La
Provincia del Chaco se encuentra ubicada al norte de
la Argentina entre los paralelos 24 y 28° de latitud
sur y entre los meridianos 58 y 63° de longitud oeste.
Sus límites provinciales son: al norte, al sur, Santa
Fe Formosa; al este con la República del Paraguay y
Corrientes; al oeste, Santiago del Estero.
El
territorio está enclavado enteramente a la zona del
Gran Chaco, ocupando el sector sur este de esta gran
llanura. Dentro de su relieve llano se nota una
inclinaciön hacia el sureste, distinguiéndose dos
zonas: oriental y occidental. En la primera, con
lluvias abundantes, predominan los suelos arenosos y
arcillosos, en donde los albardones y terrazas altas
constituyen zonas fértiles; mientras que las zonas
anegadas de esteros y lagunas sólo son aptas para la
ganadería. En la zona occidental seca predominan los
suelos calcáreos.
El sur de la provincia
forma parte de los Bajos Submeridionales, relieve
deprimido permanentemente inundado, poco habitado y
utilizado principalmente para la cría extensiva de
ganado.
Los movimientos tectónicos que originaron la
cordillera de los Andes repercutieron en esta
planicie, originando algunas nuevas fallas como la
ocupada por los ríos Paraná - Paraguay.
ORIGEN
DEL NOMBRE CHACO
El vocablo CHACO es una
deformación fonética de CHACÚ, término con el que se
denominada a una práctica ceremonial de caza de los
habitantes del sur del Imperio Inca. La influencia
cultural ejercida por los quechuas en el norte de
nuestro país, hizo que esta costumbre también se
practicara en el Chaco Austral, en aquellos lugares
donde había sabana. Consistía en formar grandes
rondas, con el concurso de varias tribus, que
alcanzaban kilómetros de diámetro, para luego
estrechar la formación gritando y produciendo el mayor
ruido posible. Cuando el círculo se había cerrado lo
suficiente, los cazadores más diestros ingresaban en
él, provistos de armas para realizar la matanza de los
animales que les eran útiles. Este procedimiento se
realizaba en forma anual una vez, excepcionalmente
dos. Tenía significado ritual, por lo tanto no debe
entenderse como hábito de caza de los chaquenses.
Aunque
no tienen relación aparente, por lo menos en cuanto al
significado aplicado en la toponimia, se hace
imperioso recordar que en el estado de Nuevo México de
los Estados Unidos de Norteamérica, al sur de ese país
se desarrolló una civilización llamada Chaco. Existen
importantes yacimientos arqueológicos en la
actualidad, donde se puede medianamente reconstruir la
historia de este pueblo de agricultores y pescadores,
de cuyos asentamientos se conservan restos a lo largo
del cauce del río Chaco. Este curso de agua, que
permanece seco la mayor parte del año, fue el hábitat
donde un pueblo ya desaparecido, construyó edificios
de piedra, utilizados para vivienda y los más
importantes para ceremoniales de tipo religioso.
SINTESIS HISTÓRICA
La
provincia del Chaco estuvo habitada antes de la
llegada de los europeos por grupos étnicos conocidos
como guaycurúes a los cuales pertenecían los tobas,
mocovíes, abipones, pilagas y mbayaes.
Todos estos grupos se dedicaban a la recolección de
frutos de algarrobo, mistol, chañar, molle, higos de
tuna y cogollos de palmera. Además de ello eran
cazadores y pescadores.
Los mocovíes organizaban cacerías de venado, pecaríes,
tapires y avestruces, incendiando los hábitats de
estos animales, mientras que en los ríos pescaban
usando arco, flecha y lanza.
Mocovíes y abipones fueron los últimos en entrar en
contacto con los misioneros y conquistadores
españoles, dado que se asentaban en las regiones
boscosas del oeste chaqueño. Los restantes grupos se
encontraban más o menos donde continúan
mayoritariamente viviendo en la actualidad: noroeste
de Chaco y Formosa.
