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AGRUPACIÓN DE PEÑAS AMIGAS DE LA ZONA SUD

REVISTA DE DIFUSIÓN
"RECUERDOS DE NUESTRA TIERRA"
AÑO 5 - REVISTA 18


 Breve historia del Tango  

 
¿Dónde van aquellos que están solos en una noche como ésta?; porque convengamos que no es una noche cualquiera. Ni un sábado más; ni siquiera se parece a cualquier fiesta.

¡Pero el alma del tanguero nunca está sola!. Eso me dije, y me preparé para salir después de las 12. Sonaron las bombas, que dicho sea de paso, cada vez son más fuertes. La algarabía se adueñaba de la noche y el choque de las copas en el brindis, anunciaba, una vez más, el nacimiento del Hijo.

Miré el arbolito prolijamente armado el8 de Diciembre; puse al Niñito en el Pesebre, me persigné y salí. El cielo se iluminaba con tantas luces que estallaban al unísono. Como si fuese el último día, se mostraban brillantes y esplendorosas queriendo mostrar el Universo en cuestión de segundos. Ni un perro en la calle. Las personas se cruzaban y saludaban a los vecinos; algún que otro borracho perfilaba hacia la mitad de la calle, como queriendo comprarle al municipio el pedazo de empedrado que le corresponde. El paisaje festivo le puso mejor "onda" a mi caminata y luego de unos minutos subí al taxi. Cuando llegué al Canning, parecía como si todavía no hubieran abierto. Pero ya estaba ahí y me bajé. Sí, por suerte estaba abierto, pero nadie a la vista me aseguraba que esa noche había milonga. Nada de música, desde adentro, me daba una señal.

Entonces caminé despacio (cruzando los dedos) por el pasillo y abrí la puerta. El saludo espontáneo en la entrada y las mesas vacías alrededor. El panorama era de "Nochebuena en familia", "con amigos", pero no en la milonga. Al fin, me senté, creyéndome el ser más desamparado y solo de la Tierra. Dejé mi carterita en la silla de al lado, como para hacerme compañía y me aferré a la ilusión de que en algún momento alguien, tan solo como yo, llegara. Si es hombre, mejor.

El mozo se acercó tímido y le pedí un café; porque de verdad, no sabía qué pedir ni tenía ganas de tomar nada. El aire acondicionado estaba a full. Con mi chalina con brillos me abrigué la garganta, crucé los brazos y esperé. Media hora de tango y yo "planchando" acá. A los mozos, fieles en la barra, los sorprendía, de vez en cuando con una mirada piadosa.

Comenzaron a llegar, pero eran parejas, y ningún tipo solo. Bueno, al fin y al cabo, era Navidad. ¡Qué pretendía yo! A eso de la 1.30 hs., y ya dispuesta y resignada a terminar la noche en chinelas y con una sidra que había guardado en la heladera (por si las "moscas", ¿ vió?), suena Pugliese, ya mis espaldas, alguien que aparecía de la nada y que me invitaba a bailar. Eran las 5, cuando "bajamos" de la pista. No hubo descanso, ni siquiera el atisbo so pretexto de tomar algo, de volver a la mesa. Durante casi 4 horas bailamos, sin decimos una palabra, sin soltamos siquiera.

Su abrazo era suave y su respiración tranquila. Me acompañó a buscar un taxi y sin decir una sola palabra, ya cuando el coche llegó, me besó en la mejilla y sus ojos, que hasta el momento no había visto, y que eran de un marrón intenso, se clavaron en los míos; y sólo atiné a decir "¡Gracias!". No le pregunté nada. No me dijo nada. El taxi emprendió el camino de regreso. Abrí la puerta, me saqué los zapatos, fui de a poco desvistiéndome hasta llegar a la cocina. Busqué un vaso, abrí la heladera y destapé la sidra. Me acerqué al arbolito y con mi vaso lleno entre las manos, miré al Niñito del Pesebre y sus ojitos de un marrón intenso, en los que podía verse el Universo, se clavaron en los míos. El Milagro se había hecho. Arrastrando las chinelas sobre el piso de madera, me dirigí al sillón, y me despatarré sobre él, dejé el vaso en la mesita ratona, prendía tele haciendo "zapping" un rato y me quedé dormida. Un "bombazo" me despertó sobresaltada, poco ruido en la calle, un sol que amenazaba quemamos vivos y el timbre del vecino que perfora los tímpanos (a una "amanecida" como yo) 25 de Diciembre: 12 hs. Abro la heladera y saco la pata de pollo que me sobró del 24, me sirvo otro vaso de sidra y pongo a Pugliese, mientras digo i Feliz Navidad!.

Sarah

                                                                                          

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