Hola a todos, yo soy Eulogia del Campo, la compañera de Pampita. Juntos vivimos muy felices en nuestro rancho que mantengo limpio y ordenado.

¡¡¡ Vean que lindo es nuestro rancho!!!

 





Conocí a Pampita en una fiesta que se hizo en nuestro pueblo "San Carlos" que terminó en una Peña Folklórica donde todos los presentes bailamos mucho nuestras danzas nativas y nos divertimos un montón.

Yo les voy a enseñar a preparar muchos platos de nuestra tierra como las empanadas, el locro,  guiso, entre otras comidas ricas. ¡Saben! -a mi me gusta mucho cocinar, y voy a compartirlo con ustedes, para que preparen algo rico a su familia.

MUJERES

 

La mitad de la Humanidad … un trozo de Historia que nos pertenece, que es sugerente, palpitante, un encuentro real con aquellas que nos precedieron, con la lucha, el amor, el arte, la música, la ciencia…

Muchas temieron, otras se resignaron y no supieron superar una vida de traumas, frustraciones, infelicidad y aceptaron sumisas su destino. Pero algunas sí reaccionaron y su protesta y ejemplo nos vienen ya de tiempos inmemorables.

Mujeres: Las hubo tanto guerreras como científicas, aventureras como políticas, reinas, nobles, intelectuales, abadesas, astrónomas, escritoras, pintoras o... simplemente esposas.

Luchadoras todas ellas, consiguieron proyectarse más allá de los muros tan estrechos que la sociedad les imponía. Con gran esfuerzo, tenacidad, valentía y perseverancia, lograron superar obstáculos para tener acceso a la educación y a una mínima libertad de movimiento, a desarrollarse como personas, como seres humanos.

Fueron artífices de sus propios destinos, ya sea vestidas como mujeres, con indumentaria masculina o tras los hábitos de monja, todas intentaron dejar su impronta en el momento histórico que les tocó vivir y así lograron ser ellas mismas.

Resalto lo positivo de todas estas historias que son como faros que alumbran y colorean el pasado, inciden en el presente y nos ayudan a construir un futuro más solidario, una Humanidad nueva y liberadora.

 

Fuente:  http://mujeresquehacenlahistoria.blogspot.com

 

La mujer y su familia a través del bicentenario: 

por: Lcda. Susana Mabel Fandembure

 

MODOS Y COSTUMBRES DE LA MUJER PARA VIAJAR:

Lic. Susana Mabel Fandembure

 

 

Por los años 1750 a 1880 las mujeres del campo argentino,  podía viajar sola o acompañada.

La china, jineteaba sola en su caballo, montada como mujer ( ambas piernas hacia un lado mismo lado) o como hombre ( a horcajadas).

La mujer también podía viajar en ancas o bien sentada encima de un cuero crudo.

En ancas: montado el gaucho, ofrecía su mano y el estribo a la china, para que saltase arriba y se acomodase detrás de él, sobre las cómodas ancas del caballo. Muchas veces ponían un cuero para quela ropa de la mujer no se ensuciase con el sudor del animal.

Así el paisano y su compañera recorrían el camino rumbo al pueblo, a misa, al casco de la estancia, a una fiesta cualquiera o, cambiaban de rancho o pago.

Sentada encima de un cuero crudo: eran utilizados por las mujeres embarazadas. Consistía en un cuero vacuno que se cortaba dándole una forma más o menos cuadrangular de 1,50 de largo por 1 metro aproximadamente de ancho. En una de sus puntas se le hacían dos ojales y por allí se pasaban dos lonjas de cuero, atadas en su extremo. Luego el paisano ataba a esa lonja un atador o guasca de dos metros que aseguraba a la cincha de su caballo. La mujer se sentaba en el cuero, o bien sobre un banquito de madera y el gaucho desde su caballo la cinchaba, es decir la arrastraba por el suelo como si fuera un trineo que se deslizaba por encima de los pastos, cardos y pajonales.

 

LA MUJER Y LAS COSTUMBRES EN ALGUNAS CEREMONIAS RELIGIOSAS

por Lic. Susana Mabel Fandembure

 

 

Recordemos que el único medio de transporte de que disponían el gaucho y su china era el caballo. Existían otros medios de transporte, como la carreta, o carruajes de paseo, pero no estaban al alcance económico del simple paisano.
 