La suelta de caballos traídos por los españoles desde
Asunción, modificó la forma de vida de los guycurúes
chaqueños quienes rápidamente los adoptaron. De su
tradicional traslado a pie pasaron a ser ágiles
jinetes, cambiando además su forma de guerrear por la
del malón.
En
1528 la expedición española al mando de Sebastián
Gaboto recorre por primera vez las márgenes chaqueñas
en el trayecto que llevó a la avanzada europea por los
ríos Paraná y Paraguay hasta la desembocadura del
Bermejo. A esta expedición pronto le siguieron otras
como las de Juan de Ayola y Domingo de Irala.
El 14 de abril de 1585, Alonso de Vera y Aragón funda
Nuestra Señora de la Concepción de Bermejo primer
asentamiento español en tierras chaqueñas. Este
poblado creció sin sobresaltos hasta 1632, año en que
todos sus habitantes fueron obligados a trasladarse a
la ciudad de Corrientes debido a la hostilidad de los
abipones.
Hacia 1590 la iglesia comienza su acción en la zona
por intermedio de los misioneros Alonso de Barzana y
Pedro Añasco. Desde Asunción o Salta los
expedicionarios y misioneros continuaron con una tarea
de reconocimiento y lenta penetración que no se hizo
efectiva hasta bastante tiempo después.
En
1780 el franciscano Francisco Morello realiza las
primeras exploraciones del río Bermejo.
La creación de nuevas colonias a partir de 1905 (Charadai
en 1905, El Zapallar en 1909, Makallé en 1910,
Presidencia Roque Sáenz Peña, Quitilipi y Gancedo en
1912) y la instalación del ferrocarril de Barranqueras
al oeste, inicio una nueva etapa colonizadora en el
Chaco, la ocupación de las tierras y el aumento de la
población.
Entre 1895 y 1914, arribaron al Chaco unos 3400
paraguayos y 12.608 correntinos. En 1920 la corriente
inmigratoria estaba constituida principalmente por una
población de origen italiano, y español, mientras que
a partir de esta época comienza a aumentar la
proporción de inmigrantes provenientes de Europa
central y oriental con predominio de polacos, la
proporción de inmigrantes provenientes de Europa
central y oriental con predominio de los polacos.
Estos se dedicaban predominantemente a la actividad
agrícola.
Los nuevos contingentes inmigratorios fueron los
artífices del auge algodonero chaqueño a partir de la
década del 30 y se asentaron especialmente en el
centro y oeste del territorio provincial:
Presidencia
Roque Sáenz Peña, Las Breñas, Charata, Corzuela, San
Bernardo y Villa Angela entre otros.
HIDROGRAFIA
De los principales
cauces hídricos de la provincia destaca el río Bermejo
que nace al sur de Bolivia y luego de atravesar
territorio salteño, ingresa en el Chaco delimitando su
frontera norte. Este río presenta la particularidad de
haber abandonado su cauce natural en 1870, de manera
que hoy fluye en el río Teuco, mientras que el cauce
antiguo, denominado Bermejito, vuelve a encontrarse
más adelante con el Teuco, para en un curso común,
desembocar al norte de la ciudad de Resistencia, en
aguas del río Paraguay.
El río Paraguay marca el límite internacional con la
República homónima en sus últimos tramos antes de
desembocar en el río Paraná. Este último flanquea el
límite oriental de la provincia al sur del río
Paraguay, marcando el límite natural con la Provincia
de Corrientes.
Otros ríos importantes de la provincia son: el
Tragadero, el Negro y el Salado, afluentes del Paraná
cuyo curso es alimentado por las abundantes lluvias de
la región.
Hacia el oeste, sobre el límite con Santiago del
Estero, el clima muda sus características hacia otro
de tipo continental estival: cálido con estación seca.
CLIMA
La zona este presenta
un clima cálido y húmedo con lluvias superiores a los
1000 mm anuales producidas por el choque de masas de
aire tropical. Los topes pluviométricos se registran
durante los meses de noviembre y marzo
Hacia el oeste, sobre
el límite con Santiago del Estero, el clima muda sus
características hacia otro de tipo continental
estival: cálido con estación seca.
