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LA INVESTIGACIÓN EN EL FOLKLORE


FERNANDO BOASSO: TRES LIBROS SOBRE YUPANQUI PARA DEVELAR EL MISTERIO

El padre jesuita Fernando Boasso, es el más importante analista de la obra yupanquiana, así lo avalan tres libros íntegramente dedicados a dejar testimonio del hombre y su obra.  De andar sereno y palabra pausada, en algún momento de la charla fija su mirada en un punto remoto como ordenando la procesión de imágenes que le va dictando la memoria, mientras sus manos imperceptiblemente van tejiendo los recuerdos en la apretada trama de su fe y sus vivencias, con la vocación de entrega anidada en su pecho.

De origen santafesino, se considera tan cordobés como si esta tierra hubiera sido su cuna “-Es que apenas tenía dos años cuando mi familia se trasladó a esa provincia”

-¿Cómo recuerda a la ciudad cordobesa a través de los ojos de niño?

-Una ciudad chica muy linda, con sus habitantes muy ocurrentes con sus tonadillas y sus chistes. Nosotros vivíamos en un barrio de los alrededores, ya que mi familia era de condición humilde para poder aspirar a las grandes casas de la urbe.  Lamentablemente perdí la tonada que me acompañaba desde chico en mis múltiples viajes.

-¿En ese ámbito se produce su encuentro con la guitarra?

-¡Como escapar!......En la mayoría de las casas habitaba una, bastante primitiva por cierto, bastante ordinaria  pero con el influjo de la tierra.  En aquella época era un problema conseguirle cuerdas, porque las dos primeras eran de tripas de gato, en consecuencia duraban el tiempo de un suspiro. Algunos paisanos usaban una bolsa como estuche que colgaban de un  clavo de la pared de la pieza, siendo a veces el único adorno del lugar. Yo empecé a estudiar seriamente haciendo solo clásico, de esto hace ya medio siglo atrás, hubo épocas que le dedicaba mucho tiempo hasta di algunos conciertos en Radio Nacional, Excelsior y  salones privados.

-¿Cuándo comienza a tocar canciones de raíz folklórica?

-Mucho tiempo después, primero escuché  bastante para poder reproducirlo porque en el pentagrama el rasguido no aparece, la habilidad de hacerlo bien solo se consigue escuchando.

-¿Que lo llevó a investigar sobre la obra de Yupanqui?

-Es que su obra me fascinó, es algo brujo. Más que llamar al aplauso llama al silencio, a la meditación.  La perfección literaria de sus coplas es del tipo de las del siglo de oro español, simples como aquella que dice;” No se ve la Cruz del Sur/ en las noches de tormenta/ hay que mirar dentro de uno/para encontrar a la huella”.¡Qué belleza! Cuanto dice con esa simplicidad que toca el alma del oyente, fíjese en la milonga sureña; “Tengo en el pecho una chuza/ que le llaman corazón/ es como un cencerro gaucho/ con su badajo cantor/ y va descubriendo a veces/ un vientito parecido a la ilusión/ viene y le arranca un sonido/ y él cree que ha salido el sol/ tengo que andarlo retando/ para hacerlo entrar en razón/ pero como es muy ladino/ me gana la discusión/ malhaya si yo pudiera dejarlo en algún rincón/ pero está dentro del pecho/ y sin él, yo no soy yo”.Perfecto. Un argumento probatorio que expresa la hondura humana en un  estilo que se puede percibir aún cuando el auditorio no comprendiera la letra, ya que él solo cantó en castellano.

-¿A su juicio, cuál fue el mérito mas grande de Yupanqui?

-Para mí es el de no salirse de ese esquema auténticamente folklórico, elevó su música a un nivel de recitales de las grandes ciudades del mundo, en el fondo muchos de los músicos clásicos se alimentaron del folklore de su tierra. Su obra se la entiende en general en forma periférica, porque es demasiado profunda como lo es el sentimiento guardado en ella.  Su contenido es de una línea cercana a lo metafísico, yo creo que el trasfondo de don Ata es religioso, sin que esto signifique que tuvo tal o cual confesión religiosa, sacral.  En su vocabulario hay siempre  una especie de preocupación constante por expresar lo infinito, lo inconmensurable, los misterios……

-Bueno, el dijo una vez;”Aspiro a expresar los tres misterios argentinos; la pampa, la selva y el misterio de los Andes...”

