Cuando era 
									estudiante de Ingeniería en 
									Telecomunicaciones en la ciudad de La Plata, 
									buena parte de los alimentos para mis 
									comidas provenían de las encomiendas que 
									mamá y papá me mandaban desde mi lejana y 
									añorada ciudad natal, Chilecito, allá, en la 
									provincia de La Rioja de extensos llanos 
									sedientos, grandes montañas con nieves 
									eternas y valles de ensoñación.
									
									Ya recibido y 
									con hijos, mis padres seguían mandándome 
									encomiendas conteniendo productos regionales 
									y exquisitos dulces y pan caseros que ellos 
									mismos preparaban. Y alguna ropita que mamá 
									siempre confeccionó o tejió para nosotros.
									
									La encomienda 
									que llegó un día de aquellos en que la 
									personita que luego se llamaría Lisa 
									Guillermina María crecía en el seno de su 
									madre, además de arrope 
									pan casero y un abrigo para mí tejido por 
									mamá con lana gruesa, contenía nueces de 
									Guanchín 
									y grapa de 
									Pituil.
									
									 Una mañana fría 
									del mes de Julio de 1976 llevé un poco de 
									nueces y una pequeña botella con grapa para 
									compartir con mis colegas en la Facultad de 
									Ingeniería. En un intervalo entre clase y 
									clase nos sentamos con Celi (a quien 
									cariñosamente llamábamos “el bolita”), 
									Acosta (Don Acosta), Gutierrez  (“el macho”) 
									y López Conde (“el conde López”) a comer 
									nueces acompañándolas con mate y, entre mate 
									y mate, un traguito de grapa. Don Celi, 
									después de ingerir el primer sorbo de grapa 
									dijo: 
									
									 “Ahhh... ¡qué 
									perfume!, ¡qué sabor!... Pero es puro 
									alcohol”. 
									
									 Y con la misma 
									parsimonia y delicadeza con que arreglaba el 
									instrumental y los equipos, volcó un poquito 
									de grapa sobre la gruesa goma negra que 
									protegía la madera de la mesa y le prendió 
									un fós- foro. Una llama azulada surgió del 
									perfumado líquido hasta que se consumió.
									
									 Don Acosta, 
									mientras comía con fruición las nueces, me 
									dijo:
									
									 “Chango, ¿por 
									qué no te hacés un nogal con estas nueces 
									tan ricas y tan sanas?” 
									
									Le respondí 
									incrédulo: 
									
									 “Don Acosta, 
									estas nueces fueron garroteadas, secadas al 
									sol, peladas. Están muertas”.
									
									“No hombre, no”, 
									dijo Don Acosta y, acompañando sus palabras 
									con gestos expresivos, continuó: “Lo que 
									nosotros estamos comiendo es la semilla, es 
									como el carozo de un durazno”.
									
									  Y me dio las 
									explicaciones necesarias para transformar 
									esa bella y pequeña nuez en un inmenso árbol 
									frondoso. 
									
									 Esa tarde, 
									yendo para casa, la casa que alquilaba para 
									vivir desde mis años de estudiante en 
									45 entre 15 y 16, 
									paré en una estación de servicio para cargar 
									nafta y de paso pedí una lata de cinco 
									litros de aceite, vacía. Después pasé por el 
									terreno donde construiríamos nuestra casa 
									propia y, del sector del fondo, saqué tierra 
									bien negra y 
									llené con ella una bolsa de esas que se usan 
									para sacar los residuos hogareños. En casa 
									abrí la lata, la limpié de los restos de 
									aceite con diarios viejos y un trapo, puse 
									la tierra en una maceta vacía en el patio de 
									baldosas, la desmenucé bien y la eché en la 
									lata completándola hasta unos cinco 
									centímetros del borde superior. Luego elegí 
									tres nueces y las enterré simétricamente 
									hasta una profundidad igual a su propia 
									altura. Todo de acuerdo a las indicaciones 
									de Don Acosta. Le eché un poco de agua y, 
									siendo ya la oración, la puse al reparo al 
									lado de la puerta de la cocina. Al otro día, 
									al medio día, la puse en el patio soleado y 
									así, agregándole agua cuando la tierra 
									estaba seca,  pasaron los meses del 
									invierno.
									