FLORA Y FAUNA
La
llanura chaqueña, está comprendida dentro del Parque
Chaqueño, pero por influencias del clima, la
hidrografía y el suelo, dentro de la formación vegetal
se distinguen una zona oriental o húmeda, una central
de transición y una occidental seca, pero manteniendo
el bosque como rasgo dominante de su paisaje.
En la zona oriental predomina el quebracho colorado
árbol adaptable a condiciones de poca humedad. Sobre
las márgenes de los ríos crecen especies que necesitan
de mayor humedad como el lapacho negro, el viraró, el
timbó colorado, el yibirápita, el sauce criollo, el
aliso de río, el laurel negro, etc.
En las tierras altas aparecen ejemplares de guayacán,
quebracho blanco, espina corona, Iapacho rosado,
guayaibí y otros. Trasladándose hacia el oeste, el
bosque es menos denso y pueden encontrarse especies
como quebracho blanco, quebracho colorado santiagueño,
itín, algarrobo blanco y negro, palo santo, guayacán,
mistol, chañar, tala, palo borracho, etc.
En
la región oeste predomina un bosque xerófilo al que se
lo conoce como El Impenetrable, caracterizado por la
presencia de arbustos bajos y espinosos, que van
desapareciendo hacia el sur con el empobrecimiento de
los suelos, dando lugar a cactus, chañares y breas.
La fauna del Chaco es riquísima en especies de aves y
mamíferos Dentro de las primeras encontramos una
variedad cercana a las 350 especies, destacándose el
cardenal, el tordo, distintas variedades de palomas,
loro, perdiz, tero, garza blanca y rosada, chajá,
charata, diversas variedades de patos, ñandúes,
canastitas, martín pescador, pájaro carpintero,
hornero y otros.
Entre los mamíferos aparecen: guazunchos, vizcachas,
zorrinos, liebres, chanchos moros, pumas, yaguaretés,
zorros, monos carayá, coatíes, hurones, lobitos de
río, osos hormigueros, tatú carreta, corzuelas,
jabalíes, comadrejas, pecaríes, tapires, carpinchos,
gatos salvajes, etc.
MITOS,
LEYENDAS, SUPERSTICIONES Y COSTUMBRES DEL CHACO
EL ALMA
MULA
Creencia
llegada al Chaco con los
santiagueños. El recurso de inventar historias
que despierten temor en los auditorios de
fogones, especialmente jóvenes, fue una
herramienta eficaz para transmitir oralmente,
valores y principios que fueron sumamente
necesarios a la hora de establecer reglas de
convivencia y una escala de valores en la que se
asentaría las nuevas generaciones.
En Santiago del
Estero, la Mula Ánima o Alma Mula, vaga en lo
espeso de los montes, arrastrando una cadena,
mientras larga fuego por los ojos y los ijares.
Si encuentra algún desprevenido que se aventura
solo a altas horas de la noche, lo mata a
patadas. La razón de la cadena, que además
produce un gran ruido, es la esperanza que tiene
la mujer maldita convertida en mula, de que algún
varón bien varón la sofrena venciendo el miedo, y
e esa manera su alma será redimida para viajar al
cielo.
En la zona serrana,
vaga por la falda de los cerros una mula maldita,
haciendo mucho ruido mientras larga fuego por los
ojos y los ijares.
Arrastra un "freno",
que le produce dolor cuando pisa las riendas, que
le hace gritar de manera horrible, que hiela la
sangre de quien la escucha. Mata a patadas a
quien encuentra vagando en la alta noche serrana.
También un hombre de mucho coraje y fe, puede
salvar esa alma maldita.
Deberá sofrenarla,
para que se transforme en mujer, cuya alma,
inmediatamente se elevará purificada al cielo.
