JORGE VIÑAS: “LA FORMA DE APRENDER MUSICA ES TENER LA MANSEDUMBRE DEL DISCÍPULO QUE ESTA INTERESADO EN ALCANZAR LA CAPACIDAD DEL MAESTRO”
Por: Senda Folclórica

 Como árboles desflecados en el viento dejando escapar los pájaros de la memoria, Tunuyán  le ha impregnado en su pentagrama el paisaje verde de sus viñedos, sus aguas irisadas borboteando entre las piedras y los campesinos quebrando su cintura ante el milagro del racimo.  El destino de guitarrero, cantor, compositor y poeta de Jorge Viñas lo hizo establecer en sus canciones el rito de pintar su pueblo. De esa tierra preñada de cuecas y tonadas nos trae el melodioso sonido del folklore cuyano enredado en las cuerdas de su guitarra. “La tonada es así”, “De alpargatas y chupallas” con López Riverol, “El sueño de la vendimia”, “Sanjuanina de sol” con Ismael Guerrero, “Allá por San Rafael” con Ramón Lareu, “Tonada del angelito” con Tejada Gómez, “Esperando a mi madre” y “Guitarras de Cuyo” con Suma Paz o de su autoría “Tonada para los amigos”, “Mendoza madre de vendimia” o “Andale Tonada” son  algunos de los temas que hacen de este interprete un talentoso referente de nuestro folklore cuyano.

-Hace más de 30 años que estoy en la difusión de la música de Cuyo, intentándolo hacer con la mayor dignidad  que me ha sido posible en cada momento. Llegué a Buenos Aires allá por los años ‘70 y rápidamente me invitaron a grabar inmediatamente después de escucharme.

-¿Quién?

- Nada menos que el maestro Osvaldo Requena. En ese momento estaba en el sello Microfón. Pero yo acompañaba a Chacho Santa Cruz, entonces le contesté que no. ¡Ja! ¡Ja!  La ingenuidad de los pueblerinos.  Yo soy un hombre de pueblo. De uno que está a 80 Km. de la  ciudad capital de Mendoza, de Tunuyán, enclavada en un valle precioso. Mi intención era andar en la gira de Docta viajando por todo el país, para poder conocer bien las músicas regionales. Y no me ha ido mal en el intento porque lo maravilloso fue poder conectarme con toda la parte folklórica que había estudiado. Tuve la suerte de estar con personas que estaban metidas dentro de cada región haciendo lo más puro de su música. Fueron 2 años donde Chacho me sirvió de bastonero para entender la música que hoy practico.

-Cuéntenos de Ecos del Ande.

-Cuando dejo Banco de Previsión Social donde era empleado,  con menos de 25 años formo con los muchachos de Ecos del Ande para seguir en la carrera de músico, después de ganar en el ‘68 el premio Camín Cosquín.  Viajamos a Chile para grabar en la Phillips chilena, y difundir nuestra música tradicional en escuelas, institutos y universidades de ese país.

 -¿Cuando nace su tema “Andale tonada”le cambia la vida?

-Yo pienso que sí.  Primero me lo graba Chacho Santa Cruz.  En el 72 empieza el “Festival de la tonada y el canto nacional“en Tunuyán, Mendoza.  Originalmente se hacía en donde está el manzano histórico, un lugar de preferencia para el descanso de San Martín y el monumento del retorno a la patria del héroe después del encuentro de guayaquil con Bolívar.  Con el tiempo se llevó el escenario a la misma ciudad hasta el día de hoy porque tiene una convocatoria importantísima.  Alí es donde mi canción “Andale tonada” gana el certamen y a raíz de haber merecido el primer puesto grabo en Phillips.  Esa canción y la cueca “Allá por San Rafael” siguen siendo las más grabadas.

-¿Como nace el binomio autoral con López Riverol?