 

La misa:


La misa, según los gauchos era oficio de mujeres, por eso ellos concurrían pero no entraban a la iglesia,  en ocasiones por ser muy pequeña.

El paisano escuchaba misa, se santiguaba y persignaba, pero siempre de a caballo.

Luego de la misa, el sacerdote les hablaba, les daba catecismo, mientras ellos, montados en sus potros oían todo en silencio y recogidos como verdaderos cristianos.

 

Las procesiones:


En las procesiones la figura de la mujer se ve representada en las advocaciones de la Virgen María.

Frente a la iglesia o rancho donde se sacaba la imagen venerada para iniciar la procesión, los paisanos esperaban de a caballo. Casi siempre la imagen era una virgen de las Mercedes, del Valle, de María Auxiliadora, de los Remedios, de Lujan, o una imagen del Sagrado Corazón de Jesús.

El palio con la figura sagrada era llevado por los hombres más ancianos y los gauchitos, que oficiaban de monaguillos; luego venían las mujeres y por detrás, o rodeando todo eso, el gauchaje en sus caballos, portando algunas veces chuzas con banderines religiosos o nacionales.

Los promesantes llegaban al sitio de la procesión en grandes comitivas, de distintos y lejanos lugares, casi todos a caballo, salvo aquel que prometía hacerlos a pie o de rodillas. Traían flores, quesos, dulces, chalas y sus infaltables guitarras, charangos, flautas y cajas.

Al concluir la ceremonia, por lo general se divertían con música, canciones, bailes y abundantes comidas y bebidas.

 

El Casamiento hasta principios de siglo.
Descripción:

El día de la boda la comitiva abandonaba el rancho o la estancia y se dirigía rumbo a la capilla cercana.

La novia iniciaba la marcha, luego el novio, los padrinos y por último las amistades o parentela, todos montados a caballo, con el mejor apero, adornado con ramas de sauce o flores del campo.

La novia, en su redomón, con la cola del traje arremangada sobre la cruz del caballo, perfumada con Agua de Florida (agua perfumada o colonia); el novio con calzones cribados o encajes, chiripá nuevo y chaqueta con delicados bordados, calzando botas de potro o bota fuerte con  taco; a veces sin sombrero y otras con galera.

En algunas oportunidades la novia montaba en las ancas del caballo de su futuro esposo y así recorrían el camino de sus casas a la capilla.

Los padrinos: muy aseados, con las mejores pilchas.

El acompañamiento: mujeres y hombres, todos bien arreglados y guitarreros acompañando la marcha con músicas populares y cantos alusivos a los novios, donde solían decir:

 

La novia y el novio

van camino de la capilla                                   

y en oraciones sencillas,                             

ante Dios se casarán                                  

 

La novia y el novio

¿Qué harán esta noche?

de segura que ella,

comerá su arrope.

 

1- arrope: La palabra deriva del árabe "ar-rurb" que expresa la idea de "jugo de fruta cocido".

En Argentina, es un dulce hecho con la pulpa de algunas frutas como de la uva, las tunas, las algarrobas, los higos, del chañar del mistol  hervida lentamente hasta que adquiera consistencia de jalea. Así podríamos definir que el arrope es un dulce sin agregado de azúcar. No todas las frutas tienen el mismo tratamiento, depende de lo pulposo y contenido de jugos.

Chañar: Legumbres dulces y comestibles.

Mistol: Frutos de la misma planta alta de diez a quince metros y tronco de unos sesenta       centímetros, con forma ovoide, color castaño y de un centímetro de largo.

RECETA:

Arrope de higos de tunas

Ingredientes

Una cantidad de higos de tuna como de tres kilos.

Preparación

    Con unos guantes puestos, quite la espinas de las tunas frotando con un trapo la superficie. Lávelas bien. Córtelas por la mitad sin pelarlas y desmenuzándolas con las manos, póngalas en una olla a fuego muy lento para que suelten el jugo, durante un tiempo de dos a tres horas. Pase todo por un lienzo para extraer completamente el jugo. Este mismo liquido se pone a cocinar a fuego suave, espumando las impurezas continuamente, hasta que adquiere consistencia de almíbar o jalea- Se guarda en recipientes de vidrio o, como hacen los "indios", en vasijas de barro cocido.                  