Otras variantes,
dicen que la mula maldita, recorre los
alrededores de las poblaciones en días de
tormenta. Antes de comenzar su periplo llega
hasta la puerta de la iglesia, y luego comienza a
caminar largando fuego por los ojos y la boca,
arrastrando un "freno". Mientras se desplaza
emite desgarradores gritos de dolor, el es
producido al pisar las riendas que arrastra. Si
alguien con mucho coraje quiere redimir esa alma
maldita, deberá trazar el dibujo de una
habitación, en el patio de la iglesia con un
facón y esperar de rodillas su aparición. La
forma de cruz de la empuñadura protegerá al
valiente, que debe cortar el freno para conseguir
el perdón divino de la mujer impura.
En todos los casos la
transformación se debe a un castigo divino, dado a una
mujer de vida disipada que se mezcló en amores
carnales con un cura, con su padre, o con su hermano.
En el Chaco los jóvenes campesinos se gastan bromas
llamándose "lomo negro", en alusión a la banda oscura
que tiene en el pelaje la mula, que le recorre toda la
espina dorsal, desde la cabeza al nacimiento de la
cola.
EL
BASILISCO
Ingresa
esta creencia a nuestra provincia con los santiagueños
que llegaron para trabajar en la zafra algodonera y
los obrajes. Dicen las abuelas santiagueñas que el
Basilisco es una víbora con patas y cabeza de gallo.
Que tiene la mirada penetrante, que mata con solo
mirar a los ojos a las personas. Además su aliento es
tan fuerte, que las plantas se marchitan cuando él
exhala su aliento sobre ellas. Nace de un huevo de
gallo puesto a la medianoche, sin yema, y empollado
por un sapo. Para matarlo se debe colocar un espejo
delante de él, para que se auto fulmine. No
rapta, ni asusta a las personas. Debe tenerse cuidado
de encontrarlo por el riesgo de morir fulminado por su
mirada.
La
dispersión de la leyenda hace que en el noroeste
argentino se afirme, que los tesoros o "tapados"
escondidos en las cuevas de las montañas, son
custodiados por Basiliscos. Quizá esta afirmación sea
una transmisión no sistemática de la creencia europea
de los primeros tiempos de la minería. Decían los
mineros que en los socavones morían víctima del
aliento de este terrible animal. En realidad se
trataba de gases venenosos, de cuya presencia
aprendieron más tarde a protegerse. Como toda leyenda
popular, cuando un fenómeno físico sobrepasa los
conocimientos que ostenta el hombre que lo observa,
encuentra una salida sencilla y satisfactoria,
mediante la fabulación. En la antigüedad, los
habitantes de la región de Cantabria (España)
afirmaban conocer al Basilisco y el arma que
utilizaban para protegerse de él, era un gallo que
portaba debajo del brazo, para que cante ante la
presencia del demonio, único capaz (el gallo) de
contrarrestar su poder. En antiguos tratados de
Historia Medieval y China, encontramos relatos de
Basiliscos con mucha frecuencia. Además en Europa se
acostumbraba bautizar las piezas de artillería, con
nombres de animales que configuraban una alegoría a su
poder de destrucción. Basilisco se llamó a una pieza
de artillería, de bronce, de gran calibre, que cayó en
desuso por lo incómodo de su manejo.
A
consecuencia de la imposición cultural que significó
el implante forzoso de la religión traída por los
españoles, y la silenciosa resistencia a abandonar sus
antiguos dioses de parte de los nativos, se produjo un
sincretismo desordenado de algunas cuestiones
culturales. Entonces es común encontrar límites
imprecisos entre paganismo y religión (oficial). Así
tenemos presencia de Basiliscos en la concurrencia de
Salamancas, o custodios de antiguos tesoros en oro y
plata enterrados por los aventureros españoles u
Obispos poderosos ante la posibilidad de saqueo.
EL
UTURUNCO
En todo el norte de
nuestro país, desde el límite marcado por el río
Uruguay, hasta la precordillera y de allí hasta el
trazado del río Salado en Santa Fe está muy difundida
la creencia de la transformación del hombre en animal.
