GERARDO NUÑEZ: “EN EL ARTE UNO TIENE MUCHÍSIMA LIBERTAD…LA LIBERTAD DEL TALENTO
Por: Graciela Arancibia

Mojadas sus alas en vino morado los quemadores de las noches tucumanas han quedado inmersos en el pentagrama alucinado de la “Chacarera del 55”.Gerardo y Pepe Núñez han sido los talentosos hacedores de esta trunca que pinta la bohemia con la luna como testigo.  La vida los unió “Desde el mismo vientre”, nombre de su último disco. Unidos como los dedos de la mano, últimos hijos de una familia de 10 hermanos  crecieron cobijados a la sombra del San Bernardo, en Salta. Y juntos salieron al camino de la vida para compartir  noches develadas de música con una luna tucumana como testigo, y un cielo de  chacareras , zambas , tonadas y cuecas, siguiéndoles el rastro. Hoy, que Pepe se fue para el silencio, Gerardo supo acompañarse de dos jóvenes músicos, Café Valdez y Ariel Alberto, para seguir la siembra de canciones referentes de nuestro folklore norteño.

Unidos por la vida y la música

-¿Qué es lo más admiró de Pepe?

-A pesar de los distanciamiento que a veces se dan entre hermanos, era tanta la integración entre nosotros que no había admiración.  Éramos “cumpas” no amigos. Porque “cumpa” va más allá.  Quiere decir que uno puede estar aquí sentado y ya sabe lo que va a responder el otro, ya sea socialmente o ideológicamente. Con el Pepe éramos cumpas porque sabíamos que si le preguntaban por cualquier cosa  en lo musical, el sí o el no o el arreglo correspondiente, era como si le respondiera yo y también sucedía al revés.  O sea que se perdía un poco la admiración y estaba la compenetración del uno con el otro para hacer las cosas. El me daba la letra y ya sabía donde iba a rumbear yo.  A veces hemos discutido mucho porque Pepe me daba un tema y me decía –“Es una canción”- y yo le decía no.  Como en el caso de _” ¡Que andas haciendo che! -me dice-es una canción”- y yo…”-es un tango”- “¡Pero nosotros no hemos hecho nunca  tango!”, -“Y bueno, vamos a tener que hacer uno”.  Esa era la compenetración por eso digo que era un “cumpa”. Y en lo musical, el tenía un punteo no prodigioso pero muy claro, muy lindo. Sabía que tenía una segunda buenísima y esa segunda salió de escucharlo a Ernesto Cabeza, Morales, Arbos-Narváez, Martínez-Ledesma.  De ahí salió esa segunda muy particular…tan particular como la del Dúo Salteño.

-También habrá habido peleas.

Imposible no tenerlas. Algunas muy lindas, Me acuerdo de la primera desde el punto de vista artístico. Nosotros nos invitábamos a salir – parecíamos dos novios- íbamos a buscarnos, nos vestíamos bien como si fuéramos a una fiesta. Era porque queríamos arreglar esa estructura que se había roto.
Había que unirla de nuevo, no era fácil porque podía suceder que uno cediera o mintiera un estado anímico, pero en nuestro caso no fue así, las cosas eran o no eran.
 

Entre el arquitecto y la realidad: la copla

-¿Cómo se crea un puente entre la arquitectura y la música?

-Cuando fui a estudiar arquitectura lo hice sin saber bien que era.  Mi viejo era constructor y yo pensaba que podía ser la continuación de eso.  Pero no tiene nada que ver.  La arquitectura juega con elementos fundamentales, en los cuales lo  más importante es el espacio.  ¿Como conseguir ese espacio?  Parece mentira pero es lo mismo que la quena, lo que interesa es el agujero. Hay un muchacho en Tucumán, Julio Palacios que cuando me habla por teléfono, le digo”- Julito, no te vas a olvidar de traer los agujeros en la caña-“…Ese es el espacio.  Lo que no se ve pero se siente”, lo más importante es el espacio que lo haga sentir al hombre humano, que esté cómodo, todo eso se llena con elementos volumétricos, con composiciones, con combinaciones de materiales, en donde el arquitecto tiene que saber el contenido de lo que va a hacer, como el poeta o el músico tiene que saber meterse bien en lo que va a hacer y recién largarse.

