P�gina declarada de Inter�s Cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires por Resoluci�n N� 374/07 del 15/11/2007
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OBJETOS REPRESENTATIVOS  
LA GUITARRA


 

La guitarra es un instrumento musical de cuerda, compuesto de una caja de madera (con un agujero ac�stico en el centro de la tapa), seis cuerdas y un m�stil con trastes.

Existen evidencias arqueol�gicas de que en 1400 a.C. los hititas crearon instrumentos de cuerda parecidos a la lira (el instrumento de varias cuerda m�s sencillo y antiguo del mundo), pero con el agregado de una caja de resonancia, por lo que ser�an antecesores de la guitarra.

En la India estos instrumentos eran conocidos en idioma s�nscrito como sit�r (y esta palabra dar�a origen a la palabra "guitarra").

Estos instrumentos llegaron hasta los griegos, que deformaron ligeramente su nombre: kiz�ra (que los ingleses transliteran kithara). Luego los romanos pidieron prestado este nombre e instrumento modific�ndolo por ch�ttara (que en espa�ol se termin� llamando c�tara).

El primer instrumento con m�stil fue la ud �rabe (cuyo nombre los espa�oles terminaron fundiendo err�neamente con su art�culo: �la ud� femenina se convirti� en el masculino �la�d�).

En Espa�a la guitarra era ya muy utilizada a finales del siglo XVII, cuando Gaspar Sanz compone su Instrucci�n de m�sica sobre la guitarra espa�ola y m�todos de sus primeros rudimentos hasta ta�er con destreza. Anteriormente hab�a guitarras de nueve cuerdas: una cuerda simple y cuatro "�rdenes" (pares de cuerdas).

Para dar mayor consistencia a la guitarra se a�adieron unas barras debajo de la tapa arm�nica. Esto permiti� que la tapa de madera fuese m�s fina, obteniendo mayor resonancia y una mejor distribuci�n del sonido.

Posteriores reformas, como el uso de un m�stil reforzado y elevado, as� como de clavijas met�licas en lugar de las de madera y la fabricaci�n con materiales que favorecen la ac�stica, dan origen a lo que hoy conocemos como guitarra cl�sica.

En el siglo XIX la guitarra alcanz� su mejor sonido, belleza en el tono y proyecci�n con las siete varas extendidas bajo la tapa arm�nica por el luthier de Almeria, Espa�a, Antonio Torres Jurado, el aumento de su caja de resonancia, as� como el ensanchamiento del m�stil.

El luthier espa�ol Jos� Ram�rez III junto al guitarrista Narciso Yepes le agregaron cuatro cuerdas m�s en las graves, sobre un amplio m�stil cuyos m�ltiples trastes permiten ampliar notablemente la gama de sonidos de la mano izquierda. Narciso Yepes toc� por primera vez esta guitarra de diez cuerdas en Berl�n en 1964 y a partir de ese a�o fue su instrumento habitual en los conciertos, especializ�ndose en piezas renacentistas y barrocas.

La guitarra se toca apoyando la caja arm�nica sobre el regazo, con el m�stil o diapas�n hacia la izquierda. Esto hace que las cuerdas m�s graves queden arriba y las m�s agudas abajo.

Para tocar la guitarra se apoyan los dedos de la mano izquierda sobre algunas cuerdas, oprimi�ndolas contra el m�stil o diapas�n justamente entre los trastes (resaltos de metal incrustados a trechos en el m�stil) de manera que a las cuerdas les quede la longitud libre correspondiente a la altura (o sonido) deseada.

Una vez que se ha fijado de esta manera la altura de todas las cuerdas (o de las cuerdas que se desea pulsar), la mano derecha las rasguea, puntea o arpegia, generando una melod�a si toca un sonido por vez, un acorde si se ejecutan tres sonidos o m�s, o una armon�a si se arpegia ese acorde.