-Alguna vez me golpeó la puerta de casa para decirme que amaba todo lo cuyano entrañablemente, después tuvimos larguísimas charlas.  El venía de una dinastía de gente amante del folklore. Su madre había conocido a Riverol, uno de los guitarristas de Gardel, su padre López Grela fue uno de los plásticos más importantes de la zona de Avellaneda.   Un  día le pregunté a que se debía  que un hombre de la zona de Dominico se enamoró del folklore cuyano y me contestó que los años más hermosos de su vida los había pasado en Mendoza y la música cuyana lo había enamorado de tal manera que le dedicó mucho tiempo a su estudio, conocía muy bien el dolor y el sufrimiento de la gente trabajadora.  Cuando le pregunté que pensaba de esos peones golondrinas que nos levantan las cosechas, esa gente que baja del norte y que a veces va comiendo lo mismo que cosechan para no gastar y poder llevarse el peso a su casa, y el me dio su definición en una copla que me atrapó:”Destino de andar caminos/ y de cosechar lo ajeno/para él que nunca tuvo nada/ todos los rumbos son buenos”. Una belleza. Compartir su amistad significó también dar a luz muchas canciones. Me es difícil hablar de él, ese hermano que lamentablemente se fue hace unos años, pero lo tengo presente a través de nuestra obra. “La tonada es así”, “De alpargatas y chupallas” son algunas canciones que nos unieron.

-¿Y con Ismael Guerrero?

-Su hija iba con mi hija al mismo colegio primario, se hicieron grandes amigas. En consecuencia de las reuniones de colegio y cumpleaños nos fuimos acercando. El tiene un parentesco con Melania Pérez y le habían grabado algunos temas, los que hoy son los Fonterizos y  en ese entonces se llamaban el dúo Abramonte. Un día  me mostró los poemas que escribía y lentamente fuimos construyendo canciones y esta amistad que nos une desde hace tantos años. Aunque he compartido obras con Suma Paz, Hamlet Lima Quintana o Armando Tejada Gómez, con ellos ha sido algo circunstancial, lo que no sucedió con López Riverol ni Guerrero.

-Sigue tocando con la guitarra criolla.

-Casi todos tocan con  las guitarras enchufadas. Parece ser que el oído actual de la gente se está adaptando mucho a ellas.  Yo sigo amando el sonido natural de mi guitarra.  Claro que si el sonidista no hace bien su trabajo, se pone difícil la cosa.

-Hamlet dijo que “Si uno no vive como un hombre junto a todos los hombres, uno es un turista
 del mundo fotografiando los paisajes” Sabemos que usted mantiene el compromiso en cada
 uno de sus temas.

-A veces  cuando uno habla  de dignidad, no es muy entendido por la gente.  Se han arrastrado ciertos males en este país como es la falta de protección de la cultura.  Por eso  yo no he querido hacer ningún trabajo que no sea con decoro.  No tengo vivienda propia pero si he podido vivir de la música.  Algo más de 90 intérpretes avalan mis composiciones con sus grabaciones, motivo por el cual he podido ocupar un lugar en SADAIC. Mis bienes tienen que ver con lo cualitativo que me he querido adornar y no con lo cuantitativo o sea lo económico. No me gusta doblar el brazo y vender parte de mi obra. Nuestra obligación para con el público es intentar hacer respetar nuestra cultura folklórica y no empaquetarlos con música de mediana calidad.

-Su último disco se llama “Para ir en la vida” y Viñas pasa por la vida del brazo de la cueca,
de la tonada.

-Inevitablemente. Es un legado de mis mayores.  Siempre he tratado de abrevar en las fuentes.  Yo tenía 16 años cuando iba a estudiar con Don Alberto Rodríguez, nuestro primer relevador cuyano.  Una persona que estuvo nutrido de la música de los campesinos, recopiló en sus ranchos por años, en la búsqueda de ese cancionero, ese reservorio maravilloso de la cultura nuestra después de la colonia española. Estudió mucho para poder trasladar sin dañar esas raíces tan puras de aquella colonización española que había quedado en las tonadas, cuecas, el gauchito, el sereno o  la refalosa cuyana Y nunca se adjudicó autoría sobre temas que eran del pueblo y Tito Francia, uno de nuestros máximos exponentes.  Aprender música con ellos fue tener la mansedumbre del discípulo que está interesado en alcanzar la capacidad del maestro

-Dicen que si uno tira una guitarra en Cuyo no llega al suelo.

Seguro que siempre alguien la va a tomar. Son muy hábiles con la púa, pero yo pertenezco a la disciplina de los dedos.

-Nos deja un cogollo.

-Amigos Arancibia vivan/ cogollos de margarita/como personas que estimo/les dejo esta tonadita/Y aunque no esté muy bonita/ como ustedes lo merecen/si errores he cometido/perdón les pido mil veces/aunque ya estarán diciendo/más el ruido que las nueces.   

 

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