-¿Cómo se llama en arquitectura?

- Se llama programa de necesidad. Si usted me va a  encargar  una casa cuando saque el Quini 6 en Raco, me tienen que contar, llevar a ver el lugar, y yo tengo la obligación de crearles el espacio.  Esto une la arquitectura con la música, el inicio de la parte creativa es muy parecido, el comienzo de las elaboraciones creativas en lo que hace a poesía y dibujo, arquitectura y música.  Siempre se parte del momento creador muy semejante, porque uno tiene los elementos en la mano para crear.  A lo mejor por ahí viene un chispazo y diga” -¡Uy! Voy a escribir una música sobre las Cataratas del Niágara-”De cualquier manera tiene que saber que existen las Cataratas del Niágara, hay que tener todo, ahí es donde comienza la elaboración de ambas, ahí entran a jugar los distintos elementos: La cultura, las emociones, las vivencias. Todo entra a jugar en lo que hace el arte y lo referente a arquitectura son los dueños, ¿Cuántos son?, ¿Cuántos varones y mujeres?, así llega el momento en que uno está en condiciones de decir “-Bueno, ya tengo a la obra , tengo el esquema-” después viene la transpiración porque muchas veces, hasta ahí son parecidas.  De aquí saldrá música, de aquí saldrá arquitectura, pero en el arte se tiene muchísima libertad…la libertad del talento, de irse ilimitadamente, aunque en la arquitectura igual pueda irse llevado por el talento, pero está contenida porque es socialmente definido “hay un cliente que paga”, me refiero no al arquitecto sino a la obra.  Puede haber plata para hacer las torres gemelas o una casa chiquita que va a hacer en Raco.  Ese es el límite.  De ahí no se puede pasar, después uno piensa quedaría muy lindo con paredes redondas, escaleras de mármol . Pero ¿Y el dinero? En cambio en la música uno puede seguir hasta situaciones ilimitadas en el talento...

-¿Ese es el punto de encuentro?

-Sí. Para mí ahí se encuentran la música y la arquitectura.  Son mis dos novias.  Nunca se pelean pero se distraen entre ellas, y hasta me hacen confundir.

-¿Tiene algún libro editado?

-Sí, me lo editó la Facultad de Arquitectura y se llama “Entre el arquitecto y la realidad: La copla”, en donde voy hablando del arquitecto proyectista, le doy con todo porque está muy defenestrado, medio tirado en un rincón. Me ocupo de lo que para mí significa la arquitectura muy severamente con  la diferencia que a mí me van acompañando los distintos poetas.  La obra comienza con  un poema de Jaime Dávalos “La obra” que dice”-Y va creciendo el hormigón armado piso a piso como un cáncer reacio, vertical conventillo, comiéndose el espacio vital del vecindario-” ¡Bellísimo! Cuando yo lo leí pensé ¿Qué arquitecto habría sido quien lo escribió? Y después leo el nombre de su autor, de ahí me viene la idea de involucrarlas y puse obras de Miguel Ángel Pérez, Castilla y Dávalos.  Cuando hablo que al arquitecto se lo trata, hay una copla que dice”Se va un cacique y viene otro, sigue el corso en contramano, disfrazao soy diablo pobre, y sin disfraz…pobre diablo” de Miguel Ángel Pérez.

Los pájaros de la memoria

-¿Como se inicia la dupla con Miguel Ángel Pérez?

