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CIUDAD DE ENSENADA: POR SUS TIERRAS SE PASEA LA HISTORIA…MUSEO NAVAL Y FUERTE BARRAGÁN

Creado por el verde intenso de una selva de galería, donde los helechos pelean la supremacía con los claveles del aire, y los ceibos ofrecen la sangre de sus flores, recordando los tiempos de la federación, se yergue el Fuerte Barragán, reliquia histórica casi tricentenaria, con ladrillos cadiceños carcomidos por las lluvias y el viento, encuadrado por torretas y cúpulas abovedadas.  Insomne solitaria, centinela de un río indomable que supo arrullar sus sueños de gloria.  Su construcción fue ordenada por el gobernador Bruno de Zabala en el año 1731, como producto de los relevamientos llevados a cabo en las aguas del Río de la Plata por él mismo, además del  ingeniero Petrarca, el piloto Navarro y Juan Antonio Guerreros, a quien la historia declara como el descubridor de la ensenada, cuya profundidad es de 15 pies durante la media marea (según los cálculos) y al tiempo se lo nombra iniciador de la misión que en la actualidad lleva a cabo la Prefectura Naval Argentina.

El Fuerte de adobe es arrasado por las sucesivas sudestadas, motivo por el cual se deja abandonado largos periodos, y tiene su bautismo de fuego contra la intrusión portuguesa en 1736, a través de tres baterías financiadas por Francisco de Alzaybar, importante comerciante, dueño de una flota de tres fragatas y un patacho.  Interesado en mantener un puerto donde fondear al abrigo de los vientos para carenar (reparar) las embarcaciones.

Aún con intermitencias la comandancia militar continuó también con autoridad civil, siendo fortificada cada vez que se necesitó defender de las flotas invasoras o para combatir el contrabando.  Intentando darle solidez a sus instalaciones se encarga al Capitán de artillería Francisco de Reyna repararlo con ladrillos y argamasa de cal, agua y conchilla con la ayuda de indios tapes provenientes de las misiones siendo terminada la obra el 14 de enero de 1801.  Apenas unos meses antes de la fundación de Ensenada de fecha 5 de mayo.

Desde sus muros partió la primera orden para resistir a los invasores ingleses en 1806/7.  Recordemos que estaba a las orillas del río, hoy fugitivo, desde las troneras donde actuaban los cañones se veía la ensenada en profundidad.  Apoyados por la Fragata Neptuno en la primera invasión, anclada en los bordes mismos del fuerte, ese fue el factor determinante para que las tropas inglesas decidan invadir en la costa de Quilmes.

En la segunda invasión por orden de Santiago de Liniers, se permite el desembarco por razones estratégicas, pensando que las doce leguas o sea sesenta kilómetros que los separaban de la ciudad de Buenos Aires eran razones suficientes para desmoralizar la tropa, obligada a avanzar en una zona baja, donde el bañado esconde sus profundidades alimañas abundantes, sumemos a eso los perros cimarrones, gatos monteses o zorros y la falta de víveres, las condiciones entorpecieron el desplazamiento de las tropas invasoras.  El vecindario ensenadense, apenas un puñado de familias se había refugiado en zonas alejadas, trasladándose a caballo, en algunos casos generosamente provistos por Jacinto Martínez, dueño de un  saladero.  Aunque las viviendas eran modestas, los caminos poceados, los negocios escasos, los saladeros inactivos, seguramente los pobladores no olvidaron el paso de los ingleses, ni la angustia vivida ante una afrenta al suelo natal.

UNA HISTORIA DE AMOR SIGUE HUNDIDA ENTRE LAS AGUAS DEL RÍO

El Fuerte Barragán ha sido testigo del más cruento combate naval llevado a cabo  a orillas de la caleta en 1827, durante la guerra contra Brasil. Este se conoce como el Combate de monte Santiago, así llamado por las formaciones de talas y espinillos muy compactas en la zona.

