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INTIHUAYRA

Hace años los conocí en Cosquín a estos  jujeños, jóvenes, inquietos y talentosos. Con muchos adjetivos podemos  nombrar a este grupo folklórico “Intihuayra” viento del sol en castellano conformado por Pachi Herrera, Bacha Fiad, Ezequiel López, Capi Nieva y José Alba. Desde  el año ’99 despliegan su arte con muchísima energía por los escenarios de diversos festivales: maulincho, palo de lluvia, zampoña, chuli, erke, quena, erquencho, chaschas, redoblante, ocarina, charango, redoblante son algunos de los instrumentos que los acompañan .Viven en Córdoba debido al estudio pero se han convertido en músicos populares itinerantes. En el marco del “5º Encuentro de músicos independientes” en Bahía Blanca, organizado por la familia Pacheco, tuve la oportunidad de entrevistarlos.

- ¿Es difícil generar espacios para mostrarse en Córdoba?

Ezequiel-Nosotros tenemos la seguridad que con esfuerzo y lucha generamos un espacio con mucha dignidad en Córdoba, y pensamos que así puede hacerse en todas las provincias.  Esa hambre que tenemos por distintas cosas que no solo son musicales, no se vive solo de ella,  sabemos que hay que trabajar para generar espacios.  Aunque uno tenga propuestas interesantes y bonitas pero si no se tiene el lugar y la forma de mostrarlo,  no va a trascender nunca, solo se va a tocar para los amigos.  Nosotros no tenemos esa intención, queremos tocar para la gente, pero también queremos vivir dignamente de de nuestra música bonita, sobre todo si uno se considera…

-¿Músicos populares?

 Capi-Sí, nosotros acostumbramos a identificarnos como tales y salimos al encuentro del público, para sentirnos reflejados en el movimiento social debemos participar todos.  Si no se termina en una élite de músicos cerrados, un círculo más entre otros.  La idea es romper ese círculo para que funcionemos todos como músicos populares y el público en el lugar imprescindible, es una retroalimentación.

-¿Por qué piensan que no tienen mucha prensa los músicos populares?

 Bacha-Porque debemos estar llevando continuamente la información, hay una gran confusión. El periodismo ha tomado un protagonismo superior a de los artistas que hace que estos deban corretear a los periodistas para que un  día vean sus trabajos, pero  también están los  músicos que ya triunfaron y son famosos. En todos los ámbitos es igual a los que ya son reconocidos se les regala los instrumentos y a los que están empezando no. Yo creo que eso mismo pasa con el periodismo, la mayoría de los medios de prensa están interesados en hacer preguntas a los que ya son éxito.  Puede ser que alguno busque algo nuevo, salga y recorra la noche para ver que está pasando, pero es casi nulo.  Eso tiene que ver con el facilismo, un problema cultural, es mucho más fácil esperar que llegue la noticia a generarla.  Es la búsqueda personal de cada uno.

-¿Qué hicieron para rebelarse al sistema?

Pachi-  El conformismo es una cultura instalada y perjudica mucho a todos los ámbitos.  La realidad es que tampoco hay que quedarse con los brazos cruzados.  Nosotros, contra ese sistema hemos decidido hacer talleres y salir a las escuelas.  Ir desde la base por una cuestión de mostrarnos y terminó siendo una experiencia impresionante que nos permitió crecer como personas y como músicos.  Los usamos también como medio de difusión de nuestras canciones. Los chicos las terminan cantando aunque ese día las hayan escuchado por primera vez.

José-Puede ser un largo camino pero a  nosotros nos da muchas satisfacciones  y muy buenos resultados.  El esfuerzo está, para ello vamos por los pueblos sembrando nuestras semillitas y de a poquito llegamos a la gente adulta por medio de los chicos. Invitamos a los papás para cerrar el recital con toda la familia.De esa manera nos acercamos no solamente a los jóvenes, para que toda la gente que tenga interés pueda escucharnos.

- Desde que comenzaron en Intihuayra han tejido un montón de ilusiones ¿Han tenido que ceder muchas?

Ezequiel- Esto comenzó con mucha inocencia, en las reuniones nunca nos lo planteamos.  Nuestro primer objetivo fue vender el primer disco “Pa’la vuelta” para poder pagarlo y lo superamos con creces y ahora hemos planteado esta manera como forma de vida y como un camino de compromiso social y musical.  Nosotros somos muy tozudos, jóvenes entre 28 y 30 años de edad, todos jujeños y amigos.

-¿Cuando comienzan?

Capi-Desde muy changuitos tocábamos en un colegio aunque éramos de diferentes cursos y escuelas, elegíamos una, pedíamos permiso y tocábamos.    Cuando teníamos 15 años la Secretaría de Cultura de Jujuy  largó un programa para formar grupos,  con un profesor encargado de enseñarnos.

-¿Salieron muchos grupos?

Pachi-No, solo Intihuayra, ignoro las causas de deserción. Y de nosotros solo quedamos tres porque nos separamos al año debido a que uno se iba a estudiar a Buenos Aires.  Cuando teminamos el secundario nos encontramos en Córdoba con Ezequiel que ya estaba cantando con Bacha, al que conocíamos de Jujuy pero tocando rock y blue.  La casualidad hace que a Ezequiel le sale una fecha para tocar en la peña jujeña universitaria, nos invita a tocar con él, nos gustó… era el sonido de Intihuayra, así que el 23 de agosto de l999 el día del éxodo jujeño es nuestro cumpleaños.

-¿Cuando grabaron por primera vez?