									 El 8 de Agosto 
									nació Lisa Guillermina María. Finalizando 
									Septiembre, comenzó la tierra de la lata de 
									aceite a abrirse para dejar salir las tres 
									pequeñas plantitas de nogal. Con el tiempo, 
									las pequeñas hojitas tiernas iban tomando el 
									mismo color verde suave de los ojos de Lisa. 
									Y crecieron juntos. 
									
									 Cuando Lisa 
									comenzó a gatear y a incorporarse sola, se 
									acercaba a la lata y acariciaba las 
									plantitas sin dañarlas.
									
									 La siguiente 
									primavera, cuando se poblaron de hojas las 
									tres plantitas, con Lisa paradita a mi lado, 
									con mucho cuidado, elegí la que se veía más 
									alta y robusta y a las otras dos, sin 
									arrancarlas, las doblé y las enterré a su 
									alrededor. Noté la tristeza que se anidó en 
									los ojos de mi bella niña y, sin pensar que 
									no me entendería, le dije que en esa pequeña 
									latita no podían vivir tres plantitas, que 
									una sola debía quedar y que las otras dos se 
									quedaban con ella para darle de comer desde 
									la tierrita. Llené su pequeña regadera con 
									agua y ella alimentó  su nogalito con mucha 
									alegría. Después nos fuimos a andar en 
									triciclo por la amplia vereda de la calle 
									45. Esa noche, después de repetir conmigo la 
									oración que su nonna Cesarina nos había 
									enseñado – “Gesù bambino soave, del 
									mio cuore ti do la chiave. Apri e chiudi al 
									tuo piacere, di me fai sempre il tuo volere”- 
									Lisina dijo: “Que bello il mio noce”. Y 
									cerró sus ojos de mirada clara. Y una 
									sonrisa iluminó su rostro tierno y tibio 
									mientras mis dedos acariciaban su mejilla.
									
									
									 En 1978 
									alquilamos una casa cercana al terreno donde 
									era inminente el comienzo de la construcción 
									de nuestra casa. 
									
									 La mudanza del 
									nogalito estuvo a cargo de Lisa. Hay una 
									bella foto en la que capté a Lisa caminando 
									y empujando su triciclo desde el manubrio 
									con el nogalito viajando apoyado en el 
									asiento. 
									
									 En 1979 nos 
									mudamos a nuestra casa. Y allí fue Lisa con 
									su nogalito que aún permanecía en su lata de 
									cinco litros de aceite. Una de las primeras 
									cosas que hicimos fue elegir un lugar para 
									él. Hicimos el pozo, cortamos la lata, 
									sacamos el pan de tierra completo y 
									¡plantamos con Lisina el nogal! 
									
									 Lo protegí con 
									un cerco perimetral de palos a pique y 
									alambre tejido para que ni los animales, ni 
									los chicos del barrio que tenían su canchita 
									de fútbol en el terreno baldío de al lado, 
									pudieran dañarlo. 
									
									 Pasó el tiempo. 
									El nogalito brotaba, echaba sus hojas; en 
									otoño se ponía dorado, perdía sus hojas; en 
									primavera volvía a brotar. Pero no crecía.
									
									 En Mayo de 1981 
									fuí a la Fiesta de Santa Rita de Casia, 
									patrona de Chilecito. Comenté con Don 
									Alfredo (Farid) Abilar, agricultor 
									propietario de fincas en Famatina y Guanchín,  
									la situación del nogalito de Lisa. Con su 
									voz simpática y cantarina me dijo:
									
									“Mirá Quechito, 
									te venís conmigo a Guanchín, vamos a juntar 
									la hojarasca que hay debajo de los nogales 
									y, cuando vayas a La Plata, en Junio, das 
									vuelta la tierra alrededor de la planta, le 
									ponés toda esa hojarasca y la tapás con la 
									misma tierra. Le hace falta su propio 
									alimento que en la tierra de allá no hay.”
									
