TUKUTA GORDILLO: “A VECES SE NOS GASTAN LAS ALPARGATAS DE TANTO PECHAR DEL CARRO DE LA DIFUSIÓN DE LA MÚSICA FOLKLÓRICA
Por: Graciela Arancibia

Ardidos los ojos, con el viento del Pucara vibrando en sus cañas, Tukuta Gordillo nos ofrenda sus bellísimas melodías semejantes a los sueños de vida recién estrenada, el silencio de la piedra, la sonoridad del Huasamayo bramando en el verano, un canto de grillos o el vuelo de palomas en la tarde de Tilcara. En ese pueblo se cobijó después de haber paseado por distintos escenarios del mundo su arte junto a Ariel Ramírez, Jaime Torres, el Cuarteto de los Andes y Domingo Cura. .

-¿Que te atrapó primero la luthería o la música?

-En esta parte de los Andes, en la Quebrada de Humahuaca nosotros aprendemos la música como jugando.  Eso significa que no tenemos los recursos de entretenimientos que hay en las grandes ciudades un kiosco o una juguetería, un ciber, muy al alcance de los chicos. Les falta el paisaje, porque si no van a la plaza no pueden retozar, no pueden desarrollar este acercamiento a la naturaleza. Nosotros abrimos la puerta de atrás que da al patio de nuestra casa y tenemos todo el paisaje para nosotros  soles y  lunas nos pertenecen, los cerros y las nubes, también es cotidiana la música que hacemos.  Esa que no está en las bibliotecas, en los conservatorios.  Está latente en la piel de cada uno, los que vivimos ahí.  Los carpinteros, empanaderas, chicheras…aquellos que vibramos en los carnavales, las distintas fiestas religiosas  al latir de nuestra vida cotidiana y los instrumentos también.  Ahí los niños no piden permiso cuando no bien pasado el carnaval se producen ensayos en las casas de los Bejerano, los Torrejón o los Orucos de Tilcara.  Ellos desparraman las cañas y los tambores y cualquiera puede acercarse a hacer música… especialmente los niños que siguen lo que los grandes están  tocando.  Entonces toda esa magia que es la música la tenemos en forma  constante en la Quebrada de Humahuaca. 

-¿Quienes fueron tus maestros?

-Yo no sé cuando aprendí a tocar ni sé quienes fueron mis maestros. Pero sí sé quienes marcaron mi camino musical. Tenía yo 18 años cuando conocí a un músico argentino famosísimo que me marcó como persona que es Jaime Torres.  A los 20 años me invitó a tocar con él y me enseñó un montón de cosas que desconocía, porque no conocía la música como estructura pero sí el sentimiento que ella produce. Yo aprendí observando a él y a sus muchos amigos, grandes músicos argentinos, él me hacía participar en todo. Eso me marcó total y profundamente, esa fue mi escuela.

- ¿Quienes te perduran en el recuerdo?

-Recuerdo que los primeros años con Jaime escuchábamos Piázzola en los distintos boliches de Buenos Aires, a Troilo, a Goyeneche y a otros del folklore como el Negro Domínguez, un guitarrista fantástico, tan creativo, Kelo Palacios, el Negro Villavicencio, Ariel Ramírez, Dino Saluzzi, todos músicos tremendos de este país.

-¿Esa fue tu escuela?

 -Sí, esa fue la escuela  que tuve. El destino hizo que mi ruta se codeara con grandes músicos y hacedores de la cultura de este país. Con un fácil acceso tuve tormentas de información, y tenía que estar preparado  para recibirla, porque eso no estaba en los libros solo en la anécdota de la vida de estos músicos.  Tratando de lograr una mayor  afinación de los instrumentos de los Andes.  Porque antes no se acostumbraba que las cañas sean acompañadas por instrumentos como la guitarra o el charango.  Ellas eran instrumentos de banda como los sikus, con acompañamientos como percusión. No se acostumbraba tocar piano y sikus. Hasta que de pronto conocimos otras expresiones  en el mundo  como la de George Sanfirpo, ejecutante rumano de la flauta de pan que nos hizo ver como estos instrumentos se podían afinar al sonido occidental para ser acompañados por orquestas o pianos bien afinados. Entonces nosotros recurrimos a esas técnicas y dimos la información a distintos grupos por el solo hecho de escucharnos o leer alguna nota.  Ellos se preocuparon de armar sus expresiones, sus muestras de música con los instrumentos más afinados.