La mano izquierda del guitarrista es la que realiza el trabajo m�s dif�cil para tocar la guitarra, ya que se debe apoyar la yema de todos los dedos de la mano (excepto el pulgar, que generalmente se ubica detr�s del m�stil de la guitarra) con mucha firmeza.

Tras muchos a�os de trabajo, los guitarristas �ya sean diestros o zurdos� desarrollan m�s fuerza en los dedos de la mano izquierda que en los de la derecha, ya que la mano derecha s�lo puntea (pulsa una cuerda por vez con la yema o la u�a de un solo dedo) o rasguea (roza varias cuerdas casi simult�neamente con la yema del pulgar, la u�a del pulgar o las u�as de los dem�s dedos).

PARTES DE LA GUITARRA

1) LA TAPA ARM�NICA: Es la parte principal de la guitarra, las mejores maderas son pino abeto o cedro del Canad�.

2) EL M�STIL Se observar� detenidamente la altura de las cuerdas respecto al diapas�n, en el traste 12. Con una gran altura de las cuerdas (10 mm) se podr�n realizar sonidos de mayor intensidad, pero se tendr� m�s imprecisi�n al tocar y la afinaci�n ser� m�s im�perfecta. Lo recomendable para una guitarra cl�sica de concierto es de 4 1/2 mm. para la 6ta cuerda y 3 mm para la 1ra cuerda, tomando esta medida entre el lomo del traste 12 y la parte inferior de la cuerda estando la guitarra afinada.

3) CAJA DE RESONANCIA O CUERPO DE LA GUITARRA -Est� formada por dos tapas exactamente iguales en cuanto a forma, y por dos tiras que siguiendo el contorno de las tapas, se cie�rran por ambos extremos, con lo cual forman un volumen donde se amplifican los soni�dos que emiten las cuerdas al vibrar.

 4) EL PUENTE: Pieza de madera adherida a la tapa arm�nica est� situado en el tercio inferior de la tapa aproximadamente. La misi�n del puente es sujetar las cuerdas y transmitir sus vibraciones a la tapa. Por tal raz�n ser�a deseable que puente y tapa fuesen una mis�ma pieza, o sino unidos mediante un buen adhesivo, r�gido y resistente. Para la construcci�n de puente se utiliza madera de palo santo, de gran resistencia y belleza. Los seis agu�jeritos que presenta el puente para soporte de las cuerdas fueron ideados por Dionisio Aguado en el a�o 1824.

5) EL M�STIL Y EL DIAPAS�N: El m�stil es el mango de la guitarra. Requiere una madera de ba�ja densidad para que pese poco. Estos requisitos los cumple con la madera de cedro cen�troamericano (Cedro de Honduras). El diapas�n exige una madera muy dura, pues el gol�pear de los dedos y el roce constante de las cuerdas acaban por producir huellas relativa�mente profundas. Ninguna madera cumple mejor estas condiciones que el �bano de Guinea (llamado �bano carbonero, por su aspecto mate)

EL FONDO: Es igual que la tapa arm�nica. Su misi�n como parte de la caja de resonancia, estriba en contener el volumen de aire y recibir el choque de las ondas sonoras, para reflectarlo hacia fuera. La elecci�n de las maderas del fondo van dirigidas hacia la mayor ornamentaci�n del instrumento, y por lo tanto, se exigen maderas de gran belleza, como el palo santo, jacarand�, caracolillo o cipr�s.

6) LA CABEZA: Se construye en cedro centroamericano, como continuaci�n del m�stil se une a �ste con adhesivos muy resis�tentes. En esta parte de la guitarra es el soporte del clavijero, y �ste, a su vez de las cuerdas. La terminaci�n de la cabeza brinda al constructor el lugar donde expresar su sello propio.

LEYENDA

Este dulce instrumento musical que nos trajeron los espa�oles, a pesar de su origen ha adquirido nacionali�dad en nuestro pa�s. Lo consideramos como nuestro porque desde los albores de la patria hasta nuestros d�as fue y sigue siendo el m�s querido.