José-La primera grabación fue en el 2001 en Cosquín, fue una buena experiencia grabar, después vino la mala, nos estafaron, hicimos la presentación del disco sin disco porque no nos llegó nunca. Para la segunda laburamos a conciencia, y fue buenísimo, con un productor bárbaro, no tuvimos inconvenientes solo que perdimos la inocencia, “artesanalmente” y se pagó solo, después pudimos editar como corresponde. Vendimos como 4000 discos y “Almas” el último ya vendimos unos 3000.  No sé si se vende solo pero sabemos que tiene energía propia, muy fuerte, va creciendo como un hijo. Anoche varias personas nos preguntaron que quiere decir el diseño de la tapa y le explicamos que es una costumbre jujeña,  hacemos una ofrenda de pan.  Para el 1º de noviembre, se hace una comida para los difuntos, se les deja esa noche para que vengan las queridas almas a saborearlas.

-¿Como es la elección a la hora de plantearse la el repertorio?

Bacha-Es rarísimo. Por ejemplo, hacíamos versiones nuevas de viejas canciones, cada una esta hecha con muchas ganas y respeto como si fuese nuestra, vibramos con ella, pero también tenemos las nuestras, aunque para este disco elegimos “Verde, verdecito” del Bicho Díaz, hermosa, cuentan que él fue a Tucumán a guitarrear con unos changos y le piden toca esa de Intihuayra “Verde, verdecito”, -¡Es mía!- dijo el Bicho- pero hay que compartir. (Se ríen con ganas)

- El andar los ha llevado a hacer talleres en las escuelas ¿Es difícil llegar a los chicos?

José- Fuimos aprendiendo, hace más de 4 años que lo hacemos.  Somos concientes que en nosotros hubo una modificación en la forma de comunicarnos con los chicos, tal vez en un  primer momento era muy técnica, pero llegamos a la conclusión que hay que actuar como en un juego, nosotros también nos empezamos a sentir niños, cantamos canciones  nuestras con ellos y se sienten identificados.

Bacha-De eso se trata, tratarlos de igual a igual, divertirnos pero aprender todos.  Uno trasmite lo que sabe de instrumentos, ritmos, pero en este camino aprendimos a dar el taller de la forma que ellos nos enseñaron, se trata de eso, una interrelación, son muy espontáneos, si se aburren lo demuestran y se les provoca risa lo hacen sin  prejuicios.

Pachi- Son experiencias de prueba y error constante. A este modelo le queda poca vida porque lo queremos modificar entero para nuestra propia búsqueda, quizás porque nos gusta aprender a nosotros todo el tiempo.

-¿Como se entra a la escuela para ofrecer el taller?

Ezequiel-Generalmente nos contactamos por intermedio del los profesores de música, pero depende de la dirección que tengamos acceso.  En las escuelas más humildes es mucho más fácil ese acceso, con una apertura mucho mayor. El taller dura una hora, llevamos el sonido, la escenografía, todo.  No necesitamos más que el espacio físico.  Tocamos canciones según la edad evolutiva de los chicos, a los más changuitos le cantamos canciones infantiles y nuestra, les mostramos los instrumentos y los ritmos, contándoles para que sirven, como se ejecutan y en que momento del año se usan, para que fiesta, como los pueden construir con los elementos que hay en sus casas, instruimos a los maestros sobre los mismos, les contamos leyendas y los hacemos participar.  Uno de los ítems principales es que reconozcan que hacen folklore en el lugar donde se encuentran, en su cuadra, en  su barrio está presente. A partir de eso queremos que se les despierte la inquietud que no solamente la música es folklore, también la manera de tomar mate, ir vestido de determinada manera, la comida, las costumbres,  que aprendan a identificar el folklore de cada lugar para saber que ellos mismos lo construyen todos los días, sin sentirse ajenos a la cuestión, somos nosotros los responsables, esa es la idea.

José-No hay asociación entre identidad y vida cotidiana y el folklore.  Lo que está planteado es el mundo globalizado y nosotros no vivimos así, cada pueblo tiene su idiosincrasia, su forma de vivir la vida, hacemos mucho hincapié en esto. Además en los talleres los instrumentos que usamos no están construidos por luthiers, sino por niños.  Ellos tienen una imaginación terrible, hacen maravillas, y nosotros los vamos recogiendo y mostrando, les explicamos quien lo hizo, tal vez una chiquita de Córdoba de 6 años que empleó tales materiales, usan la creatividad todo el tiempo.

-Hablando de chicos y globalización ¿En que ha cambiado Jujuy con la declaración de Patrimonio Universal?

Capi- Según mi entender en dos palabras “Lenta devastación”.  El turismo es muy invasivo, no tiene respeto por las cosas que nos pasa como pueblo.   Como jujeños pensamos que es bueno que se hayan fijado en la Quebrada de Humahuaca, pero para la gente que vive allí es muy frustrante, no recibieron beneficios, eso está pasando con las tierras, se las están sacando por unas pocas monedas. Se adueñaron pensando en sacar provecho, alimentarse de ese lugar, cuando no tiene nada se lo abandona. Hay una invasión cultural muy importante.  Yo me crié en Tilcara, era un refugio energético que fue cambiando a lo largo de los años.  Hay un estancamiento, una falta de reacción de la gente que no está preparada para enfrentarse a este movimiento gigante de empresas multinacionales.

Los chicos de la escuela San Martín de Bahía Blanca están esperando que comience el taller, una hora donde grandes y chicos comparten la experiencia de cantar bailar, aprender y sobre todo reírse con  el talento desplegado por Intihuayra. Un espectáculo de excelente calidad  al que muchas escuelas  deberían tener acceso.

 
Fuente: Carlos Arancibia
 
 
 

 

 


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