 EL ANHELO MÁS DESEADO

 -Hoy en la Quebrada de Humahuaca no hay un a escuela de luthería de instrumentos andinos, no es que no hay nadie, son  casos muy aislados. Pero no hay una escuela donde se enseñe a separar y armar los sikus, armar las tropas de cañas, las quenas, los charangos, los pincullos.  Lamentablemente no hay.

-¿Porque pensás que ocurre eso?  

-Yo pienso que es porque siempre ha sido tomada la música folklórica como un arte menor…no sé tal vez nosotros no hemos podido darle el vuelo, ¡bah!... No sé que vuelo. Nosotros nos preocupamos  de difundirla para mostrarles a nuestros paisanos que hay  una música con instrumentos y expresiones artísticas propias de esta zona del país .Con mucha raíz  pero con creaciones propias. Se debería enseñar en los colegios con una estructura metodológica.  Se enseña la flauta dulce que nada tiene que ver con la identidad nuestra agregado que es de plástico.  En la misma Quebrada se enseña con tonetes de plásticos, que son difíciles de conseguir. En cada librería no habrá más de diez flautas dulces  plásticas, caras para sus habitantes. En vez de enseñarles música a todos esos changos con instrumentos hechos de humildes cañas huecas que crecen en los canchones donde van a jugar a la pelota o a la orilla de los arroyos.  Tal vez sea falta de preocupación , porque si enseñan de ese modo, también tienen que enseñar quienes son los que tocan, que filosofía de vida late en ellos, porque estos pueblos han quedado con su música intacta desde aquel contacto con el español hace 500 años, porque esa gente ama y respeta a la Pachamama, como han hecho esos herejes como dicen en algunos libros para armar estas músicas bellísimas, para vivir en estas comunidades superando uno de los problemas más graves que tiene el mundo en el siglo XXl: el hambre.  Tilcara tuvo 30.000 habitantes en el Pucara con andenes de cultivo de 3 o 4  Km. que reflejan  una cultura agro-alfarera, que supo preservar alimentos para 10.000 personas, y lo mismo pasa con Coctaca o Alfarcito. Yo creo que por ahí pasa el delgado hilo rojo de frontera entre los que nos interesa que esto suceda para que los changos puedan aprender quienes eran los originarios  y los que ven en peligro sus susceptibilidades económicas.  Fundamentalmente  quiero decir que no se puede seguir vendiendo a $ 20 tierras fiscales de la Quebrada de Humahuaca a las multinacionales, que quieren hacer hoteles lujosos en estos lugares tan bellos.  La ONU lo tiene como hecho concreto, ya la OIT aceptó el convenio 169 de Pueblos indígenas y tribales.  Todos los pueblos tendrían que firmar ese convenio para que sea aplicatorio al sistema de vida del pueblo originario.    

-¿Pensás que le hizo bien o mal a la Quebrada de Humahuaca ser nombrada patrimonio de la Humanidad?