   

Receta:  www.pasqualinonet.com.ar/Santiago%20Del%20Estero.htm

 

Nota: Recuerdo una chacarera de tiempos posteriores que decía:

El patio bien regadito

los novios están por venir

a bailar la chacarera

guitarra bombo y violín.

 

Llegados a la iglesia, toda la concurrencia se apeaba. Los hombres respetuosamente se sacaban las espuelas, poniéndolas en el recado y en caso de no poder ingresar a la iglesia por cuestiones de espacio, seguían la ceremonia desde afuera, montados en sus caballos hasta que terminara.

Concluido el acto religioso, todos salían y recién allí venían los gritos, las bendiciones, los besitos, los resoplidos de los baguales, las invitaciones al señor cura para que fuera a la fiesta a tomar una copita y comer unos pasteles en honor de la pareja.

Luego, los gauchos más zafados y locos comenzaban a tirar fuegos de artificios: cohetes, petardos y buscapiés. La tremolina era espantosa,  reían; gritaban; bellaqueaban los animales; los viejos de a caballo reían alegremente por las ocurrencias de los muchachos.

La novia, de puro traje largo, se aguantaba los corcovos de su caballo y pedía que por favor no se lo espantaran con los cohetes. El novio se hacía el afligido por la suerte de su esposa, pero se reía como un pícaro y festejaba las ocurrencias.

Así, de un modo casi salvaje, pero bello y sincero es su manifestación espiritual, desfilaba la comitiva por el poblado, si lo había, rumbo al rancho, donde la fiesta continuaría por varios días.

 

Fuente: Guillermo a. Terrera, quien dice:

“En Frías, Santiago del Estero, donde nació mi padre, según propias narraciones suyas, los casamientos se realizaban, hasta principios de siglo, de la manera antedicha. Además, he logrado descripciones de ancianos, como Montenegro, Araya, Murúa y sobre todo el de la vieja Ermelinda Palacio, casada en Villa Dolores, Córdoba, por el año 1860, que siempre se acordaba con mi madre de la manera que se había casado.”

 

Nos gustaría que vos con la ayuda de tu familia describieras

¿Cómo es hoy un casamiento por  tus pagos?

 

Selección y adaptación de textos por: Lcda. Susana Mabel Fandembure

 

UBICACIÓN EN EL CONTEXTO HISTORICO –

¿De dónde venimos?

El papel de la mujer en la colonia -  La Institución familiar

Lcda. Susana Mabel Fandembure

 

 

Desde los primeros años de la conquista el manejo de la tierra constituye uno de los elementos de dominio en un área en que despunta la actividad agrícola- ganadera.

Los conquistadores españoles venían en busca de algo que, por su  estrato social,  nunca obtendrían en su país: tierras: valor económico, riqueza; y status social.  

En la sociedad colonial se renovaron con más fuerza las antiguas formas de estratificación social y discriminación racial, étnica y cultural.

El camino más corto para obtener riqueza y status,  se lo proveímos nosotras, las mujeres. Casándose con una mujer con buena dote y/o apellido ilustre lograban  ambas cosas.

 

Dice Ana María Presta en Nueva Historia Argentina. La Sociedad Colonial. Tomo II:

 

Cualquiera fuera su ocupación, los españoles buscaban acrecentar o perpetuar el status recién adquirido. Para ellos era menester acceder al mejor matrimonio y en el caso de la primera elite colonial, las uniones demostraron que la elección de cónyuges se formalizaba entre paisanos (nacidos en el mismo pueblo o lugar de España), entre primos cruzados y parientes para evitar la dispersión del patrimonio o entre miembros de familias ya vinculadas por emprendimientos económicos.

Asumido como un negocio más, el mejor en ciertas ocasiones, el matrimonio era pactado entre los padres o parientes de los contrayentes, cuya voluntad era ajena a tales decisiones.

Para asegurarse que los bienes adquiridos permanecieran en el linaje, la elite eligió la figura del mayorazgo permitía al titular disponer de los frutos y rentas aunque no del bien mismo, el cual quedaba sujeto a un orden de sucesión preestablecido: la primogenitura. Por lo tanto, el hijo mayor VARÓN se beneficiaba por el azar biológico.