Estas metamorfosis son justificadas de diferentes
maneras: Desde maldición divina a pacto con el diablo
y su dispersión folclórica llega a Perú, Bolivia,
Chile
y
Paraguay. Personalmente he oído hablar (o he tenido
acceso a investigaciones sobre el tema) del Lobizón
(área guaranítica), Yaguareté Avá (área guaranítica
especialmente Paraguay), Runauturunco (en Perú y
Bolivia), Muturunco (en Catamarca) y el Uturunco (en
Santiago del Estero).
Recuerdo a mi abuela
santiagueña que nos infundía miedo para evitar
nuestras incursiones por el monte, hablándonos del
Uturunco. Decía ella, que se trataba de un hombre
solitario, ermitaño, que vivía en las cercanías, que
practicaba magia negra, que había pactado con el
Diablo para convertirse en tigre (yaguareté) durante
las noches o siestas y salir a comer cabras,
potrillos, o terneros según su apetito.
Aprendimos que al firmarse
el “Tratado” por el cual pasado un tiempo debía este
señor entregar su alma, le fue dado en custodia un
trozo de cuero (“cuerito” decía ella) el que frotaba
mientras se revolcaba por el piso cuando deseaba que
se operara la transformación. Era muy difícil matarlo,
porque siempre eludía la persecución de los perros. Si
ocurría la muerte automáticamente se convertía en
humano en presencia del ejecutor. Si se quemaba su
rancho con el “cuerito” adentro o alguien le robaba el
amuleto, éste se entregaba para que lo maten. Si no
querían hacerlo, insultaba a algún pendenciero para
que lo haga en pelea.
Actuando como docente del
nivel primario, cuando trabajé en lugares con
población mayoritariamente descendiente de
santiagueños, escuché achacar al Uturunco la muerte de
sus cabras, terneros o potrillos cuando no podían
identificar al león (puma) como autor de matanzas
masivas. Es característico en el yaguareté y el puma
esta acción. Cuando caza, primero sacia su hambre,
luego sigue matando como parte de un juego macabro.
En las regiones argentinas
de montaña donde no hay “tigres” (yaguareté) le llaman
muturunco y se afirma que la trasformación es de
hombre a “león” (puma). En las zonas quechua y aymará
de Bolivia y Perú se denomina Runauturnco y por último
en el área guaranítica Yaguareté Avá. Los guaraníes
afirman que solo se transforman los poseedores de
poderes especiales cedidos por Tupá, sin “trato”. Los
santiagueños, catamarqueños, salteños, riojanos
adjudican la propiedad a solitarios personajes muy
comunes en sus comarcas aisladas, quienes obtendrían
el poder mediante pacto con Satán.
Jorgelina Soulet dice que
la transformación se produce al momento que el hombre
se revuelca sobre una piel de tigre pronunciando
extrañas palabras. Afirma la misma autora que en
algunos lugares quien se transformará en tigre, no
león, se sumerge en un estanque, de donde sale
convertido en Uturunco.
Hay un cierto paralelo con
el Lobizón, que es una transformación en perro
mediante maldición divina. En todo el Continente
Americano y en gran parte de Europa desde antiguo,
persiste la creencia de la transformación del hombre
en animal, por causas que varían según la región donde
la creencia se origina.
LA MUJER
VESTIDA DE BLANCO
En los aislados parajes y
alejadas poblaciones de la incipiente Provincia del
Chaco, durante los últimos cincuenta años del Siglo XX,
algunos caminantes afirmaban haber tenido encuentros
con la “Mujer de Blanco”. Esta aparición se
manifestaba como una joven de hermoso cuerpo, vestida
de tul blanco cubriendo su humanidad hasta los pies,
que levitaba, y acompañaba a los solitarios que se
aventuraban durante las noches en barrios periféricos
o caminos de poco tránsito.
