RODOLFO DALERA:”PARA EJECUTAR BIEN LA MÚSICA FOLKLÓRICA SE NECESITA SENSIBILIDAD PARA ENTENDER AL PUEBLO”
Por Carlos y Graciela Arancibia

Todos los caminos lo llevaron hacia una misma dirección, nuestra música folklórica. Vientista de gran renombre,  Rodolfo Dalera, se auto titula guitarrero y cantor olvidándose de sus tareas como difusor, autor, compositor, luthier de instrumentos norteños y sabedor de sus secretos como ejecutante. Oriundo de 3 Arroyos, supo ser operador cinematográfico en la ciudad de Tandil hasta la actuación de Margarita Palacios y su conjunto, donde tuvo oportunidad de demostrar sus virtudes musicales, decidiéndose  venir a Capital Federal para acompañar diversos grupos nativos.  Así empieza, hace más de 50 años, su historia artística en nuestro folklore.

-Solo se puede aprender a ejecutar bien nuestra música folklórica acompañando a artistas de alto valor, compartiendo con ellos buena parte de su vida, arriba y abajo del escenario.

- ¿Con eso alcanza?

-No, sensibilidad es lo que se necesita para entender al pueblo, y traducir esas vivencias a nuestra música nativa.

-La vida te dio la oportunidad de acompañar a muchos de nuestros grandes referentes.

-Yo creo que Dios los puso en mi senda.  Así fueron apareciendo Llajta Sumac. Alberto Castelar, Los pastores de Yaco, Miguel Ángel Trejo, Los trovadores cuyanos, Los baqueanos, Marta y Waldo de los Ríos, Peralta Luna, Hugo Díaz…tantos. Participé de la misa criolla con Ariel Ramírez. Es que tocar los instrumentos me hace feliz-  Cuando mi pueblo no alcanzó para albergar mis ilusiones de escenario decidí venir a probar suerte a Capital.  Claro que aquellos primeros tiempos como músico popular, fue muy dura prueba para mi espíritu.  Pero la vida me premió con el aplauso del público.

-Nombraste a muchos, quien es el más querido.

-Sin dudas Margarita Palacios fue como una mamá para todos nosotros.  Te voy a contar una anécdota: Grabé el último disco como acompañante suyo, allá por la década del ’70 y me fui a Francia, después de un tiempo vuelvo y la voy a saludar. La encontré con yeso en la mano derecha por una quebradura, pero con el espíritu de siempre. Aprovecha el momento para regalarme el disco grabado, donde extrañamente no figuraba aunque había participado.  Enojada me dice “-Traé para acá-” y me escribe con la izquierda una esquela, un regalo del cielo esa  dedicatoria escrita con la zurda, la del corazón, como era ella, todo corazón.

-¿Cuando la conociste?

-En el teatro de Tandil, donde yo era operador.  Alguien le había contado que yo tocaba la quena, entonces me llama para que los acompañe. ¡Imagínate el susto!. Lo primero que hice fue Tum-tum el bailecito con un solo de quena.  Me sentí tan a gusto que los acompañe a tomar el tren subimos nos sentamos, sacamos los instrumentos y empezamos a tocar hasta que el guarda me avisa que debía bajarme porque no tenía boleto. Él no le interesaba mi entusiasmo, pero como yo sabía que avanzaba unos kilómetros para hacer los cambios y volvía me arriesgué.  Así pude disfrutar un  poco más con ellos.

-¿En ese momento haces amistad con Kelo Palacios?

-Sí, es como mi hermano.  Fue mi arreglador en Los Chaskis, Los troveros cuyanos, el dúo Carranza Dalera, porque le da la cuota modernita sin quitar lo tradicional.  Es ese arreglo chiquito que enriquece musicalmente pero no desvirtúa.  Cada día estoy más estructurado musicalmente. Me gusta mucho su trabajo porque nunca molesta al oído armónicamente.  Cuando me llamaron para grabar en C.B.S firmé el contrato con el pedido expreso que me dejen elegir el arreglador. Kelo da tranquilidad. No desentona en ningún  ritmo.

-¿Cuando aparece Dalera creador de su propia música?

-Por casualidad.  Estábamos tocando en Radio Nacional con Pascual Lupia, de pronto hacemos una cueca en la menor, y pensé ¡Qué linda! Al otro día teníamos programa   nuevamente -era la época que en las radios se hacía música en vivo-Hago un tema con un solo de quena y recuerdo los acordes de Pascual. Entonces escucho que anuncian –“Seguidamente escucharan la cueca de Dalera La serranita”-  Arranca Tito Veliz en charango, yo empiezo a hacer la introducción de “La cueca de los coyas” y olvidé la melodía de mi cueca ¡Qué apuro!

Inventé notas, cuando escucho decir “¡Se va la segundita!”.  Y otra vez el sufrimiento. Pasan algunos días y encuentro a Selva Gigena quien me dice-“Dalerita, escuché tu cueca ¿Tiene letra?”- Ja, ja. Como no la recordaba bien tuve que escribir una música especial para ella. Ese fue mi comienzo como creador.

-Contanos tu iniciativa para ser dueño de una fábrica.

Un día se me ocurrió que no debía seguir como peón, entonces pensé poner una fábrica de quenas en Tandil.  Compré una casita, hice el taller, convencido de dejar la música por un tiempo. Antes un señor nos había hecho grabar varios temas Tito Veliz en charango y yo en quena, con la promesa que íbamos a seguir en contacto. Yo seguí con la hechura de la casa, casi terminada a esas alturas, cuando mi cuñado me entrega una carta de carácter internacional donde se me anunciaba que me enviaban el boleto porque estaban dadas las condiciones para ir a tocar a Francia.  Ese señor se llamaba Héctor Miranda, director de Los calchakis.

-Y desde ese momento el mundo.

-Sí hice largas giras por países europeos con mucho éxito, Canadá, Túnez, México…

-Y allí te quedaste ¿Por qué?

-Con el grupo había grabado 7 LP, la música de la película “Estado de sitio”, junto a Mikis Theodorakis e Ives Montand, con la dirección de Costa Gavras. Iba muchísima gente a escuchar cada presentación, pero a mí me había dejado de parecer buena música, quería algo más fino, ya no me conformaba.  Por eso me radico en México y creo el grupo Los Chaskis, con quienes grabé 8 LP, con mucho reconocimiento de mis pares y el público.

-Pero la tierra te llama.

-Sí, extrañaba Argentina, su gente y sus costumbres. En el 2003 grabar “La tierra noble” donde recopilé varias canciones muy queridas, y continué con mis actuaciones solo o con Los chaskis.

-¿Cual fue tu mayor satisfacción  en estos más de 50 años junto a la música folklórica?

-Creo que lo más satisfactorio fue que Don Ata me considere su amigo y me dedique su poema “El quenero” en su libro “guitarra” Poemas y cantares argentinos.

En el silbo de su quena
toda la raza cantó,
desde el coro de las Ñustas,
hasta la muerte del sol.

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