-¡Uh!... No es ligera ni fácil la  atención de lo sucedido en la Quebrada de Humahuaca. Si este patrimonio se respetara tal cual ha sido creado por la ONU, se hubiesen desarrollado los pueblos originarios. No se le otorgó el patrimonio para romper todo ese bello paisaje cultural para la explotación turística.  Si esta tiene que estar que sean los pueblos indígenas respaldados por una formación e información del estado argentino para su aplicación como comunidades organizadas. A través de ese patrimonio, yo estoy buscando  crear una escuela de los Andes para todos los músicos de la Quebrada, como muestra están los hermanitos Tolaba, dos músicos tremendos de 11 y 13 años. Se carece de ella, teniendo tantos músicos desperdigados  en el mundo. Debemos echarle un manto de protección al carnaval  y a las anatas, ese instrumento bellísimo de los pueblos pastores y campesinos. Y ponemos los bronces, los trombones y los sonidos de las cumbias ¿Qué estamos protegiendo?  Allí no hay una sola radio donde vos puedas escuchar las hermanas Cari, a Ricardo Vilca, a los antiguos, al trabajo hermosísimo que hizo Leda Valladares con los músicos populares. Si eso no pasa ¿Quién tiene la culpa? ¿Los que la nombraron patrimonio o los pícaros de siempre? Pero empecemos nosotros con la parte que nos toca.  Yo no me animo a decir que está bien o mal.

-Siempre estas pidiendo igualdad de oportunidades.

-Es que esta música late hoy en los músicos populares de la Quebrada de Humahuaca que han sido formados dentro de un estado capitalista pero a través de la música han comprendido el pensamiento cósmico buscando lo comunitario, lo dual, comprendiendo que la Pachamama  no es una viejita como algún intendente pícaro nombra, a la que  le hacen una fiesta, le tiran flores u hojas de  coca en  cualquier época del año. Tampoco Pachamama el nombre de un restaurante o negocio de artesanía.  Ella es algo sublime, simplemente los 4 elementos de vida: aire, tierra, energía del sol y el agua. No se conoce ningún hombre que haya vivido sin ellos.

SE HACE CAMINO AL ANDAR

-¿Como fue tu vida en Japón?

 -Viví mucho tiempo en Japón, tratando de vivir como lo hago en Tilcara, despertándome temprano, tomando unos mates, haciendo música. Uno aprende a desarrollar su percepción para trasmitirles el paisaje a los alumnos.  Hace 4 años, cuando la selección  argentina fue al Mundial de Fútbol llegó al lugar donde yo enseñaba: Saitam en   Okewagua, a unos 50 Km. de Tokio y los recibieron con “El Humahuaqueño” porque los chicos conocían la música, los autores y tocaban con quenas y sikus. Los jugadores quedaron impresionados.

-¿Como fue volver al pago?

-Algo fantástico.  Pude participar del último tiempo de la vida de mis padres.  Me arriesgo a confesar que tengo el alma en calma porque cumplí con el círculo de la vida en el que los hijos entierran a los padres. Volver a ese lugar que siempre latía en algún rincón de mi alma fue una alegría para mis sentidos. Allí tengo mi familia, mi hijo, hermano, sobrinos.  Salgo a caminar un poco por el pueblo, saludo a los amigos, paisanos, concurro al mercado…nadie te dice nada, pero ellos ya me vieron en televisión, en gráfica sin embargo no soy ningún caso especial dentro del tejido social del pueblo de Tilcara…   Aunque haya tocado la Misa criolla junto a Ariel Ramírez, Domingo Cura y el Cuarteto de los Andes acompañando a José Carreras ante el Papa Juan Pablo ll en el Vaticano.

-Contame de tu experiencia en el Cuarteto de los Andes.

-¡Uy! Fue una cosa mágica.  Estaba formado por el tilcareño Rodolfo Ruiz, el humahuaqueño Raúl Olarte, el sanjuanino Norberto Pereyra y yo. En esa época la difusión no estaba tan acentuada y como viajábamos tanto no nos hemos ocupado de hacer ese trabajo tan necesario.  Para mí participar en ese grupo fue maravilloso, me llenó de gozo.

-¿Cuánto tiempo compartiste?

-Los 12 o 13 años que estuve con Ariel Ramírez.  En ese tiempo era difícil grabar.  Las compañías estaban mirando como hoy para la parte reditual y se perdieron un gran producto, de buena calidad.

-¿Que significó Jorge Calvetti en la vida de Tukuta?

