. Peña" Hilos de Plata". Gracias!!!

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