El status superior eran los altos funcionarios virreinales y del clero.

La corte virreinal y las sedes de la Audiencia vieron proliferar entre sus habitantes a hombres de leyes. Consejeros, secretarios, oidores, procuradores, fiscales, abogados, oficiales de la Real Hacienda, rápidamente se vincularon con la elite de beneméritos y propietarios por lazos matrimoniales. Las alianzas entre la ley y el dinero se cristalizaron en los matrimonios.

 

Los criollos (descendientes de españoles), heredaron la arrogancia y aspiraron al estilo de vida de sus acaudalados progenitores. Si bien el comercio mayorista y los altos puestos burocráticos quedaron en manos de españoles, los criollos acumularon propiedades rurales e invirtieron en la minería, y los que alcanzaron una educación superior tenían puestos en la administración colonial.

A pesar de llevar sangre española y disfrutar de bienestar económico, la elite criolla sufrió una discriminación étnica que le impedía acceder a posiciones de poder. Para lograrlo, numerosas familias criollas recurrieron al parentesco.

A pesar de las brechas patrimoniales que pudieron existir, prefirieron casar a sus hijas con peninsulares recién llegados que garantizaban la pureza racial y cultural al nuevo hogar y a su descendencia.

De tal manera, peninsulares y criollos, a pesar del resentimiento y antagonismo crecientes, (uno de los ingredientes de la Revolución de Mayo), eran piezas clave en la reproducción del estrato colonial superior, al igual que lo fueron las MUJERES.

Destinadas a la reproducción biológica, las mujeres de la elite no eran un conjunto homogéneo.

La primera generación de conquistadores se caracterizó por su licenciosidad sexual, muchos tuvieron uniones circunstanciales y otros vivieron en concubinato, situación que pocas veces llegó al matrimonio. De ello surgió la primera generación de mestizas.

Aunque para casarse con un peninsular nada mejor había que una española, debido al status paternos y a la escasez de mujeres, las hijas naturales de los conquistadores llevaban el título de “Doñas” y se constituyeron en candidatas en el mercado masculino matrimonial.

Considerada como función femenina primordial, la maternidad estaba atada a un mandato social, cultural e ideológico cuyo resultado era la subordinación femenina al mundo masculino. El pilar de esa subordinación era la institución familiar, el matrimonio. En torno al patriarcalismo reinante, el matrimonio constituía el rito de pasaje tras el cual una mujer pasaba de la tutela de su padre a la del marido.

El matrimonio debía efectuarse entre iguales o pares que garantizaran una descendencia legítima que conjurara la salvaguarda de los principios cristianos y de la sociedad estamental. El elemento mediador, una buena dote, proveía el capital inicial para que el nuevo hogar enfrentara la convivencia y descendencia.

Mujeres de la primera y segunda generación de conquistadores cumplieron la función de salvaguardar el patrimonio familiar...,  en su mayoría cumplieron el tradicional rol de subordinación de género (femenino) consagrado legalmente por su casi nula capacidad jurídica, eso sí, rodeada de sirvientes indios y negros, tertulias, miriñaques y brocatos.

Otras mujeres de la elite, concretaron matrimonios sagrados y pasaron sus días en conventos y monasterios, porque sus dotes eran menores que las requeridas por un mercado en el que la mujer cotizaba conforme al status y patrimonio de su familia.

Cuando la mujer era viuda, el nuevo marido, a pesar de haber sido beneficiado con una dote o un patrimonio envidiable, no estaba obligado a cargar con el mantenimiento de la prole que su mujer había acumulado con el marido anterior, que, en el caso de ser mujeres (recordemos que hereda el primogénito varón) profesarían por ejemplo: en el Monasterio de los Remedios de La Plata, institución que la madre, previsora, había ayudado a fundar.

Por su parte, las mujeres que no pertenecían a la elite,  las peninsulares y criollas esposas e hijas de artesanos, pequeños propietarios y dependientes, vieron transcurrir sus vidas trabajando junto a sus esposos y en las tareas del hogar.

A su subordinación de género se añadían las diferencias de clase, estando más expuestas a las raíces socioeconómicas y culturales de la desigualdad

 

Lic. Susana Mabel Fandembure.- adaptación del texto de Ana María Presta

 

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