-Jorge significó una guía espiritual, no solamente nos ufanábamos de ser los dos maimareños, sino que compartimos muchos momentos.  El era un gran escritor que me hacía vibrar al leer sus escritos sobre el paisaje y sus paisanos.  En esa época algunos vivían como Donato Peloc o el Gaucho Soto, personajes de sus novelas.  Fue parte de la raíz de este país como miembro de la Academia Argentina de Letras.

-¿El vivía cuando compusiste sobre sus letras?

-Claro, yo todavía habitaba en la calle Independencia, lo llamé para que escuchara los temas y me diga si le gustaban.  Se vino con un vinito y escuchó sentadito en el living donde estaban los equipos de música “Glosa  ll”, “Xuxoyoc”.  Me dio un abrazo y me dijo-“¡Que suerte tuve de poder escuchar tu trabajo!”- Éramos muy apegados en el cariño, nos unía no solo la música y la poesía sino el intenso amor a nuestro suelo. Hice ese trabajo porque siempre tuve la paz y la armonía para ponerme a componer pequeñas cosas, músicas para grandes poetas que integraban el movimiento de Tarja en los años ’50, integrado por Manuel Castilla, Jaime Dávalos, Raúl Galán, Néstor Groppa, Domingo Zerpa entre otros en literatura y Pellegrini o Pantoja en pintura.  Yo me propuse musicalizarlo.  Tengo canciones grabadas como “La zafra”, uno de los primeros escritos de Castilla con música mía, estoy componiendo sobre textos de  Fidalgo. Y Estoy leyendo las obras completas de Galán para ver si puedo  musicalizar  alguna, dentro de la misma línea de Dávalos o Castilla.

-¿Has compartido muchos momentos con Churqui Choquevilca?

- ¡Claro! Desde la primera época, una persona del pueblo, muy buena.  Lo conocí cuando yo tenía unos 14 años, él era maestro.  A mí me sorprendió su obra. Yo lo cruzaba cuando volvía de trabajar en el Valle Grande y Molulo. Lo esperaba en la entrada  del Huasamayo. El solía venir con los caballos.  En esa época usaba el pelo largo y parecía Búfalo Bill.  Era un tipo muy consustanciado con las cosas gauchescas, con lo simple y lo natural que tiene el hombre de campo, y a la vez era un gran lector de todos los clásicos argentinos y universales. A veces yo tocaba la guitarra  y el cantaba algunas zambas salteñas, bagualas, y lo hacía muy bien.  Era un compañero de la vida cotidiana.  Por ahí guardo un recorte del diario El pregón donde en un enero tilcareño, el único en el que actué, lo hice junto al Churqui.  El dijo unas poesías y yo canté acompañado de unas diapositivas.  Tendría unos 17 años y el Churqui empezaba a balbucear sus primeros poemas, fue muy lindo compartir con él toda una época. 

CHO’KE

-En el disco “Cho’ke”  has mezclado dos generaciones de autores.

 -Sí, a los hermanos Simón, santiagueños enamorados del Noroeste, que escribieron cosas hermosísimas como “Tacita de Plata”, o “Para Tumbaya”.  Este bailecito que me recuerda a la mayoría de la generación pasada de  músicos populares de Jujuy.

 -En esta nueva generación está Tukuta Gordillo.

-En “Chocke” hay algunas zambitas, danzas.  Es el choque del interior de uno mismo. Además están los finísimos músicos  tilcareños que representan a la nueva generación, exquisitos músicos  andinos indígenas, los hermanos Tolaba, dos pastores de Tilcara de tan solo 11 y 13 años, con quienes estamos compartiendo estas semanas en Buenos Aires. 

-¿Cómo los conociste?     

-Bueno, el pueblo es como una gran tribu, nos conocemos todos. Después de dejar las actuaciones con Ariel Ramírez, había dejado un poco la música.  Renegado no de ella sino del entorno comercial que tan poco le da a la música de una parte de este país con profunda identidad y color de la tierra, de su pueblo y de su gente. Es la que vive en  la piel de los artesanos, los campesinos, mineros, arrieros de llamas de la Quebrada de Humahuaca.   

