HUGO GIMENEZ AGÜERO PATAGONIA , UN GRITO ESPERANZADO 
Por: Senda Folclórica

Con el rastro seguido del vuelo de kaikenes, Hugo Giménez Agüero testimonia a través de sus canciones la realidad de la dilatada y riquísima geografía patagónica donde se mezclan los sueños de semillas esparcidas en el viento con el silencio de los chenques, las laderas teñidas por los bosques de lengas y ñires.  Cantor de chorrilleras, kaanis, milongas andinas. Autor de canciones como Mahuida –Llú, Malambo blanco, Huahuais, Ahoniken, Cacique Yatel, Chalten, Por el tucu-tucu, Rinahuel, y tantas otras que comparten la perseverancia de su autor para hacer conocer la Patagonia en general y la provincia de Santa Cruz en particular.

-¿Cuando nació tu vocación?

-Hace 62 años con  una canción y una guitarra bajo el brazo.  Porque en mi casa se cantaba todos los géneros, y a partir de ahí más que un nacimiento fue un parto tratar de expresar esa música tan lejana como la de la patagonia.  En mis manos cayó la idea de hacerle una canción para una región  que no tenía muchos espejos históricos en donde ver a flor de tierra.  La búsqueda tenía que ser en las profundidades de cada pueblo y en cada habitante.  Solo ha partir de eso se puede tratar o tener la intención de marcar un hito en la historia musical argentina, incluyendo a un territorio que está literalmente olvidado como lo es la Patagonia.

-Vos no sos patagónico.

-Lo soy por adopción.  Nací en Balcarce, mirando al sur, de cara a esa ruta 3 que siempre me gustó seguir, hasta que me pude aquerenciar definitivamente en Santa Cruz.  Solo entonces nace Hugo Giménez Agüero musical y profesionalmente hablando, a través de sus obras y grabaciones. Son muchos años y parecen muchos más porque debí hacer el doble de esfuerzo y trabajo, pese al gran empeño que siempre pongo no fue fácil.

-¿El autor y el compositor comienzan juntos?

-No. Yo nunca tuve pretensiones de ser cantante.  Pero al empezar a componer obras para la Patagonia con sus ritmos propios, aparece la incomprensión de mis pares acostumbrados a cantar solo música del norte de nuestro país.  No querían cantar mis temas porque no pertenecían a la música comercial, esa del latiguillo que había sido éxito en otras voces.  En esas épocas fue muy difícil dedicarse a componer una canción y que algún artista la quisiera cantar.  A tal punto que un día dije “-Bueno, voy a tener que cantar yo mismo esta canción”- Así nació Hugo Giménez Agüero como cantante.  A la fuerza.

-En el año 82  te presentas en Cosquín, ganas el premio Consagración.  A partir de allí todos los años pasas por su escenario.

-Es verdad, pero se difunde poco. Tantos años en el escenario, canto las nueve lunas.  No muchos lo han logrado.  Aunque siempre paso por la misma incertidumbre  de pensar ¿Estaremos? ¿No estaremos? Y al final siempre estoy, 24 años no es un  día realizando un gran esfuerzo para difundir kaanis o chorrilleras.

-¿En que ritmo te encontrás mas cómodo?

-En el kaani, sin dudas.  Es un ritmo que lleva siempre a la letra de un revisionismo histórico. En estos últimos tiempos estoy componiendo canciones con el ritmo de kaani que no habla del indio sino de la situación actual.  Suena raro porque siempre ha sido cantado en la lengua tehuelche o con reminiscencias del tehuelche, en cambio la chorrillera es más melodiosa, más agradable al oído, por su dulzura y cadencia me deja incursionar en el amor.

-¿Cuando empieza a trascender tu obra?

-Cuando hice mi primera producción, de la cual la primera compradora fue mi mamá, después mis hermanos, pero en una semana vendí todos los discos.  A partir del 80, las radios empezaron a recibir mis discos grandes ensobrados, forrados con diarios para que no se rompan. Después de 2 años empecé a sentirme conocido, y recién después de 4 años comencé a trascender.  Hoy sigo trabajando como el primer día, aunque por ahí me llamen de Japón o Ecuador para comprar un material discográfico.