En la soledosa llanura de la pampa y en el laberinto con�fuso de las sierras y los valles, vibran sus cuerdas en la dulce melancol�a de las vidalitas y en el alegre punteo de los gatos. Simboliza ella por s� sola el alma de nuestra tierra, y sus acor�des sonoros y vibrantes tuvieron ecos de varonil clarinada cuando en los vivaques alent� -como en Pozo de Vargas�a los valientes a decidir la lucha que se cre�a p�rdida.

Una leyenda de Catamarca nos dice c�mo naci� la guitarra:

En un apartado rancho, lejos de toda poblaci�n ind�gena, viv�a un mozo guapo llamado Hilario. Ten�a a la soledad como �nica compa�era. Muchas auroras y crep�sculos vieron aquel gaucho solitario que no sent�a m�s que la grave m�sica del bosque, la temeraria quietud de la llanura y la embargante tristeza del campo con su horizonte de cielo y tierra. De tiempo en tiempo recorr�a las poblaciones lejanas con la esperanza de encontrar a la compa�era que present�a en sus sue�os, aquella que se une a la vida del hombre para compartir sus esfuerzos, sus luchas y esperanzas: aquella que se busca como consuelo, como fuerza unidad, como "el agua a las piedras"; como los cardones en la loma, como la luna busca en los cielos la ruta de los dioses que se fueron de la tierra".

Lleg� el d�a en que conoci� a Rosa, la criolla m�s linda y graciosa del pueblo cercano. Desde entonces, las noches os�

curas del gaucho se tornaron claras, iluminadas- por los ojos de la mujer amada. Hilario viv�a feliz con su compa�era en el rancho levantado en medio del bosque silencioso. La vida se hab�a transformado, los crep�sculos se tomaron so�adores, el viento parec�a correr m�s manso en las noches, en constan�te di�logo con las hojas del bosque, como el quejido de una copla aldeana o de una vidala. Pero, como toda cosa buena, no pod�a durar.

Una ma�ana Hilario dej� sola a Rosa para ir a una poblaci�n cercana. Se despidieron tiernamente, sin presentir que esa ma�ana luminosa, en que los azahares y las margaritas parec�an m�s risue�os que nunca, tendr�a que ser la �ltima que estuvieran juntos.

Amuray, el cacique de una tribu, se hab�a enamorado tambi�n de la cristiana, y hab�a sido rechazado. Rencoroso y vengativo, resolvi� raptada. La oportunidad, pues, se present� el d�a en que Hilario se ausent�.

Por la tarde regres� el gaucho, ansioso de las caricias de su compa�era, sin sospechar la cruel sorpresa que le espera�ba. Encontr� vac�o el rancho y en el patio, se�ales frescas de lucha desesperada, as� como huellas de caballo, desde la trillada hasta el sendero. Imaginado lo ocurrid�, se lanz� desesperado en persecuci�n del raptor, hasta que logr� alcanzado. La lucha fue feroz. Pero al fin el valiente gaucho pudo arreba�tar a la cautiva de los brazos del indio, que agonizante recogi� mientras �ste hu�a como una exhalaci�n. Desesperado, estrech� el cuerpo amado entre sus brazos mientras sollozando gritaba su nombre, que el eco de los cerros vecinos devolv�a lastimosamente. Cuando lleg� la noche cargada de tristezas, mor�a la infeliz cautiva y con la cabeza inclinada sobre el ros�tro querido se adormeci� Hilario.

Al rayar el alba desperezando el monte, despert� de su profundo sue�o al son de una m�sica de notas misteriosas, hallando en sus brazos una caja con forma de mujer en lugar del cuerpo de su compa�era. Con ella cant� durante su vida el recuerdo de su amada en vidalas sollozantes, plenas de nostalgias y sentimientos.,

 

Fuente: Revista Folklore del Norte A�o 1 Vol. 4
             Revista El Pialero - N� 84 - 2007

 

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