LOS REFERENTES DEL FOLKLORE: MARIO BOFIll ”MI CANTO RESCATA EL RECUERDO DE LAS COSAS PROFUNDAS DEL HOMBRE DEL NORDESTE”
Por:  Senda Folclórica

El chamamé, herencia de la cultura aborigen resguardada en los mitos y atada a la hispánica con sus convicciones jesuíticas. Este ritmo se alza como la música representativa de Corrientes. Mario Bofill es un fiel exponente de esa región, describe como nadie la memoria pueblera, esos pequeños hechos que van conformando la huella digital de un pueblo, hilos visibles e invisibles que servirán para unir los caminos del folklore correntino. Con 40 años de cantante , transitando los escenarios con su acordeón y guitarra, sus canciones tienen el sello de pertenencia madurado en ritmo de chamamé. Cada una de sus actuaciones tiene el valor agregado de los relatos costumbristas que la originaron.” Cantalicio vendió su acordeón”, “Juan Chifla”, “Conjunto Pena y olvido” unto a otras 200 composiciones. Lleva grabados 12 compactos y una colección de 4 volúmenes. Con su andar paisano, la sonrisa a flor de labios y un manantial de palabras, orgulloso de su Loreto natal” departamento San Miguel, a 200 Km. entre Corrientes y Posadas, doblando unos 30 a la izquierda, entre los esteros está mi pueblo. Consecuencia de un Loreto de Misiones. Cuando sus habitantes se enteraron que los mamelucos, hijos de portugueses e indios cruzaban el río y robaban todo a otras poblaciones se trasladaron río abajo con su virgencita de Loreto, instalándose en medio de 9 lagunas. Ahí comenzó el pueblo que antiguamente se llamaba Yatebus Loma que significa Loma de las garrapatas. Nunca llegaron los mamelucos hasta allí.

-¿Cuál es tu primer recuerdo musical?

-En casa vivían tres familias paraguayas, músicos todos. Papá no les cobraba nada con tal que en algún almuerzo o cena hicieran un fondo musical. Un día quise tocar su guitarra y me dijeron-“¡No se toca el instrumento!.. es sagrado”- Pero yo logré tocar las cuerdas y me maravillé con ellas. Con el tiempo uno de ellos me enseñó un par de notas y ahí empezó mi curiosidad. Cuando llegó el momento de las despedidas con los seres queridos para estudiar y trabajar con mi primo formé un dúo llamado “Los hermanos Bofill”, al que le siguió un trío “Los cunumí” y tiempo después el conjunto “Las voces de Corrientes”, y a partir del ‘71 me volví solista.

-¿Que cambió en la temática del decir y el cantar desde ese primer dúo al solista de hoy?

-Uno hace testimonio de su tiempo. Hubo una época romántica donde escribíamos y musicábamos temas imposible de cantarlos hoy, porque sonarían muy celestitos, tibios… Hoy por hoy la sociedad tiene problemas tan agudos que no se escuchan este tipo de canciones. Si miramos a la gente en la calle caminando o manejando un auto al producirse un roce la reacción es violenta e inmediata. Entonces esa sociedad te exige un repertorio más agresivo, cantar sobre esta situación social. Yo no hago canciones de protesta, simplemente expongo esta realidad. De esa época juvenil hermosa cuando estábamos llenos de esperanzas solo quedan canciones. Ya crecidos nos encuentra una realidad distinta. Uno debe manifestarse de acuerdo al tiempo que está viviendo.

- ¿Cómo vive un músico de pueblo chico la profesión?

-Cuando elegís ser músico y en algún momento te ves obligado a vivir donde hay que estar para ser reconocido o sea en Buenos Aires, en un hotel de 3 por 2, esperando el compromiso de radio o televisión, tu música se va a resentir y lastimar. Por eso suena un poco cargoso cuando uno insiste en un repertorio donde no escapa nada más allá de lo que uno pretende. En realidad siempre trate de mantener una forma de decir no nueva temática pero si distinta, del pueblo pequeño y la experiencia de tener a seres queridos adonde uno pueda tener un paisaje y su gente en armonía.. No se puede salir a cantar cosas sin lastimaduras es distinto que una carrera de otro artista donde un sello podría promocionarlo eventualmente si eso significa plata podría funcionar bien, pero el día de mañana cuando esto no sea un negocio te sacan la respiración artificial y te caes… te moriste. Lo mío fue al revés primero actué para mi pueblo después para el pueblo vecino, hice la provincia y las vecinas. Mi canto rescata el recuerdo de cosas profundas, de vivencias, los personajes se repiten en el nordeste, donde tenemos vivencias similares, sonrisas, picardías y tristezas similares. Escuché con respeto siempre a la gente mayor pero nunca imité a nadie, quise ser distinto, autodidacta absolutamente para cantar serenatas viejas, de bolseros, de guitarreros y cantores de esos pueblos pequeños de donde venimos, expresar en mis canciones para las generaciones venideras esto que puede desaparecer en cualquier momento: el honor, la honradez, los valores familiares, por eso trato que sea una historia completa. Tengo más de 200 canciones mías donde cuenta la parte de adentro de la gente del nordeste.

-¿Los personajes que retratas son reales, los has conocido?

-La mayoría son duendes míos, que decido dejarlos en un papel después de acompañarme algunos años, uno anda caminando siempre de espalda, en la huella que deja y la que se borró dejó cicatrices donde uno se está proyectando. Mis canciones están relacionadas con estos señores que tuvo mi pueblo. A veces cuando actúo están los parientes de esos personajes, podrá o no gustarles la canción, pero no les miento. Seguramente cuando salgo me están esperando a deshora 2 ó 3 paisanos que me dicen-“Bofill, usted no conoce mi historia”- Y empiezan a desgranar sus raíces. Casi siempre el dialogo es en guaraní, ahí se expresan totalmente, porque la traducción literal de esas cosas es más profunda en la expresión de habla guaranítica. Siempre tengo el oído abierto para mi gente, aparte de mi experiencia personal por haber nacido en medio de los esteros del Iberá.

-¿Es difícil cantar en tiempos de crisis?

- Es fácil volverse a juntar con viejos poetas para crear para revalorarse, porque más allá hay una oscuridad absoluta. Como pasa después de una polvareda cae una lluvia, se aplasta el polvo y aparecen los valores ocultos. En las crisis ya no hay plata para comprar sonzeras. Tal vez al querer un disco uno deba pensar no comprar fantasías que duren una semana. Yo ya sé cual es mi futuro, no pretendo ni el aplauso fácil ni la ovación, ni el acompañamiento de palmas. Solo necesito el silencio y alguien interesado en la simpleza de nuestras cosas, lo demás se consigue solo. Mi desafío es simple, pero a veces es tremendo al intentar frenar el ritmo de un festival con este tipo de canciones, donde la palabra tiene la supremacía.

Foto agradecimiento Ernesto Tejeda

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