-Cuando estaba en Salta, en la carpintería de Viruta, nos encontrábamos con Pérez o con el Teuco Castilla, dos entrañables amigos míos, queridos como hermanos de tanto admirarlos. Conversábamos continuamente y ellos en cualquier momento agarraban  cualquier papel o una servilleta para escribir, porque ninguno de los dos es capaz de tener una libreta o un cuaderno para escribir como la gente (risas), siempre escriben  como poetas, y yo los tengo que estar corrigiendo.  Ellos creen que hacen las coplas, pero no es así, yo miro de reojo y sin que se den cuenta los voy corrigiendo.  Bueno, ellos no se dan cuenta porque no tienen tierra, y desde la zamba “Virutaivino” que hicimos traveseando, mejor dicho en broma, hemos seguido la amistad permanente. Cada vez que nos encontramos ha salido un tema.  Ya tenemos como 20 temas con Miguelito, que intentamos llevar a un disco que espero poder reeditar. En ese ínterin muere otro entrañable amigo el Icho Vaca.  Entonces a mí se me ocurre hacer un grupo, no un conjunto sino un grupo con gente de trayectoria como Miguel Ángel Pérez, Melania Pérez, Miguelito Ruiz, Mario Burgos de la provincia de Córdoba y yo.  Cada uno aportaba su oficio e hicimos una obra que se llamaba “Los pájaros de la memoria”.  Allí pusimos la mayoría de los temas de  Pérez o la mayoría de los que hizo en Viruta.  Ahí canta la Melania por primera vez “Virutaivino”y antes de que la grabe se cantó “Es otoño Manuel”, una carta que le manda Miguel Ángel Pérez a Manuel Castilla y también alguna guajira. Aparecieron un montón de temas, porque por supuesto viene la idea y después uno la desarrolla.

-¿Que pasó con ese grupo?

-Estuvimos 3 o 4 años con esto y después cada uno siguió su rumbo. Llegamos a todo el Norte hasta Córdoba pero no logramos venir con él a Buenos Aires.

-¿Como llegó Arana a la vida de los Núñez?

-Arana ha sido una aparición muy fugaz sobre todo para mí.  Yo lo vi 1 o 2 veces en mi vida, vivía por la zona del Ingenio San Pablo.  Era más amigo o conocido de Pepe. Un hombre fortachón, sin edad, hablaba lo justo, lo correcto, en forma muy sencilla pero era muy sabio.  Era un joven viejo.  Yo le decía a Pepe por ahí en algún espectáculo que el diablo sabe  por diablo, pero más sabe por viejo.  Arana sabía por viejo pero más sabía por sabio. Vino, apareció en la vida de Pepe y desapareció.  Era un obrero golondrina, no sé donde se habrá ido, no le he visto nunca más, tampoco supimos porque le faltaba un brazo, por eso cuando Pepe dice (se pone a cantar)… “con el hambre en los talones, no lo perdió saludando”…

-¿Cree que hay una nueva generación de tucumanos, digo así porque siendo usted salteño, crea un puente perpetuo viviendo en Tucumán, con la fuerza de la tierra que tuvo la de ustedes?

-Sacando los creadores que ya conocemos como Gentilini o Valladares, hay jóvenes de 48 años para abajo muy valederos como Rubén Cruz, Néstor Soria, Lucho Hoyos, el Topo Encinar.  En Tafí Viejo se está dando una linda movida.  No solo estoy hablando de autores y compositores, sino de la movida de folklore donde están más que nada en la búsqueda de la expresión.  Por ahí caen en buscar mucho acorde sacado de aquí o allá, pero no importa, están en la búsqueda.  Yo creo que en Tucumán se está encontrando una nueva forma de hacer folklore, en Santiago no van a encontrar nada, aparte de la que ya encontraron hace rato los Hermanos Díaz, los Hermanos Abalos, Chazarreta y no se modificó hasta hoy…  Salvo meter instrumentos,  pero renovaciones y formas nuevas no. En Salta también hay gente que está trabajando mucho.  El hijo de Botelli, pianista.  Aníbal Alfaro, al que le dicen vincha doble ¡porque tiene una cabeza así!!!!(Y hace graciosamente el ademán) y con una sola no le alcanza, Sandra Aguirre o Julio Reinaga.