									 Y agregó:
									
									  “Es como un 
									niño al que le falta la leche de su madre”
									
									 Así hice. Llené 
									dos bolsas de arpillera con hojas secas de 
									nogal, pequeñas ramitas, cáscaras de nueces 
									y todo lo que queda después de la cosecha 
									debajo de las plantas en la nogalada y me 
									las llevé a La Plata.
									
									 Un domingo de 
									fines de Junio, mientras preparaba el 
									asadito, retiré 
									el cerco protector y me puse a dar vuelta la 
									tierra alrededor del nogal al tiempo que le 
									sacaba la gramilla que la cubría. Y, con voz 
									baja, mientras esto hacía, silbando y 
									cantando,  le decía al nogalito:
									
									 “Te traje esta 
									comidita de tus padres riojanos así creces 
									sano y fuerte”.
									
									 De pronto 
									escuché la inconfundible voz de Lisina que 
									recién se levantaba y estaba bien 
									abrigadita:
									
									 Con chi parli, 
									babbo?.
									
									“Con il piccolo 
									noce”, le dije.
									
									 Con toda 
									inocencia, ella preguntó: 
									
									 E lui ti 
									capisce?
									
									 Le respondí 
									suavemente mientras le besaba la mejilla:
									
									 “Io credo di 
									si, per quello li parlo”.
									
									 Mirándome a los 
									ojos con sus verdes ojos volvió a preguntar:
									
									 E che gli dici?
									
									 Saqué un puñado 
									de hojarasca de una de las bolsas de 
									arpillera y poniéndolo ante sus ojos le 
									respondí: 
									
									 “Gli dico che 
									ho portato il latte della sua mamma che si 
									trova in questa terra di Guanchin”.
									
									Con gesto de 
									incredulidad me dijo:
									
									 “Quale latte?. 
									Io non lo vedo.”
									
									 Entonces le 
									expliqué:
									
									“Le piante si 
									alimentano con le cose que si levano della 
									terra, nella stessa forma che tu prendi il 
									biberón.”.
									
									 No muy 
									satisfecha  dijo:
									
									 “E quello, gli 
									farà bene?”
									
									 Con suave 
									firmeza y convicción en mi voz le dije:
									
									“Si, crescerà 
									piú alla svelta e sarà più sano”
									
									Entonces Lisina, 
									con ese gesto suyo característico de niña 
									decidida y voluntariosa, dijo
									
									 “Allora, io ti 
									aiuto”
 
									
									Y con sus 
									pequeñas y delicadas manos de “dibujante 
									del mundo”,
									
									Lisina se puso a 
									desmenuzar los terrones y a sacar los 
									pastitos. Pusimos la hojarasca y la cubrimos 
									con la tierra limpia.
									
									 Luego rehice el 
									cerco protector y regamos todo.
									
									 Esa primavera 
									el nogal renació y creció más que todo el 
									tiempo pasado en la lata de aceite y los 
									casi dos años transcurridos en su sitio 
									definitivo.
									
									 Por estos 
									primeros días de Marzo de 2.003 la copa del 
									nogal cubre casi todo el parque de nuestra 
									casa y sus nueces comienzan ya a caer al 
									igual que su hojas.
									
									 Lisina terminó 
									sus estudios secundarios, perfeccionó su 
									inglés a través de un intercambio en Nueva 
									Zelanda, aumentó sus conocimientos sobre la 
									cultura Italiana en la Universidad de Siena, 
									terminó su Licenciatura en Economía en la 
									Universidad Nacional de La Plata, obtuvo una 
									beca a fines del 2.001 en La Escuela 
									Superior de Santa Ana, Pisa, Italia, hizo su 
									“master” y por estos primeros días de Marzo 
									de 2.003  está trabajando en una empresa en 
									la ciudad de Terni, Italia.
									
									Lisina y su 
									vegetal hermano, menor que ella por unos 
									pocos días, crecieron cada uno en su ámbito 
									y están dando sus frutos.
									
									Por estos 
									primeros días de Marzo de 2.003, una mañana 
									platense, medio día en Terni, conversando a 
									través del teclado de la computadora usando 
									Internet, Lisina, entre otras cosas, me 
									escribió:
									
									“Extraño mi 
									ciudad!. Una grande y hermosa ciudad!. 
									Extraño mi nogal!. Yo era la encargada de 
									recoger las nueces y de juntar las hojas 
									secas del parque en el otoño”.
									