Personalmente recogí
versiones en lugares con preeminencia de población
oriunda de la Provincia de Santiago del Estero. Nadie
afirmó ser atacado por el fantasma. En el peor de los
casos, ésta, le acariciaba sus rostros con el tul
mientras caminaba a su lado, o sentada en el “anca”
(parte posterior del lomo) del caballo, sin proferir
palabra. El sentimiento de consternación y miedo fue
aprovechado por las madres de jóvenes audaces, que les
advertían de la aparición, si salían de parranda
durante las noches, sobre todo en días laborables.
Recuérdese que en esos tiempos, no tan lejanos, por el
arraigado machismo de nuestra sociedad, las damas
jamás andaban solas luego del oscurecer.
En la zona rural y barrios
de Las Breñas, había una especie de miedo colectivo a
la aparición. Por ejemplo, en una oportunidad, me tocó
vivir una tensa situación de temor, ante la aparente
presencia de la “Mujer de Blanco”, que veíamos
moverse, un grupo de estudiantes secundarios que
regresábamos de un baile en la zona rural, en una
encrucijada de caminos. Llegamos a dispararle con un
arma de fuego, a la forma que, para nosotros, muy
sugestionados, veíamos levitar desplazándose de un
lugar a otro. Pasado el impacto inicial, y llevados
por la inconciencia de la juventud y el alcohol
ingerido, fuimos a su encuentro, descubriendo que era
un quebracho blanco seco, descascarado, tumbado entre
el ramaje, que brillaba con la luz de la luna, sin que
se haya movido jamás.
También escuché a muchos
descendientes de europeos en la Provincia de Misiones,
hablar de este espanto americano. En las cercanías de
los Saltos de Tabaí (cercanos a la ciudad de Jardín
América), dicen, una mujer etérea, vestida de blanco
suele sentarse sobre el capot de los automóviles, para
acompañar a los turistas durante un corto trayecto.
Otras veces se la observa flotando por la banquina de
la ruta nacional Nº 12, en el tramo entre el balneario
y la ciudad.
La actitud siempre es de
escapar de su presencia, o de ocultar la cara. Pero
algunos, con algo de descreimiento y coraje han
descubierto que se trata de pura sugestión. Por
ejemplo, me contó un criollo que residía en el Paraje
Loro Blanco (en el triángulo formado por Las Breñas,
Corzuela y Pampa del Infierno, que cierta vez cuando
regresaba de la casa de su novia a caballo, se le
sentó la mujer en el anca del caballo, acariciando su
cara durante un largo trayecto. Después de rezar
profusamente, haber soportado el miedo y transpirado
con abundancia quiso tomarla, para descubrir quién
era. Descubrió se trataba de su pañuelo (llevado al
cuello) que con el viento le rozaba el rostro.
Pareciera que la mujer, en
todas las sociedades, ha despertado no sólo admiración
en el sexo opuesto, sino que además, se ha utilizado
su imagen para infundir miedo. Y no es que haya
conexión entre el folclore de algunas regiones
europeas, con el vernáculo. Salvo la transmisión
operada por los españoles durante el proceso de
conquista, el resto del viejo continente, casi no ha
intercambiado acervos culturales. Por ejemplo los
irlandeses temen al lamento de la banshee,
mujer que anuncia con sus gemidos la muerte de un ser
querido. El folclore irlandés tiene muchísimos
“testimonios” de su existencia. Dicen, tiene cabellera
roja y sólo es vista, a veces, por la persona que va
ha morir. (Los moribundos y sus familiares, en pocas
ocasiones alcanzan a verla cuando gime peinando su
cabellera, junto a la casa del condenado) Queda
demostrado con esta creencia, que la fabulación es
parte del ser humano. Cuando cultiva su intelecto,
alcanza abstracciones muy elaboradas, de otro modo,
genera simples duendes o fantasmas.
LA
SALAMANCA
Llegó al Chaco junto con los santiagueños que se
desplazaron hacia nuestra provincia atraídos por la
zafra algodonera y la gran demanda de mano de obra que
en ese tiempo ofrecía la actividad forestal. Algunos
de ellos fueron conducidos por sus "Patrones" (los
colonos) que viajaron expresamente a buscarlos. Otros
simplemente arrearon sus míseros ganados, cargaron sus
pocos enseres en zorras o volantas e hicieron el viaje
hasta el sector noroeste del Chaco, donde se afincaron
como pequeños criadores de ganado criollo.
