Tristes 
							noticias llegadas a las ciudades nos han puesto 
							sobre aviso respecto de los frecuentes delitos 
							contra la propiedad que azotan a la gente de campo. 
							La mención del baquiano ha reaparecido en esos 
							contextos como emergente de una necesidad 
							comunitaria que vincula el saber práctico del 
							especialista tradicional con la nueva realidad de la 
							campaña inundada por las más actuales innovaciones 
							de la tecnología.
							¿Qué es un baquiano? La palabra "baquiano" 
							deriva, según el Diccionario, de la voz "baquía", de 
							origen haitiano, que significa "conocimiento 
							práctico de las sendas, atajos, caminos, ríos, 
							etcétera, de un país". En la Argentina, como en 
							otras comarcas de América, se la aplica también a 
							las personas hábiles para las obras manuales. 
							La descripción paradigmática del baquiano es la 
							que ha dado Domingo Faustino Sarmiento en el 
							Capítulo II de la primera parte del "Facundo". Sigue 
							en su galería de tipos locales a la estampa del 
							rastreador, cuya ciencia empírica para seguir las 
							huellas de hombres y de animales se presenta 
							encarnada en el más conspicuo de los que conoció 
							Sarmiento, Calíbar, pero también generalizada en la 
							dispersa instalación humana de la pampa, puesto que 
							el gran sanjuanino comienza su semblanza diciendo: 
							"Todos los gauchos del interior son rastreadores". 
							Sobre el baquiano, sus palabras, insoslayables como 
							cita, aluden a un tiempo histórico preciso: 
							"El baquiano es un gaucho grave y reservado, que 
							conoce palmo a palmo veinte mil leguas cuadradas de 
							llanuras, bosques y montañas. Es el topógrafo más 
							completo; es el único map a que lleva un general 
							para dirigir los movimientos de su campaña. El 
							baquiano va siempre a su lado. Modesto y reservado 
							como una tapia; está en todos los secretos de la 
							campaña; la suerte del ejército, el éxito de una 
							batalla, la conquista de una provincia, todo depende 
							de él. [...]" 
							José Hernández, en su "Martín Fierro", utiliza la 
							voz "baquiano", pero sólo con la acepción de "hombre 
							hábil" en la jineteada (v. 183 del Canto I). Sin 
							embargo, en varios pasajes, especialmente en el 
							Canto XIII de la primera parte, Fierro enumera 
							muchos de los conocimientos que le permitirán 
							subsistir en el desierto pampeano, para no morir de 
							hambre y de sed y especialmente para no 
							desorientarse. 
							Un oficio especial 
							Hay muchos testimonios sobre esta especialización 
							de la cultura rural en aborígenes y en gauchos, a 
							través de nuestra historia. 
							Por ello, mientras el periodismo refleja con 
							preocupante frecuencia el pedido de organización de 
							"cuerpos de baquianos" por parte de productores 
							rurales, concurrimos a la Exposición Rural 
							recientemente finalizada para entrevistar a quienes 
							podían darnos una idea actualizada del contenido 
							semántico de esa antigua palabra. 
							Las respuestas fueron claras. El baquiano de hoy 
							es quien debe tener información precisa sobre todos 
							los movimientos del campo. "Hace muchos años que no 
							paso una noche de Navidad o un fin de año en casa", 
							me decía un productor bonaerense. "Es en esas 
							noches, cuando todas las familias se reúnen para 
							celebrar las fiestas, que los ladrones de hacienda 
							aprovechan para hacer su agosto." 
							"Yo ando de baquiano observando el menor 
							movimiento. Después de la medianoche, cuando la 
							gente sale con sus linternas para saludar a amigos y 
							vecinos el peligro se acaba y yo puedo reunirme con 
							mi familia." Y agregó: "En un campo atravesado por 
							un camino de tierra tuve que poner una casa para un 
							baquiano. Es un soguero que, mientras realiza su 
							labor, se pasa el día observando los movimientos de 
							la hacienda, de los pastos, de los pájaros? Es un 
							buen baquiano ese soguero" . 
							"¿Y el rastreador??", le pregunté. Sacudió su 
							cabeza tocada con boina oscura; se acomodó el 
							tirador bien adornado con rastra de plata y monedas 
							relucientes y sonriendo explicó: "Desde que se usan 
							automotores no hay posibilidades para el oficio del 
							gaucho rastreador". 
							Fuente: Olga Fernández Latour 
							LA NACION - Rincón Gaucho