Yo decidí volver a vivir allá. No me costó absolutamente nada la decisión.  Entonces sucede una historia muy bonita en  Semana Santa, cuando bajan 3000 sopladores de Tilcara del cerro trayendo la imagen de la Virgen de Copacabana a Punta Corral.  En esas bandas aprendimos todos, muchos de los cuales están tocando por el mundo, difundiendo la música de esta zona.  Ahí se acercaron un par de changos los Tolaba grandes para verme y consultarme, porque siempre que compuse lo hice con una trampita para ejecutarlas, un cambio de tonos, un cambio de ritmos siempre respetando  la base armónica y melódica de la música indígena de la Quebrada de Humahuaca.  Junto a ellos llegaron estos chiquitos que  venían a jugar  con los instrumentos como lo hacíamos nosotros cuando éramos changuitos. Pero en ese momento faltaron un par de músicos  y se animaron.  Ariel es un niño compositor que en Chocke tiene “Trompito” “Tilcara cuando llueve”.  Este año para Cosquín compusimos  una melodía que denominamos “Sueños” y acabamos de componer otra que se llama “Caminito de piedra”. Así aparecieron y seguimos juntos, dueños de una musicalidad tremenda, como muchos changuitos de Tilcara. Yo tengo a mi hijo Emiliano viviendo conmigo y su changuito de 3 años ya anda mezclado con el bombo, la quena y vos te preguntas ¿como aprende?  Es natural, vos tocas y el te sigue el ritmo, una riqueza musical tremenda y en las escuelas no se enseña estos instrumentos ni esta música. Usan flauta de plástico y melodías que pertenecen a la música clásica. Lo más duro es que no hay escuelas ni conservatorios ni institutos de música para ver reflejado el trabajo de estos changos.

-¿Ves un recambio en la Quebrada?

 -Este último tiempo han salido compositores de primera línea, están los Tolaba, Ricardo Vilca, Altamirano, tantos.  Todos venimos empujando, hermana, a veces se nos gastan las alpargatas de tanto pechar el carro de la difusión de la música folklórica.  Pero nos las sacamos, nos ponemos otras y seguimos pechando.

-¿Sentís que te reconocen más en Europa o Japón que en tu propio país?

-Sí, lamentablemente es así. Yo recibo constantemente invitaciones para actuar. Pero en Tilcara tengo un bolichito con rescate de comidas regionales, sirvo té de hierbas medicinales o aromáticas, mate cocido con rica-rica, y todas las noches como parte del ensayo en esta disciplina que tengo con los changos tocamos a las 21 horas.  A veces para 4 personas y tenemos que llamar a los primos, sobrinos y cocineras porque no hay mucho turismo todas las noches. Otras veces tocamos para 60.  Y lo tenemos que hacer afuera del boliche porque no hay más lugar.  

-¿Como y porqué nace la zamba “Para un adiós en Tilcara?

-Nace en un viaje de 30 horas al Japón.  En el avión con los recuerdos. Cuando en los eneros tilcareños todos nos enamorábamos y mostrábamos nuestras músicas, tejidos, artesanías.  Por ahí uno se enamoró también y nace el recuerdo en “Zamba para un adiós en Tilcara”.  La grabé con el acompañamiento del este músico genial de los argentinos que anda peleando con el tango que es el Colacho Brizuela.

-También le dedicaste un tema a tu madre.

- ¡Como no hacerlo! Mi madre a la siesta fue el tema principal de una película de Miguel Ángel Pereyra, ese cineasta maravilloso que tienen los jujeños. Yo la grabé en el disco Yawuar América, y  mi mamita lo pudo escuchar. Le pude explicar que la recordaba poniendo un foco de luz en las medias y las remendaba la hora de la siesta.

-¿Cómo era ese pueblo en tu niñez y adolescencia?