-El manejo de los misterios fue tan común para él. Horizontal cuando mira la planicie pampeana, vertical en los andes y la selva una especie de quietud, llena de vida en las alas de los pájaros o el color de sus flores. En Francia yo me dediqué a estudiar psicoanálisis, principalmente de Jünger o Michael Iade, quien trabaja con todos los símbolos míticos, así que al volver a Buenos Aires busqué todos los libros de Yupanqui para estudiarlos, con la intuición que detrás de su obra había símbolos importantísimos,  ella es muy pareja tanto en el valor literario, musical y la ejecución, es decir un corpus lleno de algo único en el mundo. Así lo entendieron y lo valoraron los europeos.

-Y los japoneses.

-Sí, yo creo que su capacidad de asimilar todo género de música auténtica se nota al hacer el kororó, un canto de cuna de Hiroshima bellísimo con una interpretación ante la que las lágrimas se escapan solas. Así es la historia de este extraordinario hombre al que solo le bastaban ejecutar unos cuantos compases para que el público lo reconociese.

-¿Y cuándo lo conoce?

-En el año 1954 recibí una visita suya en mi despacho en Córdoba, tomamos un cafecito y charlamos mucho. Hasta ese momento yo ni pensaba escribir libros. Al año siguiente publico un artículo para una revista de Buenos Aires ya desaparecida y lentamente empiezo a dar forma al proyecto de escribir sobre su obra. Recién en el 66 regreso a la Capital Federal y hablo con don Ata, por si tenía alguna objeción, me autorizó y solo coordinamos una serie de visitas. Hubo un paréntesis de 6 años, cuando habité en Chaco y al volver comenzó una amistad que comenzó con una frase suya  dicha con gesto muy adusto-” Yo soy un hombre que tiene muchos  defectos”-, a lo que yo contesté- “Vamos juntos don Ata, no miremos eso, mejor miremos su obra”- Y así lo hicimos.

-Ese análisis provoca tres libros.

-Sí. El primero se llamó “Atahualpa Yupanqui, drama y misterio”, el que se agotó bastante rápido, cuando la editorial me pide la reedición me dediqué a profundizar el tema, pero como autor tuve que asumir que entre mis manos había un  libro distinto, no una mera ampliación del primero, de esa manera aparece el segundo libro “Atahualpa Yupanqui, hombre y misterio” prologado por Suma Paz, quien entendió perfectamente el mensaje. Y al tercer libro lo titulé “Atahualpa Yupanqui: Tierra que anda, historia de un trovador” y lo hice a pedido de Nenette, su esposa. Lo terminé un año antes de su partida para el silencio. Hace unos dos años fue reeditado como “Atahualpa Yupanqui, campeador de misterios”, una palabra en desuso, los tiempos han transformado mucho el lenguaje, criollamente en mi niñez se usaba decir: Vamos a salir a campear, por eso el nombre. El segundo está agotado así que propuse reeditarlo, pero la editorial me advirtió que no era la línea de sus publicaciones, como previniéndome que no tuviera demasiadas ilusiones ¿no? (Y se sonríe)

-Los milagros existen, padre.

-Sí, pero por esos temas del marketing, no se puede lanzar un libro sin tener la seguridad de una pronta venta… (Medita un rato) las crisis económicas obligan a escribir dentro de una línea rentable, no creo sea la mía Ya jubilado de la docencia mi oficio es escribir, desde hace 6 o 7 años logro hacer un  libro por año, no grandes tomos, pese a mis buenos años encima.

-Buen promedio, Padre. En ¿que cátedras ha sido profesor?

-En Antropología, Teología Simbólica, pre-graduado en Teología Bíblica para lo que se obliga el conocimiento de los grandes símbolos, de los mitos antiguos. La escritura de hace 4000 años tomó como expresión de su mensaje transformándolos, eso me da material para escribir y entender mejor la obra yupanquiana.

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