-¿Hay una apertura tuya hacia ellos, que tal vez sus mayores no tuvieron para con ustedes?

-Totalmente.  Yo hice espectáculos con estos changos jóvenes. Cuando sale algo que trata de distintas generaciones me encanta que los sean los primeros convocados junto a los dos que me acompañan. A “Los pájaros de la memoria” no podemos repetirlo como estaba delineado antes, porque no nos alcanzaría para pagar el traslado solamente. Entonces estos chicos jóvenes, que eran como el inicio de nosotros, después los dos músicos que me acompañan, luego venía el Diablo Arias con 50 años a cuestas, y después yo de otra generación esa es la idea.

“Chacarera del 55”

-Así como los jóvenes encuentran a los Hermanos Núñez ¿A quienes encontraron ustedes en el Tucumán de esos años?

-Antes, al menos en Tucumán era distinta la cosa. Los viejos folkloristas, y estoy hablando de los buenos, no permitían mucho el acceso a los jóvenes a ellos, o te atendían de reojo como diciendo “no se agranden”, por eso costaba llegarles. Pero llegamos al “55”.  Allí había otro tipo de gente, de otra bohemia, tal vez un poco pesada la que nos cobijó. Había presencias como la de Hugo Díaz.  Nos llevaba algunos años pero como 25.000 noches más.  O los hijos de Virgilio Carmona, el autor de “Debajo de la morera”, excelentes cantores como las hijas, o Alfredo Grillo “el violinista norteño.  Ellos eran los que nos contenían a nosotros en esas noches de Tucumán, nos enseñaron mucho.  Grillo era el concertino de la Universidad de Tucumán, el salía amanecido y se iba al trabajo.  Un hombre que siendo muy joven tocó en las grandes orquestas como la de Troilo, o sea que sabía de violín una barbaridad. Después con el correr del tiempo nos hicimos amigos de Valladares, Gentilini, Portal.

-¿Como era el lugar?

 -Era un fondín  donde se entraba por el costado, con un salón al frente. Pensá que la Plaza Alberdi era un lugar de llegada.  La estación estaba allí.  De día la clientela eran los pasajeros pero de noche el lugar se transformaba.  Solo llegaban los de la bohemia y entre ellos las chicas de los cinco cabaret.  A eso de las 4 de la mañana llegaban los croupiers del casino con lo recaudado en la caja de empleados.  Linda plata para gastarla sin que grite la mujer...jajá… Le podes decir toma todo el sueldo, total a mi me queda todo el resto. Generalmente nosotros no estábamos en el salón.  A nosotros nos gustaba ir adentro.  Allí había un patio y reservados, pequeños lugarcitos de 2 por 2  donde había una mesa y una silla, o sea era el lugar justo para encerrarse a tocar la guitarra o jugar a los naipes. 

-¿Llegaron juntos con Pepe a Tucumán?

-No, yo llegué primero y al otro año arribó Pepe.

-¿Cuándo cantaron por primera vez en dúo?

-En una fiesta del estudiante.  Yo tendría unos 19 años y Pepe 17 y el tano andaría por ahí también.  Con nosotros pasó algo muy particular.  Hablo en plural porque me refiero a Pepe, Petrocelli y de mí.  Siempre andábamos los 3 juntos. 

- Como autor de excelentes cuecas  y tonadas piensa que a los músicos les cuesta mucho adentrarse en la música de Cuyo, cuando no se he nacido allí.

