Canta el 
							chajá en la laguna, grita el tero en el potrero, 
							ladran los perros... Esta secuencia es una señal 
							inexorable de la proximidad de un forastero en 
							cualquier casa de campo. El celo de estos "bichos", 
							entre los que también se cuenta la lechuza, los hace 
							acreedores de gran prestigio como centinelas.
							La aguda percepción de los animales de todo 
							aquello que pudiera salirse de la rutina es una 
							cuestión que llevará mucho tiempo dilucidar, pero 
							nadie puede negar que sus sentidos van mucho más 
							allá de lo que el más agudo observador y conocedor 
							de lo rural pueda captar, mate en mano, ante casi 
							idéntico escenario, la inmensidad de la pampa. 
							Otros seres vivos, que seguramente estaban mucho 
							antes de que el hombre pisara el planeta, suelen dar 
							indicios de posteriores acontecimientos. De ahí que 
							el campesino, que pasa su vida observándolos, asocie 
							sus movimientos a los fenómenos que suceden en 
							tiempo más o menos inmediato. 
							Pero si este ejemplo puede llegar a sorprender, 
							mucho más lo hará el comportamiento que adoptan ante 
							las variantes del clima y demás fenómenos naturales 
							que en su reino suelen tener consecuencias 
							decisivas. Así, un gran movimiento de hormigas 
							buscando superficies más elevadas dentro de los 
							terrenos que habitan presagia lluvias prolongadas 
							que anegarán los sectores más bajos. 
							El retozo de caballos es prefacio inobjetable de 
							un intenso temporal que los obligará a permanecer 
							estáticos, cubriendo sus sufridas osamentas de la 
							lluvia y el viento con sus ancas. El canto del sapo 
							también resulta un anticipo inexpugnable de 
							inclemencias similares, así como la posición del 
							arco iris, que, según el punto cardinal en que haga 
							su aparición, anunciará si el tiempo mejorará en 
							forma definitiva o temporaria. 
							Y hay que aceptar que si la tormenta se enfrenta 
							al viento seguramente lloverá o que una lista más 
							clara en el frente de la tormenta indica la 
							presencia de fuertes vientos, que generalmente 
							anteceden al chaparrón. 
							También es rigurosamente cierto que una 
							compostura del clima en horas nocturnas no demorará 
							en revertirse, tanto como que las tormentas no 
							avanzan desde el Norte hacia el Sur. Pero se suman 
							también al folklore popular afirmaciones como 
							aquella que señala que "no hay sábado sin sol ni 
							vieja sin dolor" y otras por el estilo que se 
							insertan en el terreno de lo discutible y dan lugar 
							a la enumeración de creencias que tendrán larga 
							lista de adeptos y detractores. 
							Ya consumado el temporal, no era extraño ver una 
							cruz de sal gruesa detrás de la puerta de entrada o 
							una vela encendida ante la imagen de Santa Bárbara, 
							patrona de las tormentas, a la que seguramente se le 
							implorará piedad para los sufridos fieles. A lo 
							mejor, esa misma noche la luna llena se encargaría 
							de disipar la tormenta, porque ésa es otra de las 
							aseveraciones que casi no resisten disputa en un 
							medio en el que los fenómenos de la naturaleza dan 
							su aviso previo, sólo hay que tomarse tiempo para 
							descifrarlo en sus propios misterios.Las variadas 
							voces del mundo naturalLos bichos del campo y su 
							capacidad de anticiparse a los cambios climáticos, 
							habilidad que no admite competencia 
							Fuente: Horacio Ortiz 
							LA NACION - Rincón Gaucho