									 Desde más de 
									doce mil kilómetros de distancia ambos se 
									reconocen y se extrañan.
									
									 Ella en el 
									humano lenguaje de ceros y unos a través de 
									Internet lo explicita con una profunda 
									nostalgia en una frase muy sencilla, sentida 
									y honda: “Extraño mi nogal”.
									
									 Él, 
									seguramente, desde su rama más alta estará 
									avizorando a la bella joven de ojos verdes y 
									cabello rubio, largo, lacio y suelto que 
									recoge  sus frutos y  sus hojas secas y 
									ansía verla sentarse en el banco que, con 
									tres grandes piedras, yo construí muy cerca 
									de su tallo principal. Sencillamente para 
									conversar con ese “lenguaje mudo que 
									tiene los vocablos de la verdadera 
									comprensión recíproca.
									
									 Cuando cerré el 
									diálogo con Lisina me quedé pensando y 
									mirando hacia atrás en el tiempo y me puse a 
									escribir estas líneas.
									
									 Y ahora mismo 
									estoy mirando hacia el futuro. E imagino 
									que, por ley de la vida, las hijas y los 
									hijos de mis hijas e hijo han de jugar algún 
									día debajo de la sombra vieja de nuestro 
									nogalito y en las hamacas que él protege con 
									su gran follaje. 
									
									Y cuando 
									aprendan a leer, me gustaría que lean la 
									historia de nuestro nogal que creció con sus 
									padres, que miró sus juegos y que fue 
									testigo de sus llantos y de sus alegrías.
									
									Y que es un 
									símbolo de la eternidad del amor.
									
									 
									
									En La 
									Plata, en Marzo de 2003.
									
									Notas 
									aclaratorias
									
									 1-Mi hijos Lisa 
									Guillermina María, Marina Paula Gabriela, 
									Matías Guillermo Gabriel y Laura Rita 
									Natalia hablan el italiano como idioma 
									materno. Con sus compañeras/os de juegos, en 
									la escuela y en el desarrollo de todas sus 
									actividades, hablan el castellano. Por ello, 
									el diálogo con Lisa Guillermina María ha 
									sido escrito tal como se sostuvo. 
									
									
									2- Mi nombre es 
									Jesús. Cuando siendo niño me lo preguntaban, 
									yo respondía “Quechús”. Así, familiarmente 
									comenzaron a llamarme “Quecho” o “Quechito”. 
									Por igual razón, a mi hermano Samuel lo 
									llamamos “Chamelo” y a mi hermano Alfonso, “Focho”. 
									Al llegar a La Plata, como consecuencia de 
									la elevada frecuencia con que usaba la 
									palabra chango en mi vocabulario coloquial, 
									me rebautizaron:  “Chango”. 
									
									 
									
									Traducción de 
									los textos en italiano
									
									
									·
									Gesù bambino soave, del mio cuore ti do 
									la chiave. Apri e chiudi al tuo piacere, di 
									me fai sempre il tuo volere: Jesús 
									niñito suave, de mi corazón te doy la llave. 
									Abre y cierra a tu placer, de mi haz siempre 
									lo que tu quieras.
									
									
									·
									Que bello il mio noce: Que lindo mi 
									nogal.
									
									
									·
									Con chi parli, babbo?: ¿Con quien 
									hablás papá?.
									
									
									·
									Con il piccolo noce:   Con el 
									nogalito
									
									
									·
									E lui ti capisce? : ¿Y él te 
									entiende?
									
									
									· 
									Io credo di si, per quello gli parlo: 
									Yo creo que sí, por eso le hablo.
									
									
									· 
									E che gli dici?:  ¿Y qué le decís?
									
									
									·
									“Gli dico che ho portato il latte della 
									sua mamma che si trova in questa terra di 
									Guanchin”:  Le digo que le traje la 
									leche de su mamá, que está en esta tierrita 
									de Guanchín.
									
