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HEMBRAS BRAVAS LAS FORTINERAS

Entre bailes y combates

La única obligación placentera era la de los bailes que se hacían cada tanto en los Fortines. Jóvenes o viejas, ninguna podía faltar: la orden era terminante. Eran los únicos momentos de alegría.Claro que también podía armarse algún entrevero, como cuando la Rosa Mala vio a su cabo bailar con otra. Esa noche la fiesta terminó en un duelo que ganó la mujer.

El cabo casi murió de una puñalada y la Rosa Mala fue desterrada.

Eran bravas para todo. En una oportunidad el coronel Hilario Lagos debió llevar su regimiento (el 2 de caballería) hacia Mercedes. Como no podía dejar vacío su fortín, llamó a Mamá Carmen y la nombró Sargento primero. Mamá Carmen hizo vestir con uniforme de soldados a las mujeres y organizó la vigilancia. Cuando aparecieron los indios, no sólo los dispersó sino que salió a perseguirlos. El día que regresaron los hombres al fortín, no creyeron la historia hasta que vieron los tres prisioneros que las fortineras habían capturado.

Si esos tres vivieron -al menos hasta la vuelta de Lagos-, menos suerte tuvo el viejo indio que se acercó a otro fortín, que había quedado a cargo de Misia Magdalena mientras los soldados estaban de patrulla en el desierto, Aunque el hombre dijo que quería volver a vivir entre los blancos, ella lo fusiló. Se estaba vengando de la muerte, en el combate de San Carlos, de su marido y sus tres hijos.

En otra ocasión, mientras cuidaba la tropilla del jefe, la Parda Presentación -una entrerriana casada con un Sargento- espantó, sola y sin ayuda, a un grupo de indios que intentaba acercarse al cuartel.

A curanderas tampoco les ganaban. Catalina Godoy, Mamá Pilar, Mamá Culepina, la Viejita María, Mercedes la Mazamorrera, todas eran expertas en el uso de hierbas y tisanas. Mamá Pilar, incluso, curó en una ocasión al general Teodoro García.

 Las olvidadas

Cuando todo terminó,muchos de los sobrevivientes se quedaron en el sur. Algunos -no todos- recibieron pequeñas parcelas.La Pasto Verde(Carmen Funes)fue una de las que se afincó. Construyó un ranchito que hizo las veces de posta en el camino de Neuquén a Zapala, hoy ruta 22.(una zamba la recuerda) - Mercedes la Mazamorrera vivió cerca de ella.¿Y el resto? El teniente coronel Eduardo Ramayón contó, en 1914, qué fue de ellas: "El gobierno (mientras duró la Campaña) las proveía de cierta porción del racionamiento que se asignaba al soldado, raciones modestísimas que más tarde, con la desaparición del indio, quedaron definitivamente suprimidas... Estas mujeres ¿qué suerte corrieron? Una vez que todo fue paz y fraternidad, porque habían terminado las guerras, la situación de las pocas sobrevivientes quedó completamente definida con la eliminación de las listas en que figuraban y su no admisión en los cuarteles."Sin embargo, "ellas también fueron soldados -escribió Vera Pichel en su libro-. Con ese espíritu tomaron a su cargo las tareas que les fueron asignadas: cocinaron para todos, lavaron la ropa de sus familiares y de soldados enfermos o heridos, cuidaron la tropilla. Curaron, rieron, hablaron de amor... y tomaron un fusil y dispararon cuando fue necesario con la fuerza y la valentía de los veteranos. De ese modo entraron a formar parte, también ellas, de la Conquista del Desierto."

Recopilación Peña Clarines y Fogones CIRSE Bs.As.

 

 
 
 

 

 


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