- Antes de aprender otra música popular sabíamos un a barbaridad de música del Caribe. Habíamos leído mucho a José Martí, Nicolás Guillén, conocíamos la obra de Bola de Nieve, el trío Matamoros, y después seguimos con Violeta Parra, Chabuca Granda, Agustín  Lara con su poesía tan semejante a García Lorca.  Muchos de esos discos nos llegaban  por nuestros hermanos mayores. Antes de llegar a Salta musicalmente, pasamos por Cuyo.  Allí siempre han estado las mejores guitarras, por lo menos en agilidad…hasta requinto tocan. Instrumento que también tocaban los boleristas.  Y ahí andaban La tropilla de Huachi Pampa, Arbos-Narváez…gente brillante.  Nosotros escuchábamos mucho de todo eso, pero aún no componíamos.  Luego llegamos a nuestra provincia y recién nos damos cuenta que había semejantes tipos como el Cuchi Leguizamón, Castilla, Perdiguero, Dávalos, Botelli… ¡Semejantes genios!

-¿Hubo una línea de relación poética?

-¡Claro! Una línea que se da contemporáneamente y en la misma forma de expresar su obra al público.  Bola de Nieve, el Mono Villegas y el Cuchi Leguizamón tenían una línea parecida en su expresión, muchas veces el público esperaba que hablen más cuando toquen, y eran conocidos entre ellos.  Así que cuando llegamos a Salta al Cuchi lo conocíamos por ser profesor de la Universidad, a Dávalos y Castilla de reojo nomás.  Por supuesto que no hemos sido amigos ni mucho menos pero cuando regresamos a Tucumán lo hicimos con esa carga en nuestro equipaje.

-¿Y en que deriva esa carga?

-El primer tema es la chacarera del 55.  Fue como una explosión de todo eso, una conjunción de todo lo acumulado.  Y a partir de ahí va saliendo todo rápidamente. Fijate que toda la música nuestra tiene algo de jazz, algo de la América de la zona del Caribe más todas las raíces de las que uno no se puede apartar. Al contrario, las raíces nos han buscado a nosotros, pero eso es una cuestión de la naturaleza para tomarlas.  Cuando digo naturaleza no es solo del punto de vista orgánico o biológico, sino me estoy refiriendo a la expresión.  Eso que sale de uno.  No hay que internarse en ningún lugar para tener raíces, solo se puede internar para algo que se quiera hacer desde el punto de vista de cada uno.

Del mismo vientre

-Fue emocionante la presentación “Del mismo vientre” en la casa de Tucumán en Buenos Aires  Hubo momentos que me salía de mí sin darme cuenta. Eso pasa cuando las cosas que uno va largando empiezan a rebotar en el público, y este te la manda de nuevo con la mirada, con la expresión, con el aplauso. Uno nota ese hilo de comunicación, se produce ese goce tan perceptible como me sucede cada vez que actúo con Trealilo desde hace dos años.

-¿Como surge este disco?

-Tanto este disco, como el de Trealilo los estaba haciendo en Salta, bah…se hizo en Salta el original. Yo estaba viendo que me costaba una barbaridad de tiempo.  Porque para limpiarlo se necesita mucho tiempo y paciencia.  Cuando uno lo escucha dice-“Está lindo”-, pero el técnico profesional lo escucha y dice –“No, falta esto, falta lo otro “-En eso estaba cuando recibo un mail de Gabriel Castilla, el Huayra, radicado en España. Donde me contaba que había estado compartiendo un asado con  Lito Nebbia y hablando de compositores surgió nuestro nombre. Entonces se da cuenta que el no nos conocía y preguntaba-“¿Quienes son?, ¿Cómo son?, ¿Cuántos son? ¿Son perros verdes?”-Entonces el Huayra dice –“Son amigos míos, Gerardo vive en Tucumán-“. 

De esa manera quedamos medio relacionados con Nebbia, pero sin escribirnos, un día me decido a visitarlo y nos vinimos con Trealilo y le llevamos los trabajos para que los escuche. Pero él no los escuchó nada.  Le mostramos como era la gráfica y ya está. Nos hace los dos trabajos discográficos, el de los Núñez y Trealilo.