-¡Ah! Hoy mismo es maravilloso. Yo salgo cada tanto porque la buena vida es muy peligrosa. Ya aparecen los changos con un  vino paterito, un chivito tardío, con una cabecita de chancho. Yo tengo un horno de barro en la puerta de mi casa, en la vereda.  Un poco para mitificar que la cocina es el lugar donde crece la gente, donde maduran las culturas, donde hierven en mil olores y sabores la identidad de una parte de este país.  Con todo el color de los mercados indígenas de la Quebrada de Humahuaca, esas papas andinas, choclos, patas de chancho, todo puesto ahí, para delicia de nuestros sentidos.  Me levanto, voy al Pucara, camino por la orilla del río para el lado de Humahuaca para ver esos amaneceres, y  digo que esto es lo que el Inca llamaba el dorado.  Una naturaleza tan tremenda, bellísima, donde se hacen 5 pasos y te cambiaron los colores, la sombra, el color de los cardones. ¡Es fantástico!

Esa es la riqueza de los indios, la naturaleza y la Pachamama. Es esto lo que han venerado por miles de años y no se ha perdido tanto, tal vez se va perdiendo la gente…pero quedan muchos hitos en la Quebrada.  Se han ido Pantoja, Domingo Zerpa, el viejo del Coya Ruiz, un sastre potosino de Santiago de Cotagaita que tocaba tan lindo su charanguito mirando el cielo. Parecía que enredaba palomas, las trampeaba con su charanguito, no vamos quedando solos.  ¡Pero es tan lindo vivir ahí! Solo me tomo unos días de vacaciones en Buenos Aires y vuelvo corriendo.

-¿Esta vez que te trajo a  la capital?

-Vine a presentar material de una película que se esta estrenando, “Una estrella y dos cafés” del director Alberto Lecchi filmada íntegramente en Purmamarca con Gastón Pauls, Ariadna Gil y una niña de 14 años Marina Vilte. La  música  pertenece a mi hijo Lucas y a mí.  La hemos grabado en Tilcara con la última tecnología.  Este es el cuarto largometraje en que incursiono con mi música, 3 pertenecen al director Pereyra, quien con su “Deuda interna” hace como 15 años  ganó el Oso de plata en Berlín, y con Ariel Petrocelli hicimos “La última siembra”.

-¿El hacer temas de películas no te condiciona tanto como el trabajar en temas de 3 minutos?

-No, es otra forma de expresar la música con las imágenes, es muy creativo, se debe tener la sensibilidad a flor de piel para no perder la hilación de las imágenes que el director pretende.  Es un trabajo compuesto a base de imágenes con el tiempo que ellas necesitan. Se llama música incidental.  Una música complicada por el tipo de instrumentos.  Por ahí los tenemos con un desarrollo, con un color o una estructura propia  pero otras debemos componer para esos instrumentos, los erques o los sikus en forma incidental es decir van acompañando incidentalmente una imagen, un pasaje de la película, es muy interesante.

- -¿En que proyectos estás trabajando?   

 -Estoy abocado a estrenar varios espectáculos. Uno para Europa, más concretamente para España. Lo estoy haciendo junto a un rosarino Guillermo “Willy” Burgos, con quien grabé en el disco “Yawuar América”.Y en el orden local un espectáculo junto a los Tolaba que se llamará “Bienamada Pachamama”.  Seguramente la estrenaremos para octubre en la Capital Federal con la intención de mostrarles los valores de la naturaleza a los chicos de Buenos Aires.

-¿Seguís con tu sala de grabación?                    

-Sí, Enima-Luma está produciendo discos. Es un poco  duro pero como nosotros los hacemos,  los vendemos y perdemos cuando nos toca.  No sé si es la primera en la Quebrada pero es la que más se preocupa por la calidad de los intérpretes, ayudamos para que la producción salga adelante. Ya hemos grabado varias expresiones apoyando desinteresadamente para que los artistas sigan queriendo el pago como se lo tiene que querer “de corazón”. 

-¿Qué sienten los músicos populares?

-Para nosotros es el horizonte y el trabajo del oficio para los que tomamos las herramientas culturales para mostrar como vive nuestro pueblo cuando baja el viento norte para hablar con la gente, con los paisanos de la Quebrada de Humahuaca.

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