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MARTÍN FIERRO

 LA OBRA - continuación

IV. El pulpero. A buena cuenta

104

Seguiré esta relación,
Aunque pa chorizo es largo:
El que pueda hágase cargo
Cómo andaría de matrero,
Después de salvar el cuero
De aquel trance tan amargo.

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Del sueldo nada les cuento,
Porque andaba disparando;
Nosotros de cuando en cuando
Solíamos ladrar de pobres:
Nunca llegaban los cobres
Que se estaban aguardando.

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Y andábamos de mugrientos
Que el mirarnos daba horror;
Les juro que era un dolor
Ver esos hombres, ¡por Cristo!
En mi perra vida he visto
Una miseria mayor.

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Yo no tenía ni camisa
Ni cosa que se parezca;
Mis trapos sólo pa yesca
Me podían servir al fin...
No hay plaga como un fortín
Para que el hombre padezca.

108

Poncho, jergas, el apero,
Las prenditas, los botones,
Todo, amigo, en los cantones
Jue quedando poco a poco;
Ya me tenían medio loco
La pobreza y los ratones.

109

Sólo una manta peluda
Era cuanto me quedaba
La había agenciao a la tabla
Y ella me tapaba el bulto;
Yaguané que allí ganaba
No salía... ni con indulto.

110

Y pa mejor hasta el moro
Se me jue de entre las manos;
No soy lerdo... pero, hermano,
Vino el Comendante un día
Diciendo que lo quería
Pa enseñarle a comer grano.

111

Afigúrese cualquiera
La suerte de este su amigo,
A pie y mostrando el umbligo,
Estropiao, pobre y desnudo;
Ni por castigo se pudo
Hacerse más mal conmigo.

112

Ansí pasaron los meses,
Y vino el año siguiente,
Y las cosas igualmente
Siguieron del mesmo modo:
Adrede parece todo
Pa atormentar a la gente.

113

No teníamos más permiso,
Ni otro alivio la gauchada,
Que salir de madrugada,
Cuando no había indio ninguno,
Campo ajuera a hacer boliadas
Desocando los reyunos.

 

114

Y cáibamos al cantón
Con los fletes aplastaos,
Pero a veces medio aviaos
Con plumas y algunos cueros,
Que pronto con el pulpero
Los teníamos negociaos.

115

Era un amigo del jefe
Que con un boliche estaba;
Yerba y tabaco nos daba
Por la pluma de avestruz,
Y hasta le hacía ver la luz
Al que un cuero le llevaba.

116

Sólo tenía cuatro frascos
Y unas barricas vacías,
Y a la gente le vendía
Todo cuanto precisaba...
Algunos creiban que estaba
Allí la proveduría.

117

¡Ah, pulpero habilidoso!
Nada le solía faltar.
¡Ahijuna!, para tragar
Tenía un buche de ñandú;
La gente le dio en llamar
El boliche de virtú.

118

Aunque es justo que quien vende
Algún poquito muerda,
Tiraba tanto la cuerda
Que, con sus cuatro limetas
Él cargaba las carretas
De plumas, cueros y cerda.

119

Nos tenía apuntaos a todos
Con más cuentas que un rosario,
Cuando se anunció un salario
Que iban a dar, o un socorro;
Pero sabe Dios qué zorro
Se lo comió al Comisario;

120

Pues nunca lo vi llegar,
Y al cabo de muchos días
En la mesma pulpería
Dieron una güena cuenta,
Que la gente muy contenta
De tan pobre recibía.

121

Sacaron unos sus prendas,
Que las tenían empeñadas;
Por sus deudas atrasadas
Dieron otros el dinero;
Al fin de fiesta el pulpero
Se quedó con la mascada.

122

Yo me arrescosté a un horcón
Dando tiempo a que pagaran,
Y poniendo güena cara
Estuve haciéndome el poyo,
A esperar que me llamaran
Para recibir mi boyo.

123

Pero ahi me puede quedar
Pegao pa siempre al horcón,
Ya era casi la oración
Y ninguno me llamaba;
La cosa se me ñublaba
Y me dentró comezón.
 


 

124

Pa sacarme el entripao
Vi al Mayor, y lo fi a hablar;
Yo me lo empecé a atracar,
Y como con poca gana
Le dije: Tal vez mañana
Acabarán de pagar.

125

¡Que mañana ni otro día!,
Al punto me contestó:
La paga ya se acabó;
¡Siempre has de ser animal!
Me raí y le dije: Yo...
No he recebido ni un rial.

 

126

Se le pusieron los ojos
Que se le querían salir,
Y ahi no más volvió a decir
Comiéndome con la vista:
¿Y qué querés recibir
Si no has dentrao en la lista?

127

Esto sí que es amolar-,
Dije yo pa mis adentros;
Van dos años que me encuentro
Y hasta aura he visto ni un grullo;
Dentro en todos los barullos
Pero en las listas no dentro.

128

Vide el pleito mal parao
Y no quise aguardar más...
Es güeno vivir en paz
Con quien nos ha de mandar;
Y reculando pa atrás
Me le empecé a retirar.

129

Supo todo el Comendante
Y me llamó al otro día,
Diciéndome que quería
Aviriguar bien las cosas...
Que no era el tiempo de Rosas,
Que aura a naides se debía.

 

130

Llamó al cabo y al sargento
Y empezó la indagación:
Si había venido al cantón
En tal tiempo o en tal otro...
Y si había venido en potro,
En reyuno o redomón.

131

Y todo era alborotar
Al ñudo, y hacer papel;
Conocí que era pastel
Pa engordar con mi guayaca;
Mas si voy al Coronel
Me hacen bramar en la estaca.

132

¡Ah, hijos de una...! ¡la codicia
Ojalá les ruempa el saco!
Ni un pedazo de tabaco
Le dan al pobre soldao,
Y lo tienen, de delgao,
Más ligero que un guanaco.

133

Pero qué iba a hacerles yo,
Charabón en el desierto;
Más bien me daba por muerto
Pa no verme más fundido:
Y me les hacía el dormido
Aunque soy medio despierto.
Y eso sí, en lo delicaos,
Parecen hijos de rico.

sigue

 

 

 


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