-¿No esperaba tan pocos trámites?

-Por supuesto que no.  El después los metió en su maquinita de última tecnología y le dio el saque que faltaba.  La gráfica está hecha en Tucumán pero pasa por aquí.  Es al cuete, la

tecnología es de una forma en un lugar y hay otros en lo que está lo mejor.  Esta son las circunstancias por la que ha pasado el disco. Yo me pregunto ¿Por qué no ha sido en Salta o Tucumán? No, en España ha tenido que ser. Ahí es donde se van a encontrar Castilla y Nebbia para que nazca esto. Yo supongo que debe de tener mucha intuición, aunque eran cosas grandes tendría que haber dicho “-¿A ver que tal está?”-Llegamos al arreglo como se hace, cuanto va a salir, e incluso toma un tema mío y lo canta conmigo.

-¿Eso le devolvió la esperanza?

-Claro.  Estos hechos le devuelven a uno las ganas, aquellas que uno no quiere perder pero que cuesta llevarlas. Gente como Lito no solo ha obrado de esa manera conmigo, también lo ha hecho con  Leda Valladares, Roberto Goyeneche y tantos otros.

Basta de espejitos de colores

-El tema que da título al disco “Basta de espejitos de colores” ¿Fue el ultimo que compuso con Pepe?

-Sí, y que trabajo nos dio, pero al final salió. Por eso quise homenajearlo con estos changos que me acompañan, y decidimos formar “Trealilo”,la unión de tres personas distintas, enhebradas por un mismo hilo de sensibilidad, y al hacer un espectáculo tratamos que salga un solo canto, para que la gente pueda apreciar la guitarra, la percusión o la creación. Un gozo doble con Café Valdez y Ariel Alberto porque veo como ellos disfrutan haciendo música.  Entonces yo me abrazo más todavía a ellos para que se haga una sola cosa.

-Digamos que el nombre es en tucumano básico.

-Sí. La deformación de la expresión “tres al hilo” que se hace en Tucumán.  Es que nuestros antesapasados solían realizar collares de distintos materiales  semillas, caracoles o flores y era el  maestro era el que iba diciendo a sus aprendices como disponerlos al enhebrarlos. Y nosotros tres somos tres creadores distintos unidos por el hilo del canto popular.

-¿Cuesta mucho tal vez por una cuestión de respeto de los changos, trabajar con una generación distinta de músicos?

No, para nada porque justamente en el comienzo yo había visto a estos changos y los había hecho participar en obras de canto y poesía que hice, con Café Valdez en la percusión en el espectáculo  que se llamó “Madre América”, un recorrido desde Argentina hasta el Caribe. Ahí se cantó todo, este chango canta muy  lindo el bolero, pero no cualquier tema sino el bolero de Matamoros, casi folklórico.  Porque es esa zona,  fundamentalmente en Cuba nace el bolero, por supuesto hablo de la época de Bola de Nieve. En ese trabajo me acompañó también Lucho Hoyos junto a otros músicos de una generación que no es la mía. Con Ariel Alberto  hicimos un espectáculo junto a Miguel Ángel Pérez, quien dice coplas de altísimo nivel.

-Además ¿Usted formó parte de una asociación de músicos?

-Sí, era una asociación de músicos tucumanos en donde me eligieron presidente.  No lo digo por inmodesto, sino porque la gran mayoría de sus integrantes eran jóvenes.  En Tucumán se ha dado en estos tiempos y sin medida en relación entre los jóvenes y los viejos una relación muy linda. De ahí puede salir algo interesante.

-¿Cómo es la forma de trabajo en  Trealilo?