-Tenés dos festivales que llevan tu nombre.

- Sí, aunque no es muy difundido uno es en Sierra Grande y el otro en Río Gallegos, además de ser padrino de  “Canto del Sur” en Caleta Olivia. Todo un honor y un compromiso para seguir andando.

-Siempre se llega cuando el corazón va adelante…

-Solo los sueños nos mantienen con el corazón en vilo, como el de mantener en  alto el estandarte musical de nuestra tierra, cosa que hago diariamente. Yo creo que cuando abrimos los ojos hay una nota musical en nuestro corazón y cuando miramos nuestro paisaje nos envolvemos de tal forma para llevarles a los paisanos este amor por Argentina que nunca se fue perdiendo.

-Ese es el estandarte que debemos mantener todos los componentes de esta sociedad.

-Yo digo que el poeta tiene la particularidad de no ser diferente a los demás sino de adelantarse en el tiempo.En eso se parece a las aves, no porque canten sino porque son ellos los que perciben el trueno, los desastres, y uno va percibiendo las actitudes, algunas alegres y muchas nefastas del hombre. A través de su obra tiene que hacer un alerta, no una protesta, volcar en este acento, “No toquen a mi madre”, como sentimos a la tierra de la  Patagonia.  Esa roca, ese mar, ese cielo, esa ruta 3.  Para mi inspiración ella es toda una, especialmente la provincia de Santa Cruz, que conozco palmo a palmo.  De pronto puedo estar en la costa de San Julián, en Gobernador Gregores,  Perito Moreno o en Los antiguos, pueblos arrinconados contra la cordillera.  Formo parte del paisaje porque así me lo he propuesto, tutearme con él para poder contarlo.

-Vos te adelantaste cuando compusiste a “Salven a Gastre”

-Exacto.”Salven a Gastre” fue hecho mucho antes de que pasara.  Hay que prestar atención a la Patagonia. Hace  22 años yo ya hablaba en una canción que se llama “Huawais”: Donde comienza el dolor / del cielo continental  / mi tierra azul pega el grito  / a los que deben  pensar. Es decir que trato de ir adelantándome en el tiempo y eso me permite decir “Aquí no termina el país”, y “Esta tierra es mía”.

-¿Cuándo vas a llevar a un libro todas las experiencias?

-Seguramente a la vejez, estoy tranquilo porque guardo todas mis recopilaciones, algún día haré un ensayo  sobre el tema musical de la patagonia, creo que estoy en condiciones morales  y profesionales de hacerlo.  Todo lo recogido es testimonio fiel de cada cosa, especialmente las charlas que he alcanzado a tener con tehuelches, a otros los he podido acompañar en su funeral.

-¿Todas esas cosas te hacen sentir que los patagónicos son relegados?

-Yo no me siento relegado, pero quiero demostrar al resto del país que realmente somos parte integrante de Argentina, es decir que no solo somos noticia porque explotó un volcán, quieren poner un basurero nuclear en Gastre, por los Hielos continentales, por los pingüinos empetrolados, por la guerra de Malvinas, o por el hantavirus. Aunque en realidad estamos acostumbrados a vivir con virus peores que este, el virus del olvido que destroza a las personas, porque por ese olvido se accede a la miseria donde se producen las mayores enfermedades físicas y mentales.  Todo esto trae entre otros riesgos el de perder la memoria como pueblo. Quiero dejarte un mensaje para la gente que piensa que la juventud  está renovando el folklore, para mí ella en realidad renueva con su espíritu, su aliento, su modalidad, pero cuantas juventudes se fueron gastando para que algunos puedan cantar hoy, 10 o 15 juventudes de autores y poetas.  Esos que hoy los jóvenes cantan la mayoría son temas viejos, sin pecar de soberbio el único cambio  que se produjo en la música argentina viene desde el sur, de nuestra Patagonia.

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