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MARTÍN FIERRO

 LA OBRA - continuación

V. Gringos en la frontera. La estaquiada

134

Yo andaba desesperao,
Aguardando una ocasión
Que los indios un malón
Nos dieran, y entre el estrago
Hacérmeles cimarrón
Y volverme pa mi pago.

135

Aquello no era servicio
Ni defender la frontera;
Aquello era ratonera
En que sólo gana el juerte:
Era jugar a la suerte
Con una taba culera.

136

Allí tuito va al revés;
Los milicos son los piones,
Y andan en las poblaciones
Emprestaos pa trabajar;
Los rejuntan pa peliar
Cuando entran indios ladrones.

137

Yo he visto en esa milonga
Muchos Jefes con estancia,
Y piones en abundancia,
Y majadas y rodeos;
He visto negocios feos
A pesar de mi inorancia.

138

Y colijo que no quieren
La barunda componer;
Para eso no ha de tener,
El Jefe que esté de estable,
Más que su poncho y su sable,
Su caballo y su deber.

139

Ansina, pues, conociendo
Que aquel mal no tiene cura,
Que tal vez mi sepoltura
Si me quedo iba a encontrar,
Pensé mandarme mudar
Como cosa más sigura.

140

Y pa mejor, una noche
¡Qué estaquiada me pegaron!
Casi me descoyuntaron
Por motivo de una gresca:
¡Ahijuna, si me estiraron
Lo mesmo que guasca fresca!

141

Jamás me puedo olvidar
Lo que esa vez me pasó;
Dentrando una noche yo
Al fortín, un enganchao,
Que estaba medio mamao,
Allí me desconoció.

142

Era un gringo tan bozal,
Que nada se le entendía,
¡quién sabe de ande sería!
Tal vez no juera cristiano,
Pues lo único que decía
Es que era pa-po-litano.

143

Estaba de centinela
Y por causa del peludo
Verme más claro no pudo,
Y esa jue la culpa toda:
El bruto se asustó al ñudo
Y fi el pavo de la boda.

144

Cuando me vido acercar:
Quién vivore...? preguntó;
¿Qué víboras?, dije yo.
¡Ha garto!, me pegó el grito,
Y yo dije despacito:
¡Más lagarto serás vos!
 

 

145

Ahi no más, ¡Cristo me valga!,
Rastrillar el jusil siento:
Me agaché, y en el momento
El bruto me largó un chumbo;
Mamao, me tiró sin rumbo,
Que si no, no cuento el cuento.

146

Por de contao, con el tiro
Se alborotó el avispero;
Los Oficiales salieron
Y se empezó la junción;
Quedó en su puesto el nación,
Y yo fi al estaquiadero.

147

Entre cuatro bayonetas
Me tendieron en el suelo;
Vino el mayor medio en pedo
Y allí se puso a gritar:
¡Pícaro, te he de enseñar
Andar reclamando sueldos!

148

De las manos y las patas
Me ataron cuatro cinchones;
Les aguanté los tirones
Sin que ni un ¡ay! se me oyera,
Y al gringo la noche entera
Lo harté con mis maldiciones.

149

Yo no sé porqué el gobierno
Nos manda aquí a la frontera
Gringada que ni siquiera
Se sabe atracar a un pingo.
¡Si creerá al mandar un gringo
Que nos manda alguna fiera!

150

No hacen más que dar trabajo,
Pues no saben ni ensillar;
No sirven ni pa carniar:
Y yo he visto muchas veces
Que ni voltiadas las reses
Se les querían arrimar.

151

Y lo pasan sus mercedes
Lengüetiando pico a pico
Hasta que viene un milico
A servirles al asao...
Y eso sí, en lo delicaos,
Parecen hijos de rico.

 

152

Si hay calor, ya no son gente;
Si yela, todos tiritan;
Si usté no les da, no pitan
Por no gastar en tabaco,
Y cuando pescan un naco
Uno al otro se lo quitan.

153

Cuando llueve se acoquinan
Como perro que oye truenos.
¡Que diablos!, sólo son güenos
Pa vivir entre maricas,
Y nunca se andan con chicas
Para alzar ponchos ajenos.
 


 

154

Pa vichar son como ciegos;
No hay ejemplo de que entiendan,
Ni hay uno solo que aprienda,
Al ver un bulto que cruza,
A saber si es avestruza,
O si es jinete, o hacienda.

155

Si salen a perseguir
Después de mucho aparato,
Tuitos se pelan al rato
Y va quedando el tendal:
Esto es como en un nidal
Echarle güevos a un gato.

VI. Desertor. Las ruinas del rancho

156

Vamos dentrando recién
A la parte mas sentida,
Aunque es todita mi vida
De males una cadena:
A cada alma dolorida
Le gusta cantar sus penas.

157

Se empezó en aquel entonces
A rejuntar caballada,
Y riunir la milicada
Teniéndola en el cantón,
Para una despedición
A sorprender a la indiada.

158

Nos anunciaban que iríamos
Sin carretas ni bagajes
A golpiar a los salvajes
En sus mesmas tolderías;
Que a la güelta pagarían
Licenciándolo al gauchaje;

159

Que en esta despedición
Tuviéramos la esperanza;
Que iba a venir sin tardanza,
Según el Jefe contó,
Un menistro o qué sé yo...
que le llamaban don Ganza;

160

Que iba a riunir el ejército
Y tuitos los batallones,
Y que traiba unos cañones
Con más rayas que un cotín;
¡Pucha!... Las conversaciones
Por allá no tenían fin.

161

Pero esas trampas no enriedan
A los zorros de mi laya;
Que esa Ganza venga o vaya,
Poco le importa a un matrero.
Yo también dejé las rayas...
En los libros del pulpero.

162

Nunca juí gaucho dormido;
Siempre pronto, siempre listo,
Yo soy un hombre, ¡qué Cristo!,
Que nada me ha acobardao,
Y siempre salí parao
En los trances que me he visto.

163

Dende chiquito gané
La vida con mi trabajo,
Y aunque siempre estuve abajo
Y no sé lo que es subir
También el mucho sufrir
Suele cansarnos, ¡barajo!

164

En medio de mi inorancia
Conozco que nada valgo:
Soy la liebre o soy el galgo
Asigún los tiempos andan;
Pero también los que mandan
Debieran cuidarnos algo.

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