- En nuestro trabajo yo dejo afuera la soberbia, la posible información o conocimiento para varias cosas, así puede salir la letra y música pura, todo lo que se canta ahí las músicas son mías y las letras de grandes poetas como Miguel Ángel Pérez, Teuco Castilla, Walter Adet, Antonio Nella Castro, Carlos Hugo Aparicio, la gran generación de 60 en Salta están en todos mis temas musicales. Y Pepe por supuesto. Justamente con él hicimos un trabajo que no está editado aún y se llama “Las lunas que debía”. Es una obra compuesta por 18 temas, una deuda saldada por todas las noches que yo les debía a los poetas de Salta de esa generación y la ausencia mía por estar en Tucumán. Cada tema que hago tiene desde la introducción, la música y hasta los arreglos elementales muy pensados.  Usted no se puede imaginar la “Chacarera del 55” sin que diga (y se pone a cantarla) la introducción, o “Agüita demorada” o “Arana”.  Todos los temas tienen una introducción muy pensada, al revés de la mayoría de los músicos que no le dan demasiada importancia. Para nosotros siempre fue muy importante, y desde la introducción, la melodía y los arreglos que les doy, así purito se lo toma y a partir de ahí ellos más que yo se van al arreglo, a la expresión, a decidir quien la va a cantar y como lo va a hacer.  Es un trabajo totalmente en equipo y lo que me costó fue enseñarles que en ese supremo momento ellos son colegas míos, participes un equipo donde los tres tenemos el mismo valor, tal vez yo tenga más peso porque en la expresión me de cuenta que una está mejor que la otra, eso ya es un problema de la mesa, pero no va a ser problema que yo cantara de tal forma porque así lo hacía solo o con Pepe.

- ¿Costó  mucho salir del dúo?

-Es increíble, ahora que lo he nombrado a Pepe, como cuesta en la “Chacarera del  55”, en “Tristeza”  y tantas otras salirse de expresión armada. Cuesta mucho porque uno piensa que es la forma más lograda. Puede ser o no ser…no sé...Pero aquí en este nuevo grupo eso tiene que desaparecer.  Por eso es que se nota tanta combinación entre los tres. Por eso disfruté mucho la noche de la presentación en la Casa de Tucumán con ellos.  Siempre lo hago cuando veo que todas las notas las meten justito. Claro que ensayamos mucho, constantemente hasta el cansancio.

¿Tiene trabajo como arquitecto?

-Sí. Es mi otro oficio, con una actividad bastante a pleno.  Yo estoy en el estudio hasta las 20 horas.  Y a esa hora tal vez podría decir –“me voy a descansar”- Pero a esa misma hora los changos, en la misma casa, están dejando sus alumnos de guitarra, percusión o violín y de ahí…a ensayar hasta las 11 de la noche. Así es, casi rutinario, en la misma casa se ha dado el taller de los muchachos. El lugar de ensayo de Trealilo, mi estudio de arquitectura, mi empresa y mi vivienda.  Es una casona grande, con espacio suficiente para todo eso.

Todo el día se convive con  la música, el arte.  Vienen mucha gente, y normalmente los que vienen en su gran mayoría son changos jóvenes.  Vienen nuevos interpretes a pedir opiniones, es muy lindo y me hace muy feliz sentir como la obra de uno los changos la renuevan y la hacen más nueva, más actual. Eso me hace sentir joven y me llena el alma.  Entonces ya me pierdo y hasta se me hace que no soy yo el que canta, es algo que me sale de adentro y no sé como.

-Habla de estos changos de 18 años, casi la edad que tenían con Pepe cuando llegaron a Tucumán.

-Vos sabés que me gusta lo que me estás diciendo.  En Buenos Aires no lo hemos podido representar por el tamaño de la sala.  Pero cuando lo hacemos en Tucumán en el teatro Alberdi estos dos chicos representan a los Hermanos Núñez cuando llegan a la provincia, y rompen el espectáculo con la “Chacarera del 55”, simbolizando nuestra llegada al folklore de Tucumán.

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