									
									·
									Quale latte?. Io non la vedo: ¿Cuál 
									leche?. Yo no la veo.
									
									
									·
									Le piante si alimentano con le cose que 
									si levano della terra, nella stessa forma 
									che tu  prendi il biberon:  Las plantas 
									se alimentan con las cosas que sacan de la 
									tierra, de la misma forma que tú tomas la 
									mamadera.
									
									
									·
									E quello, gli farà bene?:  Y eso, ¿ 
									le va a hacer bien?
									
									
									· 
									Si, crescerà piú alla svelta e sarà più 
									sano: Si, va a crecer más rápido y va a 
									estar más sano.
									
									
									·
									Allora, io ti aiuto : Entonces yo te 
									ayudo.
									
									
									·
									Io sono la disegnatrice del mondo: Yo 
									soy la dibujante del mundo.
									
										
											
										
											
										
											
										
											
										
											
											
											
											dibujante del mundo 
											
											
											Cierto día, mirando la carpeta de la 
											Salita Verde del Jardín de Infantes 
											de Lisa con ella paradita a mi lado, 
											asombrado por la belleza de un 
											paisaje que tenía una nota grande de 
											su delicada maestra, la Srta. 
											Viviana, que decía “Muy bonito”, le 
											dije: ¡Qué hermoso dibujo!. Ella me 
											contestó: “Io sono la 
											disegnatrice del mondo”. 
											
 
										
											
											
											
											Verso del poema 
											“No me digas nada” del poeta riojano 
											Alberto Gabriel Ocampo que integra 
											el recital “Lirismo Montañes” de su 
											libro “Canto ante el Mundo”. 
											Editorial KUNTUR. Segunda Edición. 
											Chilecito. La Rioja. 1978.
											
											
											JESÚS MATÍAS FILOMENO OCAMPO
											
											
											
											Jesús Matías Filomeno Ocampo nació 
											en Chilecito, La Rioja, el 30 de 
											Enero de 1945. Es Maestro Normal 
											Nacional egresado de la Escuela 
											Normal Mixta “Dr. Joaquín Víctor 
											González” de su ciudad natal, e 
											Ingeniero en Telecomunicaciones 
											egresado de la Facultad de 
											Ingeniería de la Universidad 
											Nacional de La Plata. 
											Actualmente es Profesor Adjunto 
											Ordinario de la cátedra 
											“Arquitectura de Computadores I” de 
											la carrera de Ingeniería Electrónica 
											de la Facultad de Ingeniería de la 
											Universidad Nacional de La Plata y 
											Profesional Adjunto del Consejo 
											Nacional de Investigaciones 
											Científicas y Técnicas (CONICET).
											Varios de sus poemas han sido 
											publicados en la revista del Centro 
											de Escritores Riojanos y han sido 
											incluidos en antologías de 
											escritores riojanos.
											La primera edición de su libro 
											“Facultad de mis sueños” vio la luz 
											en Diciembre de 1996.
											Su poema “Te abrazo hermano” fue 
											ilustrado por el artista Carlos 
											Adolfo Cid con témperas sobre 
											cartulina telada de 60 cm por 72 cm, 
											en el mes de Octubre de1994. La 
											ilustración contiene en el ángulo 
											inferior izquierdo la siguiente 
											dedicatoria: Con el cariño y la 
											amistad de siempre al amigo “Kecho 
											Ocampo.
											El libro “Facultad de mis sueños” ha 
											sido publicado en cuarta edición 
											ampliada en Diciembre de 2002.
											Su libro “Extraño mi nogal” fue 
											publicado en primera edición en 
											Diciembre de 2003. 
											Publica textos de actualidad en 
											numerosos diarios de nuestro país. A 
											partir de febrero de 2008 publica un 
											texto semanal en Diario Chilecito (www.diariochilecito.com.ar). 
											Uno de esos textos fue nota de tapa 
											y editorial por la que Producciones 
											Almafuerte (PROA) de Mar de Ajó, le 
											otorgó dos trofeos en el Rubro 
											Gráfica, uno por la tapa y otro por 
											la nota editorial, el pasado 18 de 
											septiembre