Desarrollaron una agricultura de subsistencia y muchos
de ellos estacionalmente participaban de la cosecha
del algodón en los alrededores.
En las noches, en ruedas de
fogón, contaban a sus jóvenes historias sobre la LA
SALAMANCA. El gran interés que despertaron estas
narraciones hizo que sea un excelente recurso para
infundir miedo, aumentar su prestigio de "hombres
experimentados" y sobre todo, transmitir pautas
culturales, y valores de tipo ético o moral. Esta
actitud, nos permite valorar el ingenio de los
primeros criollos que sin haber recibido educación
formal, descubrieron que el relato de historias
fantásticas podía llevar entre líneas, aquellas
enseñanzas que le interesaba transmitir a sus hijos.
Igual procedimiento fue utilizado por los primeros
pueblos europeos. Es decir, fabulando historias que
interesaban sobremanera a los cándidos repertorios,
explicaron el origen del mundo material, satisficieron
la curiosidad respecto de los fenómenos internos del
alma, dieron a conocer reglas de comportamiento social
y encontraron una respuesta a la gran duda sobre el
origen del mundo.
La
Salamanca es el baile de los diablos. En ese aquelarre
donde participa todo el Averno. Encontramos allí a los
excluidos, las brujas, los asesinos, los malditos y
también a quienes asisten para adquirir determinadas
destrezas. El diablo mayor otorga el don de ser el
mejor guitarrero, el mejor domador, suertudo con las
guainas, ganador en los juegos de azar, buen
cuchillero y mejor rastreador, a quien, pacto de
sangre mediante, firme un TRATO con él. Este convenio
consiste en adquirir las destreza deseada, a cambio
del alma, la que será entregada cumplido el plazo que
se estipula en el acto. Pero para ganar la confianza
del Tío, es necesario vencer pruebas de valor antes de
ingresar al recinto. Soportará el salamanquero el
embate de horribles bestias, furiosas víboras, sonidos
que hielan la sangre, visiones demoníacas, cruzará
senderos de espinas y fuego, pero principalmente
abjurará de Dios, escupiendo a la entrada un
crucifijo. Cerrado el trato, sale al mundo a despertar
la envidia de otros varones y la admiración de las
mujeres.
En
Santiago del Estero dicen que la Salamanca se halla en
la profundidad de los montes. Que los solitarios
sacheros suelen escuchar una música irresistible en la
lejanía de la espesura. Quien tema las malas artes, o
por principios religiosos reniegue de esas prácticas,
evitará dejarse llevar por la tentación. En Catamarca,
cuando alguien es sospechado de haber visitado la
Cueva del Diablo (socavones en la montaña) observan al
pasar éste si proyecta sombra, señal inequívoca que es
prueba irrefutable. En Chile dicen que para llegar al
lugar es necesario conocer la fórmula mágica que debe
pronunciarse, la cual es transmitida por alguien que
ya estuvo allí. En nuestro país, para llegar a La
Salamanca, se requiera de la firme voluntad de
hacerlo, armado de un coraje extraordinario para
vencer todos los peligros figurados que deberá sortear
para alcanzar tan preciadas habilidades.
La
creencia en La Salamanca proviene de España. Allí al
finalizar la expulsión de los moros, se tejieron
historias sobre las prácticas de brujería y magia
negra que llevaban a cabo los invasores en las cuevas
de las montañas y la más famosa era la Cueva de
Salamanca. Hay en la actualidad una provincia homónima
en el norte de ese país y también una diócesis. La
literatura ibérica satirizó a la sociedad de la época,
creando obras donde los protagonistas cuya moral se
cuestionaba, eran visitadores de las Cuevas para
estudiar magia negra. En la Argentina, el cancionero
popular ha abordado el tema, lo mismo que la
literatura gauchesca (recuérdese Santos Vega y Don
Segundo Sombra).