A cargo de nuestra flota se encontraba el Almirante Brown, quien no pudo evitar más de un  centenar de heridos y muertos, entre los cuales se encontraba el comandante Francisco Dummond, prometido de su hija Elisa, quien fue incapaz de sobrellevar la pérdida el dolor de la pérdida  internándose en las aguas aleonadas del Río de la Plata a la altura del Parque Lezama a los pocos meses de lo sucedido, dejándose llevar por el llamado de su amado, compartiendo el lecho de la muerte, así como habían entrelazado sus vidas.

CUNA DE LA AVIACIÓN NAVAL ARGENTINA

En 1915 empiezan los primeros intentos de vuelo, el precursor fue el suboficial de la armada Joaquín Oytabén, quien habiendo hecho un viaje en la Fragata Sarmiento en 1913 vio lo que solía llamar “la volación” en los primeros tiempos y quedó atrapado en el sueño de tener alas propias.  De regreso trae los planos para el Farman, una especie de máquina voladora con la que logra que el jefe de la base Naval de Río Santiago, le asigne el lugar y deja que la gente aventurera pueda adherirse a sus proyectos.

 

Los que no llegan a plasmarse debido a un accidente fatal cuando realizaba un vuelo sin  estar amarrado y cayó del avión.  Por ese motivo la escuela se disuelve hasta el 11 de febrero de 1916, donde se designa al Fuerte Barragán, mediante un decreto la transferencia de chacras para ser instalado el “Parque y Escuela de Aerostación y Aviación de la Armada” destinándose el nombre de Joaquín Oytabén al primer hangar que se construyera para ser recordado como la primera víctima de nuestra aviación naval.

UN HECHO PARA EL ASOMBRO

Cuenta el historiador Carlos Asnaghi que en 1775 el norteamericano David Bushnell construyó la “tortuga” un sumergible pequeño ovoide con casco de madera, precursor del submarino actual. En diciembre del año 1810 (no, no leyó mal) llegó a Buenos Aires Samuel Taber, comerciante norteamericano, quien deseaba quedarse para iniciar relaciones comerciales, pero los españoles bloqueaban en ese momento el puerto, por lo cual Taber presentó el proyecto a Azcuénaga y Saavedra como de su ingenio, el cual fue aceptado prontamente con  la idea de destruir los buques enemigos incapaces de pensar en un ataque de esa naturaleza.  Eso sí, por si algo fallara, Taber sería el único encargado de la financiación.  Un tiempo después viajó a Montevideo se cree para el estudio de las corrientes, medidas de profundidad, y demás menesteres,  allí lo detienen los españoles en 1811, manteniéndole durante cuatro meses en las mazmorras de esa ciudad, siendo liberado bajo el pago de una fuerte fianza.  Una vez en Buenos Aires se lo designa capitán de artillería ad-honorem, título que lo lleva a viajar a Ensenada, para poder trabajar tranquilo en un puerto de aguas profundas.  La máquina medía  unos 10 metros, de color negro donde resaltaba la T de Taber.  En superficie utilizaba una vela negra con un mástil rebatible.  Se cree que estos colores fueron elegidos para no ser descubiertos en la oscuridad de la noche. Cuando veía un  barco en las leoninas aguas del Río de la Plata se hundía utilizando las hélices de propulsión manual, obviamente el tiempo de inmersión era muy limitado y su tarea consistía en colocar explosivos  con accionar de relojería en el casco del navío enemigo.  Aunque impensable para la época el proyecto pasó al olvido con la muerte de su inventor producida en 1813, víctima de la tuberculosis, posiblemente producida por el encierro carcelario.

ASTUCIA CRIOLLA

El poder del fuego del defensor siempre condiciona al atacante y esto fue seguramente lo pensado por quienes defendían el Fuerte barragán, porque hicieron réplicas  de cañones “en madera”, por lo que más de un agresor al ver tanta “capacidad de repuesta” evitaron el ataque.

El museo tiene un horario de 8 a 13 horas los días hábiles y de 14 a 18 los fines de semana con entrada gratuita  Para concertar visitas llamar al (0221) 460-1642. Para el recorrido se cuenta con las explicaciones de la museóloga Graciela Galetta, una apasionada de nuestra historia y los personajes que han entrado en ella.

 SENDA FOLCLÓRICA
Carlos y Graciela Arancibia

Fuente: Senda Folclórica
 
     
 
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