LOS REFERENTES EN EL FOLKLORE:  GERARDO MACCHI FALU
Por Graciela Arancibia

 “NO ES NECESARIO TENER AFICHE PARA SEGUIR ARRAIGADO A NUESTRAS COSTUMBRES”

Por la noche la lluvia había sembrado de charcos las aceras de Buenos Aires y un sol recién estrenado estaba tratando de caldear el día otoñal.  Mientras caminaba hacia la casa de Gerardo Macchi Falú guitarrista, cantor compositor, recordaba sus primeros años vividos entre los máximos exponentes del folklore de su provincia, su premio revelación en el tercer Festival Nacional de Folklore en Cosquín, cuando todavía la palabra globalización no estaba de moda. Una extensa labor artística que comprende más de 50 obras para guitarra, recopilaciones y arreglos musicales, giras dentro y fuera de nuestro país, l8 materiales discográficos avalando su trayectoria.  Docente y “decente” como afirma orgulloso, desde el año ¨87  recorriendo centros educativos y culturales con su curso”La guitarra, un universo maravilloso de seis cuerdas”.  Hace más de 30 años realizaba conciertos,  contratado por la Universidad de Bs. As o la Secretaría de Cultura de la Nación por un sinnúmero de ciudades de la Argentina incluidas Islas Malvinas.  Después las ciudades europeas fueron supliendo la falta de trabajo, motivo por el que viaja constantemente ofreciendo sus conciertos de guitarra, y me preguntaba ¿Hemos perdido la capacidad  de deleitarnos con nuestros ritmos tradicionales? Huellas, malambos, zambas, tonadas, vidalas, bagualas conforman su repertorio ¿Falta público? ¿Fallan los organizadores? ¿Cuanto es el ruido y humo que necesitamos para ver un espectáculo folklórico? ¿Cuánto es el grito? Afortunadamente aún sin la difusión necesaria sigue aportando su talento sin desalentarse al  no seguir los tortuosos caminos de los escenarios grandes. Gerardo Macchi Falú pertenece a una familia de gran arraigo en Salta. Nació en Salta, una provincia con toda la influencia hispánica del  Alto Perú, su literatura, arquitectura, los modismos...-“Hasta  el ocio y la aristocracia. Allí se conservan intactos mis primeros sueños. Uno es trasplantado por diversos motivos en mi caso la guitarra me ha llevado por el mundo pero debemos tener sentido de pertenencia y la mía es mi norteña provincia. Mi infancia y mi adolescencia transcurrió en una casa solariega con un patio enorme entoldado por la parra, donde se produjeron hechos mágicos y celebratorios como  las reuniones nocturnas donde Juan Carlos Dávalos presidía la cabecera de la mesa, a la derecha  su hijo Arturo, a la izquierda mi tío Eduardo, Manuel Castilla, César Pereyra Rosas, Cuchi Leguizamón a un costado tocando un órgano desafinado de mis tíos, mi vida fue una maravilla desde un comienzo, aunque iba a estudiar derecho sabía que no iba a lograr ser otra cosa que un guitarrista, total  no pensaba vivir gracias a la discordia humana, me gustaba más la armonía que conseguía con los acordes de mi guitarra.

-¿Con quién estudió música?

- Debo confesarle que en realidad empecé por el piano. Mamá con buen criterio me mandó al profesor Flebot, un gran maestro con  moño, un habano y su batuta paseándose como perro enjaulado en plena siesta salteña, yo lo sentía como una penitencia.  Cuando bajaba a atender el teléfono yo tocaba “La cucaracha” e invariablemente cuando volvía me pegaba con la batuta en los dedos hasta que un día cansado llamó a mi madre para decirle”-¡Llevese a su hijo, tiene un gran talento para la música pero es un indisciplinado!”(Se ríe abiertamente al recordar sus primeros intentos musicales con un instrumento equivocado). Me enviaron a estudiar guitarra con el profesor Ramos, alguien que tocaba pésimamente pero sabía enseñar como hacerlo correctamente, el gran maestro fundador de la Escuela provincial de música, un tipo entrañable.

-¿Ser revelación en el Festival de Cosquín  apuró los tiempos para venir a Buenos Aires?

-Sin dudase aceleró mi andar artístico. Empecé a estudiar composición y armonía con Don Carlos Guastavino y mi gran maestra más de la vida que de la guitarra que fue Doña María Luisa Anido, que después se tuvo que ir a España, porque acá ganaba un sueldo menor a la de una sirvienta.  Compuse con Jaime Dávalos a los 20 años, Manuel Castilla, Jorge Diaz Bavio, Jorge Calvetti, Mario Ponce entre otros, creo que mi música siempre estuvo ligada a la más alta poesía,  creo que eso es más importante que la difusión. Es lo que sustenta  al artista aunque su tarea sea silenciosa y lenta como el vino.  En el arte como en la vida misma no se puede apurar los tiempos es como andar dando cuchillazos a las sombras. Claro, en los asados inconmensurables que se hacían en el patio paterno yo los veía como gigantes, para mí fue algo mágico pero también cotidiano, poblaron mi sensibilidad, Muchos ansiaban componer con Jaime Dávalos, él solo lo hizo con dos compositores Eduardo Falú y yo.

-¿Como ve el momento actual del folklore?

-Yo creo que el folklore está pasando por un excelente momento aunque no se lo vea a simple vista. Es como la vida misma.  Ha llegado a fondo y pasa por un cernidor las cosas que valen, de esa manera veremos a los nuevos talentos, comenzarán a florecer las nuevas canciones, como puede ser que se produzca un abismo compositivo entre “Tonada de un viejo amor”, “Las golondrinas” por nombrar algunas de esas obras maravillosas, ¿no hay más poetas? Sí los hay.  Están trabajando de taxista o en una fábrica y cuando logran editar algún  material, llegan a difusores que los encajonan ¿Lástima, no? Optar es la palabra. Yo creo que a través de los medios alternativos podemos llegar un poco más a ser difundidos.  Una vez charlando con Ariel Ramírez me dijo que no se componía, y yo disiento con esa frase.  Venía de Salta donde había escuchado una serie de talentazos que estaba a la altura de un Castilla, todos sin posibilidades de editar. Recordemos a Domingo Zerpa en Jujuy que  ha escrito algunas de sus obras en hojas sueltas o a Jorge Calvetti con obra memorable que hay que andar rebuscando en los anaqueles de las bibliotecas....siempre que lo dejen.

-¿Conserva su primera guitarra?

-No. En realidad tuve 3 primeras guitarras una me trajeron los reyes magos, me la había encargado mi tío al luthier Breyer.  Yo vivía alucinado por poseer una, no un juguete sino una de verdad, esa se afinaba perfecto, con ella empecé a jugar y tocar adentrándome en el universo maravilloso de sus sonidos. Después mis padres me compraron dos más pero no las conservo. Hoy comparto la vida con 3 guitarras de concierto y algunas otras de menos valía para cuando vienen los amigos.

¿Tiene alma su guitarra?

 -Seguro, ella me entregó su alma y su secreta melodía, así mis manos se confunden con sus palomas y trepa por mi sangre la magia de sus sonidos convirtiéndose en dueña de mi destino.  Tiento al silencio con los sonidos de la guitarra, dejándolo formar parte de mi música. Mi mensaje está hecho con respeto y dignidad, fluyendo dentro del silencio, respetando la vida, no es necesario tener afiche para seguir arraigado a nuestras costumbres.                                  

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