Deidad 
             diaguita-calchaquí protectora de las vicuñas, llamas y guanacos. Es 
             un enano de rasgos indígenas, vestido con casaca, calzón, 
             escarpines y sombrero de vicuña. Calza diminutas ojotas de duende. 
             Anda silbando por los cerros. Masca coca continuamente y procura 
             ocultarse de la mirada de los hombres. Vigila con celo el ganado 
             que pace en el paisaje andino. Cuando se ven moverse a lo lejos las 
             tropas de animales sin que pastor alguno las conduzca, es que 
             Coquena las arrea hacia sitios de mejor pasto. 
             También se dice que durante la noche lleva rebaños cargados de 
             plata y oro extraídos de distintas minas cordilleranas hacia el 
             Sumaj Orko de Potosí, para que sus riquezas no se agoten. Los 
             bagajes van atados con víboras, a modo de cuerdas.  
             Es raro encontrarse con él pero si esto ocurre, se lo toma como un 
             presagio nefasto. Tal visión no dura más que un instante, porque de 
             inmediato se transforma en un espíritu. Castiga con dureza pero 
             también sabe otorgar bienes. Sus víctimas son los cazadores que 
             matan con armas de fuego y los arrieros que cargan demasiado a sus 
             llamas. A los buenos pastores los premia con monedas de oro.
                Bibliografía 
                Adolfo Colombres: Seres sobrenaturales de la cultura popular 
                argentina,  Edic. Del Sol, Bs. As., 
                 1999. 
					
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